La fotógrafa afincada en Barcelona Katia Repina conoció a Marta en su segunda semana de trabajo. Marta era actriz porno y Repina estaba preparando un documental sobre esta industria. Marta tenía 23 años y nadie la obligó a meterse en el porno; no hubo ninguna circunstancia excepcional en su vida que la forzase a entrar ahí. Fue ella quien eligió hacer carrera en la pornografía.
«Cuando la conocí, me sorprendió mucho lo abierta y sincera que era», explicaba Repina a The Huffington Post. «Me pareció que era muy distinta de las demás actrices porno. Recuerdo que pensé que probablemente era porque ella sólo llevaba dos semanas trabajando. Todas las chicas cambian cuando entran en la industria».
Repina decidió descubrirlo por sí misma. Llamó a Marta y le preguntó si podían verse. Ya llevan tres años de amistad, dos de los cuales están narrados por Repina a través de su cámara. La serie de fotos resultantes, titulada Llámame Marta, documenta la iniciación de una joven en el mundo del porno y los momentos (ordinarios y no tanto) que suceden entretanto.
«Me fascinó que, a la vez que demostraba un carácter fuerte y una gran obsesión por controlarlo todo, era muy tierna y sincera», comenta Repina. «Sólo quería reflejar cómo todos estos rasgos coexistían con su nuevo trabajo en la pornografía».
Las fotografías en blanco y negro documentan a una mujer que es mucho más que la etiqueta de su trabajo. En una imagen, Marta se aplica maquillaje antes de empezar a rodar, en otra levanta pesas en el gimnasio. Pasea a su perro, se sube encima de un cuerpo desnudo durante una sesión, pide a su novio que le ayude a depilarse el vello púbico… Repina presenta esta serie sin juicios ni intereses, ni como una defensa a la industria del porno ni como crítica. Nada que ver con documentales como Hot Girls Wanted [Se buscan chicas calientes]. En vez de eso, las imágenes dibujan un retrato difuso pero revelador de una mujer joven y compleja. No hay un mensaje dominante, ni moraleja. Sólo Marta.
«Es una persona impresionante con un corazón enorme», decía Repina, «y si quiere a alguien, es de verdad».
El exnovio de Marta aceptó el trabajo de ella como parte de su vida, pero luego le costó sobrellevarlo. Él veía sus vídeos y sus publicaciones y fotos en las redes sociales. Marta admite que no saldría con nadie de la industria del porno… y reconoce la paradoja.
Marta durante un ‘show’ en directo. «Como actriz, pongo mis límites. Yo digo: ‘Hago esto, esto y esto. Si no os gusta, me voy’».
Marta rodando una escena.
«Hay personas que piensan: ‘Es actriz, folla y recibe placer’. Pero no, estoy trabajando», explica. Es la segunda semana de Marta en el porno.
Marta no es una víctima de las circunstancias: no tiene hijos ni procede de un entorno pobre. Eligió el porno libremente.
«Siempre tendré el gimnasio. En la vida, la gente va y viene, excepto la familia, un puñado de amigos para toda la vida y el gimnasio, mi estilo de vida». Cuando era más joven, Marta ganaba competiciones femeninas de culturismo. Ahora sigue entrenando para las competiciones, que espera volver a ganar, pero aún no se siente completamente en forma.
Tras varias semanas en la industria, Marta descubre que su trabajo no está tan bien pagado como pensaba. Ella actúa en un ‘peep show’.
Marta con su exnovio, un culturista ucraniano, con el que vivió durante un año.
Antes de empezar a trabajar, Marta estaba soltera, pero tenía muchas ganas de tener pareja. Aunque en su vida profesional estaba rodeada de hombres, en su vida personal pasaba la mayor parte del tiempo sola. Llevaba medio año en la industria cuando conoció a su exnovio.
Cuando empezó a trabajar, Marta le contó la decisión a sus padres. Dice que nunca la entenderán ni lo aceptarán, pero la apoyan. «Me quieren y son lo más grande que tengo», cuenta.
Marta separa su personalidad pública como actriz porno de la otra Marta, una chica normal.
Marta explica que el mundo de la pornografía es muy diferente a lo que ella imaginó. «Tengo que separar [el porno y mi vida personal], porque puedo ser muy agresiva o salvaje durante el rodaje… pero en mi vida personal soy yo misma, humilde. No soy una diva».
Fuente: Huffington