Puta que es rico ver series. Este nuevo formato se convirtió de un momento a otro en parte de nuestra canasta básica de consumo, tiñendo con su influjo muchas de las escenas que inventamos a diario. Hábitos de pareja, fanclubs, aumentos en el ancho de banda, angustia frente a un posible spoiler en alguna red social, nos resultan tan naturales como esas devociones que las teleseries de moda provocaban en la gente hace algunos años atrás.
Acostumbrad@s a tanta oferta en este formato –principalmente extranjera-, las exigencias a la hora de aceptar el compromiso de seguir una serie aumentaron. La historia, su lenguaje visual, su banda sonora, son algunas variables inquebrantables al momento de apostar nuestro tiempo por tal o cual propuesta.
Digresiones, familia y velocidad
Hace algunas semanas apareció una nueva web serie nacional llamada Los Buenos Cabros que ya lleva 4 capítulos emitidos. Sus responsables son Equipo TV –un grupo de actores que se inició como la compañía teatral Equipo Teatro y que luego empezó a generar contenidos a través de un canal de Youtube-. La historia cruza la simpleza y el sumo absurdo: en formato de falso docureality, un papá abandona a su familia que está compuesta por cinco hijos de diferentes madres; su huida se extrema con la decisión de operarse e implantarse prótesis mamarias y tras diez años de ausencia, regresa a casa. Tan real, tan pitiá.
El eje por donde transita toda esta producción es el absurdo con su encantadora arbitrariedad. Pablo Greene, escritor y director, formula en cada capítulo una permanente apuesta, una que en clave comedia exige a la audiencia abrirse a las risas teniendo la guata y la cabeza absolutamente atentas a esos 12 minutos de velocidad y sinsentido –ese del bueno, eso sí-.
Variable #1 – El ritmo: Si bien no pertenezco a generaciones como la millennial o esas que vienen después, eduqué mi gusto por consumir narraciones que se permitan la rapidez como ritmo permanente. Los Buenos Cabros sucede a un pulso colérico en que tanto el montaje como el desarrollo de diálogos avanzan frenéticos, atropellándose, superponiéndose incluso a voluntad por sobre otros mensajes que quizás eran el remate de una situación graciosa pero que a la hora de pensarse como parte de un todo, merecen ser interrumpidos por esa frescura que exige habitar el absurdo.
Variable #2 – Digresiones: Buena parte de las propuestas creativas que logran alta popularidad radican en el hecho de que sus historias caminan bajo un cierto control y/o permitiéndose sorpresivos quiebres cuya naturaleza es más bien argumental, sin embargo lo que pasa con esta web serie es presenciar un atrevimiento pleno por la disrupción, articulando muchas de sus situaciones como una posibilidad abierta a que se diga o a que pase cualquier cosa. Al azar pienso en una escena en donde Melvin –el segundo de los hermanos- habla con el director de este falso docurreality acerca del plan para robarse un cajero y sin previo aviso, ese diálogo se convierte en un fugaz momento de homo coquetería. Notable digresión.
Variable #3 – Política: Ahora que somos testigos de reflexiones respecto a la naturaleza del humor y si es que este debe ajustarse a algún tipo de límite, Los Buenos Cabros instala discursividades puntudas, valiéndose con lucidez de muchas herramientas que el universo del absurdo ofrece. A través del incómodo sarcasmo –como cuando un posible comprador de las cosas que venden estos hermanos, los “insulta” citando a los mapuche- o asumiendo de frentón una postura sensata –como cuando Ariel, el más chico de la familia, critica los comentarios machistas y misóginos de Fito y Melvin-, cada capítulo se urde como un relato profundamente político que en clave comedia apuesta por entretener a la audiencia e interpelar a sus íntimos juicios.
Esa locura que te hace falta
En tiempos en donde un 32% de la población chilena prefiere quedarse viendo series en su casa a pasar un rato con amigos o la familia (según un estudio de la PUC y la agencia Media Interactive), el desafío para nuestra/os creadoras/os de contenidos audiovisuales –ya sea en la web o en la tele- es tan enorme como auspicioso. Así como hace años entendimos que el darse un gustito era ir una vez a las tantas a comer comida china y de repente nos empezamos a hacer un cariñito pidiendo sushi a la casa, del mismo modo pasó que sin darnos cuenta convertimos a las series en un formato necesario para vivir nuestros tiempos de ocio.
Si bien Netflix, HBO y otras plataformas cubren gran parte de nuestras necesidades de ficción, el mercado nacional también se ha permitido proyectos que hablan desde nuestra territorialidad e imaginario. Ejemplos de web series como Gastos Comunes, Gringolandia, Mamones o Psicóticas Inseguras, confirman este refrescante ánimo por contarnos historias desde un lugar propio y este proyecto de Equipo TV viene simplemente a reafirmar este espíritu. Por eso, cuando te den ganas de sacudir tus lugares comunes y aceptar el desvarío como una experiencia de goce, Los Buenos Cabros vibran en ese descontrol que te estaba haciendo falta.
Ficha Técnica
Escrita y dirigida por Pablo Greene
Elenco: Mario Ocampo, Juan Anania, Álvaro Valdebenito, Abel Zicavo, Camilo Zicavo, Claudio Arredondo, José Antonio Raffo, Valentina Parada, Felipe Rojas
Producción ejecutiva: Guillermo Migrik
Montaje: Valeria Hernández
Asistencia de dirección: Claudia Huaiquimilla
Producción general: Franco Bertozzi
Dirección de fotografía y cámara: Andrés Martinoli
Dirección de arte: Meliza Rojas y April Gregory
Sonido: Diego Rencoret
Post imagen y color: Hernán Saavedra
Diseño gráfico: Ignacio Pimentel
Música original: Sebastián Abraham, Alekos Vuskovic
Locuciones: Darwin Le Roy
Prensa: Francisca Babul