Ornitomancia / Juan Manuel Silva / Bastante /41 páginas
Por Daniel Tapia
De las aves, sus vuelos y lo que esto significa en el cielo, y de cómo interpretamos estos signos los humanos, se ha hecho bastante literatura. Desde los griegos en adelante tenemos registros. Parece que todavía podemos ver a Calcas aconsejando a Agamenón mientras el cielo es partido en dos por un ave de rapiña, como si no hubieran mediado miles de años entre esa escena y la del astrólogo que aparece en la tele. La adivinación por distintos medios ha sido y será siempre una actividad necesaria y lucrativa en la vida de nuestra especie. “Ornitomancia” es el arte de adivinar el futuro a través del vuelo y el canto de las aves y es el título que ha escogido Juan Manuel Silva para bautizar su nueva publicación. Esta vez son poemas los que conforman la entrega del autor de la novela “Italia 90”. Poemas que pueden ser leídos no necesariamente como predicciones y vaticinios, sino que como una lectura de la realidad bastante lúcida y clara, que intentan develar enigmas más que plantearlos aunque siempre con la posibilidad de la duda. Un intenso diálogo con la constelación familiar, con el presente y el pasado –y sí, también con el futuro- a través de los signos de los pájaros. No sólo como ornitología naturalista sino que haciendo de las aves un pretexto para interpretar hechos y recuerdos, para dialogar con vivos y muertos y hacer nuevamente difusas todas esas fronteras a través de sus versos: “Los antiguos adoraban este ser y su simbolismo / a través del trabajo de la visión y la sabiduría. / Son flechas que va sembrando el sol / el vector que peina la cabeza de la tierra. / Una idea, además, de que siempre hay / algo más allá.”, dicta en “Águila calva”, uno de los textos que va cerrando el primer capítulo.
Esta es la segunda vez que el título de un libro del autor tiene que ver con las aves. El año 2011 publicó “Cetrería”, inscribiéndose desde ahí en la tradición chilena de literatura de aves, donde por nombrar algunos, destacan “Arte de pájaros” de Pablo Neruda; el acierto pajarístico de Juan Luis Martínez; o la rotunda verdad de Lorenzo Aillapán, el hombre-pájaro-mapuche, nuestro más certero intérprete de los pájaros, para quien los signos indican que hay cambio de estación, que viene la lluvia o que hay un cardumen frente a la costa. Un aspecto que también trabaja a su manera Silva, asumiendo su trabajo como observador atento que busca en el ocio de mirar las aves un intersticio para negociar con el lenguaje, consciente de su búsqueda se advierte que este libro entabla con el lector una relación amistosa, distendida, donde no hay mucho espacio para complicarse: “[…] Yo también fui un pájaro / y me perdí como una conversación / entre teléfonos. / Hice lo que pude. Te quiero. Un beso.”, puede leerse en el poema “Gorrión”, en donde nos encontramos con un diálogo con el padre, donde la observación de algo pequeñísimo como un ave, puede ser una revelación o incluso algo destructivo para quienes lo presencian. O el ave como un símbolo de la migración, que también es un tema recurrente en el mundo literario del autor, donde se despoja de su significado en el caos que presenta la realidad, pero que recupera un aparente orden ante la lucidez de las imágenes: “despídete ya de las largas descripciones / no tiene sentido calzar títulos nobiliarios / cuando la guerra es sólo un tiuque / que abreva sobre un vaso de vino.”. Así, Silva va confirmando su coherencia estilística donde destacan su meticulosidad y pulcritud, como advierte Carlos Soto Román acerca del bestiario personal que ha ido creando en sus libros anteriores.
Auspicio, del latín auspicium, de auspex (el que mira los pájaros), eso es lo que hay en estos poemas. Como a la antigua, un nexo entre lo que no podemos explicar y lo que sí nos es permitido entender, este autor no necesita del peso de la tradición pajarística para construir su propio nido, con sus leyes y coherencias, no tan ligero como las alas de los pájaros ni estridente como sus cantos. “Ornitomancia” es un libro auspicioso y celebra el buen estado de nuestra enjundiosa poesía.