Yo no canto por cantar /ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra / tiene sentido y razón.
Víctor Jara
Panteras Negras es una banda de hip hop que ha tenido la fortaleza de pasar 25 años por los escenarios de este país sin grandes afiches, sin la domesticación de los canales de la tele pituca y sin la pretensión de estar blindados por el discurso pegajoso de un momento. Por el contrario, se han forjado a fuego y sangre bajo ese sol brígido que pegaba en el cuello de los que cruzaron la capital durante la dictadura desde las calles de la población Huamachuco para decirle al mundo que en la misma marginalidad de la Violeta Parra, de Víctor Jara, de Quelentaro o de Jorge González cabe también un espacio para la metralleta rebelde de los cabros choros de la música nacional. Recientemente se publicó el libro Reyes de la Jungla: Historia visual de Panteras Negras, que es una crónica que de la mano de su líder y fundador, Lalo Meneses, retrata todo el proceso que pasaron desde ser los cabros que bailaban Brakedance en la plaza de Renca hasta convertirse en la agrupación de Rap más importante y más influyente de Chile.
Reyes de la Jungla
El libro en sí mismo es una de esas joyitas que uno agradece. Primero porque la bella edición que hizo la editorial Ocho libros está a la altura de un retrato que mezcla un trozo oculto de la música nacional; y segundo porque más allá de ser un libro de crónica fotográfica es también una crónica personal del Lalo LB1 Meneses quien, con una prosa rápida y clara, inteligente, como freestyle, va desentrañando todo el proceso personal y grupal que los llevó, desde ser unos cabros lúcidos de pobla hasta convertirse en un grupo que ha dicho las cosas por su nombre, sin esconderse detrás de artilugios sonoros ni de palabras rebuscadas, convirtiendo el ritmo de la calle y la jerga en balas que apuntaron donde había que apuntar. En dictadura le tiraron al dictador y en democracia le tiraron a la manoseada reconciliación de la concerta. Le dieron a los pacos y les dijeron “paco maldito” para identificar a ese policía que entraba en las poblaciones con la cara pintada y la metraca en la mano mientras, en el otro lado de la ciudad, la gente bien miraba Martes 13 y soñaba con comprarse un auto beige.
Mi historia personal
Cabe la casualidad de que los dos primeros cassettes que me compré en mi vida fueron el Reyes de la Jungla y el Atacando calle. Corría el año 1996 y yo era de los pendejos que coleccionábamos puras copias pirateadas de NWA, Cypress Hill, Snoop o Eazy-E. Música gringa de un rap que apenas comprendíamos. A veces alguien llegaba con una copia del primer disco de los Tiro de Gracia y con el primer disco de la Pozze Latina (otra de mis bandas favoritas y quizá la primera que metía un contenido latinoamericano en mi cabeza). Sin embargo recuerdo perfectamente cuando me fui a meter a una disquería y luego de pasear por las estanterías agarré los dos discos de Panteras Negras y los compré. Lo empecé a escuchar y me rallé con los samplers de Salvador Allende, con las historias de calle, con la rabia dura y arrojada de esos raperos que no querían andar en un auto lleno de minas rucias, sino que querían atentar contra el poder para devolverle al pueblo una pequeña cuota de lo que nos han venido robando desde que Chile es Chile. Desde ese primer día en que los escuché y hasta hoy han permanecido dentro de mi banda sonora personal y han musicalizado desde las tardes más podridas de un domingo en los años 90 hasta las manifestaciones del 2011 cuando me los llevaba en el pendrive para sacarle fotos a los pacos al ritmo de Guerra en las calles.
Hoy, luego de ya casi 20 años, los sigo escuchando y queriendo porque Panteras Negras es una de esas bandas que me levantan de la silla y me enseñan que hay que seguir peleando, a pesar de que nunca vamos a ser famosos, así como a ellos nunca los van a tocar en la radio ni los van a subir a los grandes escenarios del glamour, sin embargo la consigna es otra, ya que ellos siguen construyendo la identidad desde la pobla, desde la gente que camina a la pega; porque Panteras Negras es el ritmo sanguíneo de los que nos levantamos cuando en Santiago todavía es de noche para llegar a trabajar en medio de este sistema político que nos tiene por el culo con deudas, montajes, isapres, créditos, metro y transantiago. Y a pesar de ello no nos pueden hacer callar.
Volvamos al libro
En esta crónica visual y textual encontramos historias de vida y de música. Pasan por sus páginas las personas anónimas que construyeron la calle y la avenida íntima de Meneses, Chino, Pita, Rata, Juez y compañía; así como también aparecen como personajes maravillosos el Jimmy Fernández, Pedro Foncea, Juan Órdenes y otros más del FPMR, Jorge González y hasta Nico Landa de los Auténticos decadentes. Es decir, en este libro hay un sinfín de personas que ayudan a comprender, que para convertirse en músicos que aguantan 25 años en este país de mierda, hay que ser persistentes, ir a todas, pelear las peleas con la frente en alto y saber que más allá de afinar la voz hay que saber cantar con sentido y razón como decía Víctor Jara, porque ya sabemos que cuando una canción es puro estribillo al final es letra muerta.
Panteras Negras es, a estas alturas, una más de las bandas de la música nacional chilena. porque ya no pueden decir que el hiphop es una música de un piño de pendejos, tal como dijeron siempre, ni pueden confundir a los que rapearon desde los 80 con los pelotudos que entraron bailando regetón a una disco y soñando con usar las pilchas cuicas blinkblink del capitalismo. No, eso jamás. Porque la música que salió desde la lucha y la marginación trayendo un discurso de clase, político y sin freno, no se llena de collares y zapatillas de 70 lucas, sino que demuestra con la palabra que el discurso es parte fundamental de aquella identidad que fue dejando registro de la cultura que los gobiernos trataron de ocultar bajo la alfombra, igual como lo hicieron con Violeta Parra en su momento, pero al igual que a los grandes marginados de nuestra música popular, a los Panteras no los pudieron comprar ni domesticar, ni pudieron matar la rebeldía que venía pegada en la piel de los peleadores más duros del under. Además fueron los que abrieron la posibilidad a que una nueva generación tenga asidero y tablas para seguir diciendo las cosas por su nombre. Como Subverso, Lechero Mon, Portavoz y tantos otros que hoy llevan puesta la jineta de lucha a pesar de que la música que exportamos siga siendo la de las niñas pitucas que se apellidan bonito y cantan canciones pelotudas y sin patria, como si en Chile llovieran las lucas del cielo para que andemos todos bailando como niños lindos en medio del bosque.
Reyes de la Jungla, historia visual de Panteras Negras es uno de esos libros que jamás irán a parar a los más vendidos en las listas del Mercurio, y que bueno que así sea. Tampoco es un libro que alguien desprevenido llevaría para un regalo de cumpleaños. Pero es un librazo de aquellos que uno le pasa a los hijos y les dice “mira, lee, aprende cómo es la vida en Chile porque lo que te cuentan los libros de historia está escrito con la pluma mierdera del conquistador”.
Agradezco a los editores por darse el trabajo de reconocer a los Panteras Negras. La cuidada edición de Marisol García y agradezco el trabajo choro, honesto, de Lalo Meneses quien todavía no se sienta a llorar en las piernas de los agregados culturales y, por el contrario, sigue machacando, desde las escuelas de Rock de Balmaceda Arte Joven y también desde las radios de todos sus seguidores para decirle a los poderosos y a los ladrones que nada ha terminado porque “la deuda quedará saldada al comenzar tu muerte al filo de mi espada”.
Compañeros Panteras, mi respeto.
PD: Les dejo como aviso que el jueves 5 se presenta el libro en Valparaíso para que vayan por un ejemplar.