«Nací rodeada de alfombras, ellas han impreso un imaginario en mi». Nieta de inmigrantes griegos, Alexandra Kehayoglou se crió en una familia que supo conservar su antigua tradición textil. Valiéndose de los recursos que la rodean desde chica, desarrolla su obra en alfombras y tapices de lana tejidos a mano.
Alexandra utiliza retales e hilos de la fábrica de su familia en Buenos Aires y le lleva hasta dos meses crear una pieza.
«Me dí cuenta del conocimiento que tenía sobre las alfombras estaba en mis genes. Usarlo como artista se volvió inevitable. El estilo que he creado es una abstracción de los paisajes de mi país. Me gustaría que la gente que viera mis obras sintiera que está entrando en un nuevo contexto. Las obras son grandes y parecen infinitas. Están hechas para ser portales que tienen el poder de llevarte donde están tus recuerdos».
¿Pero qué es lo llamativo de su trabajo? Pues, evidentemente, sus originales piezas textiles que se transforman en grandes alfombras y tapices. Porque, además de representar una estética visual muy ligada a la naturaleza, se convierten en pequeñas y exclusivas obras de arte que, por su forma, proceso de ejecución y concepto, no hay dos iguales.