Dos enormes pizarras, de casi ocho metros de longitud por casi tres de alto fueron colocadas en dos parques en Perú, para que la gente plasme con tizas de colores, lo que anhela hacer luego de la pandemia.
La iniciativa se denomina el “Muro de la esperanza” y sobrepasó las expectativas de su principal promotora, la ONG Suyay Collective, al registrar, hasta ahora, unos 5.000 anhelos escritos en ambos muros, informó la agencia AFP.
La novedosa propuesta se ha convertido, además, en una atracción turística en el distrito de Miraflores, en el sur de esta capital de 10 millones de habitantes, a la que no llegan visitantes extranjeros desde que la pandemia irrumpió en marzo en Perú.
Con la llegada de la primavera (austral) y superada en agosto la etapa más dura de la pandemia en Perú, los limeños han vuelto a los parques y muchos aprovechan para leer los anhelos que otros dejaron en el muro o escribir los propios para «cuando esto termine».
Alejandro Delgado, líder de la ONG Suyay Collective, manifestó que «el miedo se contagia, pero la esperanza también; entonces pensamos que si nos toca contagiarnos de algo, que sea de algo bueno», recalcó.
Deseos de viajar, de ver a un ser querido, reflexiones, reivindicaciones territoriales o deseos de tener sexo están plasmados en letras de diversos tamaños y colores en las pizarras.
«Ir a Torino a ver a la Juventus», «Recorrer el mundo», «Yo quiero ir a Venezuela con mi novia».
Otros quieren «Valorar la segunda oportunidad», «Recuperar el tiempo perdido», «Ver a mi familia unida», «Que abran la escuela», «No temer abrazar» o hasta «Voir mes amis» (Ver a mis amigos, en francés).
Diversos anhelos, con el común denominador de la enorme incertidumbre del momento que se vive, quedaron plasmados en las pizarras negras colocadas en el Parque Central de Miraflores y en el Parque Grau (del mismo distrito y situado a orillas del mar).
«Yo quiero volver a ver a mi familia en Italia», escribió anónimamente alguien con tiza rosada. «Caminar libre sin mascarilla», reza otro mensaje en color lila. «Abrazar otra vez», dice otra frase escrita en blanco.
Caricias de verdad
«Creo que todos ahorita estamos necesitando un poco más de libertad y es con lo que más me identifico también, yo también tengo ganas de viajar», dijo Lizeth Vilca, administradora de negocios de 26 años, mientras lee el muro del Parque Grau.
Las alusiones a la felicidad secuestrada por la distancia forzosa son numerosas en ambas pizarras, como «Ir a Chile a ver a mi hermana».
Hay uno que anhela simplemente «Sexo», otro con provocadora picardía quiere «Volver a comer carne humana» y uno más poético: «Trabajo remoto, clases virtuales, caricias reales».
La ingeniera civil Claudia Escobar, de 35 años, dice que leer el muro «da esperanza, da alegría, da risa porque la gente también es muy elocuente»
«A la gente le gusta también ver el lado positivo y tener esa razón, o esa picardía, para que otra gente se ría».
También hay esperanzas patrióticas: «Recuperar Arica y Tarapacá», las provincias que pasaron a manos de Chile en la guerra de 1879-1883; y «Recuperar el Huáscar», el buque insignia peruano en ese conflicto, capturado por el enemigo y convertido en un museo en un puerto del país vecino.