En ciertos casos, hablar de un grupo es a la vez hablar de un solo disco, sin que esto sea sinónimo de un campo de referencia diminuto. La historia de Malalche ha atravesado difusa tres décadas, rodeada de misterios, mitos y un puñado de canciones, que sorprenden por las diversas tensiones que dentro de ellas se resuelven.
Que tengamos hoy la posibilidad de conocer a Malalche (“gente acorralada” o “gente relegada”, en lengua mapuche) es, en gran medida, una casualidad.
Porque nunca se concibió como una banda en el sentido típico. Es decir, no había ensayos ni presentaciones en vivo. Por tanto, tampoco hubo discos producidos de la manera como, tradicionalmente, suelen hacer los grupos musicales, ni una distribución planificada, ni sellos ni dinero de por medio.
Y digo que es casualidad porque no es la “sociedad de la información” la que tiene la explicación exclusiva del cómo nos enteramos de su existencia. Más bien, la afinidad entre ciertas personas o algunos proyectos musicales y editoriales, generaron las condiciones para que esta agrupación marginal, pudiese ser conocida y disfrutada por nuevos auditores, casi siempre músicos y/o curiosos amantes de los sonidos menos conocidos de una época, que reconstruyen esa otra historia que ha sido olvidada.
El contexto es el siguiente: Entre los años 1979 y 1981, un grupo de amigos se juntaba a tomar vino tinto -o a decir de ellos mismos, a cahuinear- en una casa de calle Lord Cochrane con Santa Isabel, centro de Santiago. La represión de la dictadura pinochetista había transformado la vida de los chilenos en un gris espectáculo de miedo, silencio y pasividad. Por eso, en esas reuniones “liberaban tensiones o evadían su realidad” (tal como señalan en las notas interiores del disco), y entre la conversa fluía la creación musical, casi como terapia, ya que habían músicos profesionales y autodidactas. Quienes presenciaron esas sesiones musicales fueron los responsables de que el material fuese registrado.
De estas grabaciones, se construiría el disco “Cahuineando”, 18 temas, en su mayoría breves, que juntos configuran una obra que parece ser una sola de principio a fin.
LA LEYENDA DEL TRAUCO
Las grabaciones de “Cahuineando” se hicieron de manera independiente, en condiciones “absolutamente artesanales”, indican las notas del disco, ya que había cierto desprecio a la dinámica de relaciones de la “volá musical santiaguina”. En este mismo sentido, los integrantes de Malalche y sus colaboradores decidieron identificarse sólo con sus apodos, para así “mantener el espíritu de antigloria” que los caracterizó.
De los miembros originales del grupo, ha sido posible hablar con Simón Aliste, más conocido como Tavo, quien en los créditos aparece ejecutando algunas guitarras y bajos, pero que, principalmente, se aplicaba en los sintetizadores.
En reciente conversación, señalaba que una de las ideas bajo el concepto del disco (que al principio, no era más que el registro de largas sesiones de improvisación, de los que, posteriormente, se seleccionaron fragmentos) era desarrollar una especie de Canterbury chileno, considerando el gran número de mitos presentes en nuestra historia.
Por eso, “Cahuineando” es un viaje musical a las atmósferas de la isla de Chiloé, donde seres mitológicos como La viuda (mujer que se aparece en los caminos para enamorar a los hombres, con fatales consecuencias) y el Trauco (personaje de los bosques que embaraza a las jóvenes vírgenes) o legendarios como el Caleuche (barco fantasma utilizado por los brujos para trasladarse) son invocados en miniaturas sonoras de una oscuridad reluciente, que negaron –en su época y hoy- integrarse a la corriente principal de música “de avanzada”, dominada por acercamientos “serios” a la fusión del rock con el jazz, o vertientes más academicistas o sinfónicas, que abordaban asépticamente no sólo el rock y el jazz, sino también el folklore, producto de motivaciones que, ciertamente, se relacionaban con las directrices de la izquierda dominante.
Musicalmente, “Cahuineando” es un disco que, en definitiva, tiene un sonido limpio (mérito del “Apóstol Luis”, quien remasterizó la versión para disco compacto) y orgánico, a pesar de la preponderancia del teclado. Baterías programadas que, aunque muy básicas, sirven de soporte a flotantes devaneos instrumentales; bajos circulares, guitarras sicodélicas y etéreas, y un colchón sonoro construido por sintetizadores, permiten expandir la conciencia a medida que se adentra en la escucha. La improvisación volátil fluye con naturaleza y libertad -no sometida al tono, también hay algo de ruido- y las no menores capacidades técnicas de los músicos fortalecen el conjunto de la obra.
La presencia de voces es escasa, salvo en las declamaciones de “El huaso Miguel”, quien recita campechanamente, en dos momentos, líricas inspiradas y dedicadas al Trauco (¡el epílogo emociona!). Entremedio, también se encuentran sonoridades de la naturaleza y grabaciones de campo en los que se escucha trabajar a la curandera mapuche llamada “Abuela Maco” (“Ungüento para encantar mujeres”) o a un grupo de viejas católicas en cadena de oración (“Religión”, el tema más largo del disco, con casi 9 minutos).
Sin duda, el halo general de “Cahuineando” es misterioso y tétrico, acercándose en ciertas atmósferas a bandas como The Residents (un referente esencial para Tavo), aunque otra influencia confesa, pero no muy notoria, es el Rock in Opposition. Este halo sombrío es notablemente conseguido, considerando lo básico de la infraestructura instrumental y de grabación. A medida que las escuchas se van acumulando, el disco se percibe más unificado y el sabor que deja es como el de un buen vino en invierno, deleite al paladar (oídos) y estimulante/relajante para el sistema nervioso.
El disco ha recibido poca cobertura de prensa (un programa de música de vanguardia de Radio Beethoven lo tocó alguna vez y un reportaje del diario La Época de inicio de los ’90, mencionaba a Malalche -junto a sus amigos de Agrupación Ciudadanos (antes, Agrupación Hurbanística) como gloria del rock experimental santiaguino) y nunca fue tocado en vivo en su integridad.
De acuerdo a lo que señala J.C, en un artículo llamado “Malache: tradición de antigloria”, aparecido en el octavo número de la revista Fakxion (enero 2006), para este colectivo no valía la pena hacer música pensando en presentarla en vivo e incluso Tavo sostiene que “preparar un set para presentarlo en vivo es prostituirse”. Esta actitud, según el texto, podría rastrearse en casos como el The Residents, quienes atribuían al desconocido N. Senada la llamada “teoría de la oscuridad”, materializada por el grupo en “Not Available”, según la cual habría de grabarse “sin tener al “público” en mente”, y editarse, “supuestamente, una vez que se hubiese olvidado totalmente su existencia”.
DISCO BEAT
“Cahuineando” fue editado primero en cinta en 1988 y luego reeditado en 2001 en disco compacto. Tavo comenta que le han contado que el disco lo habría reeditado un sello japonés, lo que “le da lo mismo, ya que nunca ha buscado fama ni dinero”, pero esto no ha sido comprobado.
El disco puede ser adquirido en la “Disco Beat”, disquería que regenta Tavo hace más de 25 años, ubicada en el segundo piso de la Galería San Diego, lugar de libros y discos, casi llegando a la Alameda. En la disquería hay una variado catálogo de vinilos y cd’s, principalmente rock y jazz, revistas, dvd’s y otros artículos musicales.
J.C en el texto aparecido en Fakxión, señala que antiguamente este lugar era uno de los únicos donde se podía ser iniciado en bandas y músicos tales como Faust, Etron Fou Lloublan, Captain Beefheart, Eno, Renaldo and The Loaf, Cassiber, Art Bears, Pere Ubu y muchos otros. Es probable que la puerta esté siempre cerrada, pero basta con tocar. Tavo confiesa que ahora no vende mucho, pero que mantiene abierto porque no le interesa la plata, sino generar un lugar donde los que lleguen sean personas verdaderamente interesadas en la música. “Esto es como un templo”, dice.
Se ha rumoreado que, en ocasiones, Tavo no sería muy cortés con sus visitantes, pero esto no pasa de ser un rumor. Probablemente, esta idea tenga origen en el mito (ahora confirmado por él mismo) que cuenta que hace algunos años lo visitó Eric Clapton, en busca de un artículo que poseería, que tendría mucho valor sentimental para el guitarrista inglés, pero Tavo, tras una discusión con los acompañantes de Clapton, decidió no atenderlos.
Más allá de esto, debo decir que en varias ocasiones he podido compartir con él y otros comensales que llegan hasta “el templo” algunos maravillosos discos y conversaciones, no sólo musicales, en un emocionante ambiente de camaradería a la antigua.
Mientras los autos y micros inundan las vías de San Diego y el ajetreo de la calle, poco espacio deja al silencio y la observación, Tavo se refugia en un universo plagado de laberintos musicales y “Cahuineando” aguarda en los cajones, con la certeza de ser hoy una pieza marginal, que a más de un cuarto de siglo de su nacimiento, se mantiene digna y maravillosa todavía.
Para más información, puede visitar un Myspace de Malalche, administrado por Prieto Buratti, “el mota”, bajista de Malalche y músico de larga trayectoria, en el que, sin embargo, sólo hay un par de canciones de la agrupación, entre ellas “El Trauco”.
La comunidad virtual ya subió el disco a la red. En dos partes (.rar): http://lix.in/f445292e
http://lix.in/ef19208b
Por Cristóbal Cornejo G.
El Ciudadano