Al escuchar Ska-p, The Wailers, Sol y LLuvia uno puede constatar que han sido muchos los que han puesto el tema de la despenalización sobre la mesa desde hace ya mucho tiempo y por consiguiente, uno realmente no hace más que un eco de aquellas demandas musicalizadas. A pesar de sr concebido para ello, Legalize Festival no sólo fue un escenario para la difusión de las demandas por la legalización, también fue un espacio para que los más irreverentes sacudieran sus críticas en la fría noche de ayer.
Legalize reunió a sandías caladas del catálogo musical chileno, como son Los Jaivas, Sol y Lluvia, Jorge González. A ello se le sumaron grandes representantes del rap nacional como Hordatoj y Portavoz, éste último dedicó sus rimas a los profesores movilizados y a su gente de Santiago norte. Portavoz fue irreverente, auténtico y tuvo a un público sedado por la ganga saltando al ritmo de su protesta. En cuanto al lugar, Espacio Broadway fue lindo de día, pero la transformación de un Woodstock local y bien a la chilena se quedó sólo en un sueño. Junto con el sol, se fue la comodidad y un frío de la ostia –como dirían los Ska-p– congeló el sector, un frío que se filtró hasta los huesos de todos los asistentes, que ni con sus buenos humos pudieron palear la ventolera. La comida y las bebidas muy caras. Negocios son negocios dirán, pero la verdad es que parecía un poco exagerado cobrar 3 lucas por un vaso de cerveza. Sin embargo, lo malo de la organización estaría dado por la terrible decisión que muchos debieron tomar casi al final de la noche: ¿Ska-p o Deep Purple?
Jorge González por su parte, calentó la noche -que según sus propias palabras estaba «más helada que candado de potrero»- con temas clásicos de Los Prisioneros, como No necesitamos banderas, Paramar, Tren al Sur, ¿Por que no se van?, San Miguel y El baile de los que sobran introducido con una alusión al sistema de educación y la intención de que este funcione mal, para que unos aprendan y otros no.
Seguramente, la mayoría de quienes estaban ahí querían ver a los dos platos fuertes del festival, la banda española y los rockeros ingleses. Difícil decisión cuando has pagado una entrada que en rigor, no es tan barata como quisiéramos pensar que fue. Pero más allá de eso, el dedito para abajo va porque es una falta de respeto poner dos tremendas bandas simultáneamente y en escenarios separados por pocos metros. Un abuso cuando el sonido no es el mejor y la coordinación se desborda justo cuando más importa. Claro, es preferible haber tenido la posibilidad de escuchar Ska-p o Deep Purple y no bajar una banda para subir a la otra. Pero seamos honestos, tuvimos que elegir y por instantes, se fusionaron peras con manzanas. Rock clásico y ska. En todo caso Ska-p resistió a la irrupción de Deep Purple en el Sativa Stage. En buen chileno, le hicieron la collera. Terminaron el show a pesar de que varias veces los apuraron. Pero, ellos ¡insistieron! La presentación de Ska-p fue casi tan buena como la presentación en el Nacional hace 10 años, cuando fueron teloneados por Los Miserables o cuando se presentaron en Arena con A77aque. En ese sentido, hay que destacar que la banda de ska mantenga sus canciones tan vivas debido a las problemáticas que aborda, su energía y lo aplicables que son sus letras a estos días. Tomar partido ante los hechos y “joder al sistema” no es cosa menor. Ska-p lleva más de 20 años cantándole a Palestina, a la cannabis, a la Iglesia, los toreros, inmigrantes y todas las críticas y problemáticas que engloba su música.
Ska-p tiene ese ánimo que prende a los punkis de siempre y a la nueva camada de adolescentes, pero de todo ese público transversal y diverso, nace una masa que protesta y salta mientras Pulpul vomita desprecio al estado del bienestar/malestar, Israel, la prohibición, el capitalismo, etc. Lo que sucede frente a los españoles es que se genera una instancia de desahogo y protesta musicalizada. Una turba de incomprendidos cantando sus penas y decepciones, eso sí con rebeldía y fuerza. Con aspiración a que el mundo escuche que “somos más”, que Palestina no está sola y que aquello no fue guerra sino un genocidio.
Una masa que danza ska a saltos y patadas, que levanta el puño y entiende y cree lo que canta. Que importante es eso, creer lo que uno dice, sino que vacío se siente el griterío. Escuchar a Ska-p tan vigentes gracias a sus letras hizo que el frío y la espera valiera la pena. Hace pensar que deberian ser más los que canten al horror e inviten a la insurrección. Ska-p no se olvida de Carlos Juliani, asesinado Solamente por pensar por los carabinieri fascistas en Italia, no se olvida de los inmigrantes y les hace un tributo con Mestizaje. Destruye al torero con Vergüenza, se burla del Tio Sam, increpa a Israel con Intifida y nos re-une con el Vals del obrero, entre otras cosas lindas que nos replantean al ritmo de trompetas y esa fusión de ska-punk, matices latinoamericanos y sonidos de mundo.
En el Sativa Stage estaba Deep Purple y su lista de hits de rock clásico. Los ingleses correctos en las ejecuciones prendieron a un público que se notó menos prendido que el que bailaba ska a pocos metros. Sin embargo, la banda de gran nivel musical, se paseó por sus temas clásicos y finalizó el Legalize 2014 con altura.
Mi versión de este festival está marcada por quienes ocupan sus micrófonos como un instrumento de denuncia y abren los ojos ante las injusticias de todo ámbito. En el escenario de un Festival que legitima y suma artistas a una demanda ciudadana real e informada, aprovechar que miles de personas te escuchan para tomar posición y partido ante un sistema –que en muchos puntos-funciona mal, es y será siempre una buena experiencia. Dedito para arriba para Portavoz, Sol y Lluvia, Jorge González y Ska-p.