Más de 10 mil imágenes liberadas en Internet para uso y distribución libres

DOS MIL AÑOS DE LA CULTURA DE LA HUMANIDAD SE PUEDEN ENCONTRAR GRATIS Y AL ALCANCE DE TODOS GRACIAS AL MUSEO LONDINENSE WELLCOME COLLECTION EN SU PÁGINA Wellcome Images A pesar de ideas de creación liberadoras como la de El libro de los pasajes de Walter Benjamín, la literatura ha seguido mostrando y fomentando desde hace […]

Más de 10 mil imágenes liberadas en Internet para uso y distribución libres

Autor: Andrea Peña

DOS MIL AÑOS DE LA CULTURA DE LA HUMANIDAD SE PUEDEN ENCONTRAR GRATIS Y AL ALCANCE DE TODOS GRACIAS AL MUSEO LONDINENSE WELLCOME COLLECTION EN SU PÁGINA Wellcome Images

L0017752 Venus's bathing, a woman swimming in the sea at Margate.

A pesar de ideas de creación liberadoras como la de El libro de los pasajes de Walter Benjamín, la literatura ha seguido mostrando y fomentando desde hace más de tres siglos una visión pacata y conservadora al respecto de su libre uso y distribución, como describe claramente en su ensayo “Copyright y maremoto” Wu Ming 1 (seudónimo de Roberto Bui) que aparece en el libro Contra el Copyright editado por editorial Tumbona:

Es lo que el poder económico llama “piratería”. Es el movimiento real que suprime el estado actual de las cosas. Desde que se impuso —no hace más de tres siglos— la creencia en la propiedad intelectual, los movimientos underground y alternativos, así como las vanguardias más radicales, la han criticado en nombre del “plagio” creativo, de la estética del cut-up y del sampling, de la filosofía do it yourself. Un vistazo retrospectivo nos llevaría del hip hop al punk al protosurrealista Conde de Lautréamont (“El plagio es necesario. El progreso lo implica. Retoma la frase de un autor, se vale de sus expresiones, cancela una idea falsa y la sustituye por la idea correcta”). En nuestros días esta vanguardia es de masas. Durante decenas de miles de años las civilizaciones humanas han prescindido del copyright, del mismo modo que han prescindido de otros axiomas falsos semejantes, como la “centralidad del mercado” o el “crecimiento ilimitado”. Si hubiera existido la propiedad intelectual, la humanidad no habría conocido La epopeya de Gilgamesh, el Mahabharata y el Ramayana, la Ilíada y la Odisea, el Popol Vuh, la Biblia y el Corán, las leyendas del Santo Grial y del ciclo artúrico, el Orlando enamorado y el Orlando furioso, Gargantúa y Pantagruel, todos frutos felices de un amplio proceso de mezcla y combinación, reescritura y transformación, es decir, de lo que se denomina plagio, casi siempre unido a la libre difusión y a presentaciones 27 en vivo (sin la interferencia de los inspectores tributarios).

Un claro ejemplo de esta achatada visión sobre el uso libre de la literatura es el famoso escándalo protagonizado hace poco por por la custodia de los derechos (que no de la ideología) de la obra de Borges, María Kodama, quien hiciera famosa la obra “El Aleph engordado” de  Pablo Katchadjian al acusarlo de plagio.

Pero por otro lado, afortunadamente, están los que luchan en pos del copyleft y todo lo que esta ideología representa, distribuyendo y fomentando el uso y reproducción libre de material de arte (benditos).

La idea de que el arte es para unos cuantos no va a cambiar hasta que no comprendamos que las ideas no nos pertenecen, que ya todo (incluso esta frase) está dicho muchas veces, de muchas formas distintas y no, y aún así, esas ideas nos siguen diciendo cosas sobre nosotros mismos.

Por el lado de la literatura está el caso del poeta conceptual Kenneth Goldsmith, quien es fundador de UbuWeb (en honor a Ubu Rey de Alfred Jarry), un portal que almacena cientos de videos, audios y textos de distintos escritores y artistas de vanguardia. Por otro lado, el museo Wellcome Collection, un peculiar museo londinense que se autodefine como “el destino gratuito de los incurablemente curiosos”, ha dado un paso más en esta política del libre uso y distribución del conocimiento colgando en internet un impresionante acervo de más de 100.000 imágenes que pueden bajarse en alta resolución y ser utilizadas libremente, si su uso no es con fines de lucro, claro. Wellcome Images es uno de los conjuntos iconográficos más ricos, variados y singulares del mundo. Dentro de este enorme acervo se pueden encontrar imágenes médicas de 1600, manuscritos de textos tibetanos de budismo, grabados de Goya, y un largo etcétera.

Sólo basta con viajar en esta red y descubrir la gran diversidad de imágenes de distintos momentos de la historia de la humanidad, completamente libres para su descarga, “dos mil años de la cultura de la humanidad”, como dicen los gestores de la colección, “dos mil años de la cultura de la humanidad”. En este viaje por el tiempo “ya se trate de la medicina o la magia, lo sagrado o profano, la ciencia o la sátira, usted encontrará más de lo esperado”.

Pensar que existe un origen puro, algo incorruptible por el entorno, es una idea inocente, desde que nosotros aprendemos por imitación estamos condenados a repetir distintos patrones que no necesariamente son parte de un origen incorruptible o puro, al contrario. Nosotros también estamos hechos de apropiaciones, pequeños “plagios” que van formando nuestra “particular” forma de ser. Nuestra personalidad es la suma de muchas personalidades, o como dice el protagonista de 500 Days of summer: “somos las canciones con las que crecimos, las películas que vimos”, y podríamos agregar: somos la suma de todo lo que hemos visto y hemos elegido (consciente o inconscientemente) imitar. Seguir buscando la “originalidad” o la pureza de este falso origen es como la idea nazi de la raza perfecta. Una idea que trunca la libertad, en este caso la libertad creadora.

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Fuente: PijamaSurf


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