Levántate y mírate las manos: Alturas Duo en Cochabamba

Una rememoración de la visita de Carlos Boltes y Scott Hill, integrantes del Alturas Duo, a Cochabamba

Levántate y mírate las manos: Alturas Duo en Cochabamba

Autor: Wari

Una rememoración de la visita de Carlos Boltes y Scott Hill, integrantes del Alturas Duo, a Cochabamba.

Estos días en los que podemos palpar las expuestas laceraciones en la piel de la tierra es imposible dejar de pensar en las caídas y resurgimientos que han constituido la historia de la humanidad. Es evidente que algo fundamental del mundo se nos desmorona. Y no sabemos lo que de ese desmoronamiento se levantará. Sin embargo, aun en el vértigo de la caída, encontramos a seres que con igual o mayor y misteriosa fuerza, conscientes de ello o no, ofrecen las horas de sus días para preservar el sentido de lo humano. En esa tarea encontré al Alturas Duo la semana pasada: un charango, una guitarra y una viola en manos de dos músicos comprometidos con el arte y con el espíritu del arte. El espíritu del arte que refleja la más alta posibilidad del hombre, la de de/mostrar lo que en realidad el hombre es.

Sí, tuve el regalo de conocer a estos dos artistas: Carlos Boltes y Scott Hill. Ya en su primera actuación fue muy fácil percibir la esencia de aquello que se lee en el resumé del dúo, son embajadores de buena voluntad de la Fundación chileno-americana que se conformó después del terremoto de Chile. Esto que es específico del compromiso que asumieron con Chile trasciende y en el escenario nos encontramos con una presencia, embajadora de buena voluntad de la preservación de lo bello en estos difíciles días. ¿Y de dónde la fuerza de esta presencia? De la combinación del virtuosismo con el afecto, con la calidez, finalmente, con el amor. El Alturas Duo pone en escena la más depurada técnica musical y un sentido. Un sentido que se articula en la elección de la música que interpretan, en los nombres de los compositores con los que trabajan, en esa encantadora construcción que es cada uno de sus conciertos y que amablemente también apoyan en palabras. En palabras para el público. Palabras habladas como en una conversación y palabras cantadas. Palabras que dan cuenta de la muerte de la Carmencita de Víctor Jara y de la muerte de Víctor Jara.

Sin duda alguna, uno de los momentos más conmovedores del programa que trajeron a Cochabamba fue cuando, en el último movimiento de El vuelo de tu alma, una composición del maestro chileno Javier Farías que se basa en temas de Víctor Jara, de entre las notas del charango y de la guitarra emergió, como con apremio, un canto: Levántate y mírate las manos/ Para crecer estréchala a tu hermano,/ juntos iremos unidos en la sangre./ Hoy es el tiempo que puede ser mañana… El canto, significado puro, en este caso era la Plegaria para un labrador. Y ese apremio, ese llamado acompañado de urgidos rasgueos vino ya no de la canción de Jara, sino de la inventiva musical de Farías y de las excepcionales posibilidades interpretativas del dúo. Comprendí el entramado de eso que estaba escuchando al recordar lo que me habían dicho una noche antes mientras yo intentaba aproximarme a ellos y a su trabajo a través de las preguntas que anoté en mi cuaderno: “en la música contemporánea”, me dieron una clave, “el intérprete puede conversar con el compositor”.

La propuesta estética del Alturas Duo es considerada como una de las más interesantes en el panorama mundial de la música de cámara, el grupo ha ofrecido conciertos en muchos países y ha tocado con importantes artistas de América del Sur y de América del Norte. Boltes y Hill tienen predilección por la música contemporánea, en especial por aquella de compositores que están vivos. Algo que parece importante en el hacer profesional del dúo es que encargan trabajos a compositores con los que ese diálogo que mencionaban como una de las principales características de la música contemporánea se hace más consistente y fluido. Me comentaron que la relación que el dúo logra con los compositores es de colaboración, hay una interacción que permite cierta ingerencia de los intérpretes en la concepción de la obra, como la de hacer sugerencias sobre las melodías de base, por ejemplo. Los compositores con los que han trabajado recientemente son Raimundo Penaforte, Javier Farías, Alexander Silas Walker, Yovianna García y Sergio Igor Chnee. “Al trabajar con los compositores se interactúa con niveles de mayor conocimiento musical”, opinó Carlos Boltes, “con todo lo que el compositor tiene en la cabeza en cuanto comprensión de la música, es como interactuar con maestros”. “Y también es posible hacer ciertos cambios después de la primera interpretación”, siguió Scott. “Hay compositores que después de los estrenos han cambiado algo de sus partituras”.

En mayo del 2011, Alturas Duo regresará a Bolivia para interpretar una obra del maestro paceño Javier Parrado, en la que contarán con la compañía del quenista boliviano Marcelo Peña-Lobo. Y en octubre del 2011, estrenarán una obra de Javier Farías compuesta para orquesta y charango, viola y guitarra.

Cuando pregunté por el nombre artístico que eligieron, me contaron que siendo uno canadiense y el otro chileno, lo que determinaba que no hubiese ni un territorio, ni una cultura, ni una lengua comunes, buscaron un paisaje que estuviera en la memoria de ambos, las montañas, las Rocky Mountains de la cadena que cruza la parte occidental de Canadá y la cordillera de Los Andes que llega estrecha al sur de Chile. Y, algo más, del paisaje espiritual de Carlos Boltes recogieron la voz de Neruda y, quizá, la de su propio padre que en el poema Alturas de Macchu Picchu claman: Sube a nacer conmigo, hermano./ Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado.

Esta elección, a mi modo de ver, está manifiesta en el aura que envuelve al dúo. Se transparentó, por ejemplo, en el repertorio que trajeron a Bolivia, que siendo dinámico, diverso, prefirió las notas que transportaban hacia altos territorios. El Estudio para charango de Mauro Núñez, una de las piezas inaugurales del programa, fue la primera que Hill y Boltes interpretaron juntos, hecho por demás significativo para marcar la trayectoria del grupo. La Sonata para viola y guitarra de José Lezcano se cierra con un movimiento que es un homenaje “a la tristeza de Buenos Aires”. El Desierto Suspendido sobre el cielo de Chile perdiéndose en el aire está presente en la Suite de Atacama, un arreglo del dúo en el que reúnen piezas de Horacio Salinas, Héctor Soto, Alberto Cumplido y César Palacios. Cada movimiento de esta construcción es como una reverberación del desierto. Espejismo, de Alberto Cumplido, repite notas que en su cristal reflejan, sueñan también el viento que llora/llama a Jimi, And the Wind Cries Jimi, un hermoso homenaje de Nolan Stolz a Jimy Hendrix, santo de la devoción de Scott Hill en el paisaje de su adolescencia. Ventolera de Hugo Lagos y Nubes pasajeras de Ernesto Cavour, inicio y final del programa, nos sostuvieron en las Alturas, las más altas, las más dulces, las más melancólicas y también las más llenas de esperanza.

En su gira por Bolivia, además de los conciertos, el dúo ofreció clases magistrales, me explicaron que la modalidad de la Master Class tiene una antigua tradición en el ámbito de la música clásica, son sesiones en las que los estudiantes pueden recibir la opinión y los consejos de los concertistas de manera directa y concentrada. En Cochabamba se reunieron con alumnos del Instituto Eduardo Laredo, en quienes encontraron gran talento y un espíritu musical muy desarrollado. Algunos de los estudiantes, pese a su joven edad, interpretaron para el dúo piezas muy difíciles. En palabras de Scott Hill, “solamente el memorizar la gran cantidad de notas que hay en partituras de esa complejidad, es un gran logro”. Tanto Hill como Boltes expresaron que les complació mucho el que los estudiantes respondieran a la convocatoria que se realizó y acudieran para mostrarles lo que están haciendo.

Me atreví a pedirles que recordaran el momento que definió de alguna manera su destino como músicos. Carlos recordó sus dieciséis años, era estudiante de arquitectura y tocaba charango en el grupo chileno Barroco Andino. Entonces se propuso comunicar a su padre que dejaría la arquitectura para dedicarse por completo a la música, su decisión rompía con lo que en su medio social se esperaba de él. Al escuchar al hijo, el padre respondió con inteligencia “tendrás que ser valiente.” Scott cursaba las carreras de psicología y de profesorado de música. Un verano decidió practicar guitarra, muchas más horas de las que habitualmente practicaba, eso le obligó a recortar las horas del trabajo para su manutención, aunque no tuviera más que un colchón en su habitación de estudiante. Scott recordó un momento más en el que decidió por la música pura: Decidió no hacer el doctorado, sino dedicarse a ser concertista.

Pregunté por las características que a su parecer distinguen el panorama musical de hoy. “Antes, el músico era muy especializado, actualmente, los músicos abren sus horizontes”, me dijeron. “El trabajo que realizan los músicos está cruzado por el folclor, por varios tipos de música. La mundialización se hace visible en los performances. Es necesario reaccionar ante las nuevas formas de comunicación que tiene el mundo, la gente está buscando diversidad en todos los sentidos. El músico del futuro va a hacer muchos tipos de música”, opinaron.

Cuando pregunté por la importancia de la técnica, opinaron que la técnica es una herramienta, es un medio, no un fin. La técnica ayuda a expresar mejor, el concertista está en la obligación de desarrollar las más depuradas habilidades técnicas para lograr una interpretación que sea lo más fiel posible al compositor.

A la pregunta de rigor, que indagó sobre los intérpretes que estos dos grandes intérpretes admiran más, Scott mencionó a Assad Brothers, a Vladimir Ashkenazy, a David Russel y a Manuel Barrueco. Carlos mencionó a Yo-Yo Ma, a Illapu, a Carlos Pérez y a Gidon Kremer.

Yo, e imagino que Carlos Gallardo y Fabiola Ybarnegaray, y todos los que pudimos aproximarnos un poquito al alma de estos músicos, tendremos en nuestra lista de intérpretes favoritos al Alturas Duo, con todo el viento que trae ese nombre.

Por Vilma Tapia Anaya

Escritora y poeta boliviana


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