Como lectora siempre he dicho que me cuesta la poesía, hacerlo no siempre es bienvenido en una conversación con gente “del mundo del libro”, menos en Chile o mejor conocido como “país de poetas”, pero he descubierto que esta lectura se vuelve más amable cuando tengo la oportunidad de conversar con su autora (o autor, pero casi no leo hombres). Así me he acercado a ella, preguntando sobre las imágenes y las inspiraciones, sobre sus procesos creativos – a veces también dolorosos – qué rol juega la edición en un proceso que, a priori, me parece muchísimo más personal que la narrativa, en general.
En este camino de perderle el miedo a la poesía, decidí colectivizar este sentimiento y empezar el ciclo 2024 del club de lectura “Lee Chilenas” con “Trapiche” de Soledad Acevedo.
En mi primera lectura, quedé con el corazón apretado, así que la cité con la excusa de contarle como sería esta primera sesión, explicarle en cómo estructuraría el club, qué temas íbamos a tocar, cuáles prefería dejar fuera, pero nada podía anticipar lo que sería la hermosa conversación que tuvimos el 9 de marzo de este año, personal y emocionante.
Quise traer un poquito de eso para que muchxs más pudieran saber sobre los detalles y todos los sentimientos que hay detrás de su primer libro.
1. El simbolismo del Trapiche, ¿por qué era importante para ti nombrar el libro por este objeto? ¿Qué simboliza para ti?
El título del libro estaba elegido incluso antes de tomar en serio el escribirlo, y tiene la gracia de reemplazar la idea de un hogar, entendiéndolo como la chimenea, el fuego que hace que, en este caso mi familia, se acerque y que desarrolle sus tareas diarias. Pasa que es una herramienta bastante grande y realiza una tarea ardua, por lo que es un elemento imponente dentro de la historia también. Y claro, está esto que llama la atención dado que no es una palabra que tenga un significado extendido, por lo que deja quizás el interés por saber qué es y luego sirve para dar un contexto específico a la historia.
Por otro lado, cuando hablo de este objeto imponente es desde la perspectiva también de la pequeña que aparece en la historia, que claramente soy yo. Su altura, sus manos y ojos son todos mínimos en comparación a este trapiche, por lo que también puede acceder a muchos más detalles, a puntos donde los adultos no pueden llegar, lo que contrasta con lo que esta niña puede expresar.
2. El trabajo con el lenguaje. Me motivó buscar palabras que no conocía (lo hago muy pocas veces) ¿Cuál es tu aproximación a las palabras como poeta/autora? ¿Cómo las vas eligiendo? ¿Qué rol juega la cadencia y la sonoridad al momento de elegir una palabra?
No soy fan de hablar mucho o escribir mucho, entonces necesito palabras que se acerquen lo suficiente a lo que exactamente quiero decir cuando me da el ánimo de conversar de algo. Inicialmente había muchas palabras más genéricas, como pájaro o árbol en lugar de algún ave en particular o un árbol especial y, aunque para un fin práctico sería lo mismo, realmente no terminaría significando lo mismo para mí.
Un chercán, una tenca y una challa no son solo eso. Hay un contexto que me hizo elegirlos por sobre otros en determinados poemas, relacionado en su mayoría con mi papá, pero mayoritariamente me sirven para situar las escenas de una forma más cercana a mi propia memoria.
Por otro lado, la cadencia y la sonoridad son aspectos que me fascinan y me obsesionan. Como se hace explícito en el libro, la niña prefiere no hablar, tanto porque su mundo interior basta como también porque las palabras no se le terminan de armar. Siempre he tenido problemas para articular palabras que sean entendibles para los demás, entonces estoy acostumbrada a repetir lo que digo ya que me quedo pegada en ciertos sonidos, sobre todo los suaves como la ese y la ere, que en una versión más cruda del libro estaban super presentes. Es así como la poesía se me hace la forma más sencilla para poder expresarme: una forma breve y sensible de hablar.
3. ¿Qué papel juega la estética en un poema para ti? (Me refiero al uso de mayúsculas y espacios, también las fotos) lo visual que acompaña la experiencia poética.
No uso mayúsculas o signos de puntuación ya que ningún poema tuvo un inicio o final claro y también porque me gusta ver al librito como un menjunje de historias que podría contarle a alguien en un momento de confianza. También en lugar de comas o puntos prefiero el espacio, ya sea entre párrafo y párrafo o desde el margen, ya que da una sensación más visual de los apartes del texto, da un espacio para respirar y ayuda a que el ritmo de los poemas vaya cambiando de intensidad.
Las fotos se me hicieron necesarias al ver que el tema de la minería artesanal no es tan conocido. Puedo explicarles qué es una challa o dónde quedaba la tierra ya lavada pero verlo en acción es otra cosa, es mucho más claro. Cumplen también una función de archivo de elementos o lugares que ya no existen y son importantes dentro de la historia de este oficio, que probablemente las personas que viven en ese pueblo hoy en día no conocen. Finalmente hay una foto de mi papá porque por qué no, y porque lo amo y lo extraño.
4. El libro se siente como un homenaje a tu familia, con las carencias, el dolor y el amor que todo eso implica. ¿por qué quisiste volver a tus raíces? ¿Por qué hablar de esta niña y su abuelo y padre? ¿Cuán personal es el libro?
Yo soy completamente cada poema y eso es una mezcla de pudor e ironía porque ni siquiera mis amigos más cercanos saben mucho sobre mi infancia y ahora llego y lo muestro así, sin más.
La presencia de esta familia, tanto en el libro como en la vida real, es puramente ornamental: es observada, entendida y aprendida, pero no llega a tener un lugar fundamental dentro de las vivencias retratadas. Lo que sí pesa en esas escenas es la distancia y la ausencia, marcas fundamentales en mí desde poco después de la edad que tenía cuando sucedió todo esto, entonces este libro es un símbolo de lo que alcancé a conocer como familia.
Aunque lo anterior es muy latente, mi idea principal fue hacer de esto una obra de amor hacia mi papá, que por mucho tiempo fue la única persona que sabía que yo estaba escribiendo. Él me acompañó a tomar las fotos y me contó con toda la paciencia los procesos de la minería artesanal del oro. Esto mismo me permitió una relación más estrecha con él durante el último tiempo antes de su muerte, quizás no hubiéramos conversado tanto de no ser por eso y menos tendría fotos suyas atesoradas ahora. Le debo completamente mi vida y si hay algo que me rompe el corazón es que no haya alcanzado a ver esta obra lista.
5. Dentro del libro hay párrafos sin puntuación, ¿qué rol tienen para ti dentro del texto? ¿Cómo decidiste su posición dentro del libro?
Justo son poemas que consideré que necesitaban esta lectura sin pausa para poder crear la emoción desde la información que daban. Uno habla sobre un pirquinero lavando tierra en un río y usando mercurio para la limpieza del producto final, y el otro es sobre cómo mi familia realizaba esta labor de una manera menos artesanal (y también es una adaptación de una mini entrevista a mi papá), entonces, cómo hacer que estos relatos también contuvieran el peso del oficio sin entorpecer el objetivo de mostrarlo objetivamente. Ahí fue cuando concluí que el ritmo incesante e ininterrumpido del poema marcaría tanto el cansancio como la idea de la pasión por lo que se hace.
6. ¿Cuáles fueron tus principales dificultades dentro del proceso de escritura? Y ¿cuál fue el rol de los talleres para desarrollar tu escritura?
Escribir poesía que logre comunicar lo que deseo es difícil, me dan ganas de explicarlo todo, de contar las anécdotas de la vida real antes de ser texto, pero no se trata de eso. Cómo te explico un sentimiento, cómo te muestro esta escena desde la sensación y te dejo un lugar para que llegue a transformarse y acercarse a ti. Es complicado. Tuve que leer mucho para encontrar la forma que más me gusta de escribir y ver qué aspectos son débiles en mí. Conlcuí que por sobre todo me gusta pensar en ese espacio en blanco que queda entre mi poesía y quien la lee, yo quedo aparte ahí.
Para poder cumplir mis propias expectativas, comencé a escribir el librito en un taller que realizó Victoria Ramirez (quien también me guió durante la edición del poemario) durante pandemia. Ahí el leer a otras personas y compartir nuestra escritura me llevó a encontrar una voz propia y cómoda, que podía moldearse para superar mi pudor a hablar de mí misma sobre todo en la clave romántica que a veces muestro.
<ya existían las palabras que quería mostrarte
pero aún no llegaban a mí>
Por Francisca Mancilla