Mista Coco, músico: «El motor que nos mueve en todo esto es la música de raíces»

Ya son varios los años que venimos escuchando el concepto de la autogestión para poder describir las lógicas con las que opera la manera de llevar a puerto cualquier proyecto creativo, siempre de manera autónoma independiente de si cuenta o no con apoyos públicos o privados

Mista Coco, músico: «El motor que nos mueve en todo esto es la música de raíces»

Autor: Carlos Montes

Ya son varios los años que venimos escuchando el concepto de la autogestión para poder describir las lógicas con las que opera la manera de llevar a puerto cualquier proyecto creativo, siempre de manera autónoma independiente de si cuenta o no con apoyos públicos o privados. Cualquiera sea la naturaleza de la iniciativa, el “hazlo tú mismo” pareciera ser la manera más concreta de poder realizarla y a propósito de esto, un gran ejemplo que cruza cultura, territorio y autogestión es la 12ª versión del ‘Natural Reggae Fest’, que se llevará a cabo este sábado 6 de abril desde las 14 horas en el Anfiteatro de San Pedro de la Paz.

Conversamos con uno de los músicos organizadores pioneros de este encuentro, Edgar Navarrete –conocido por su proyecto musical como Mista Coco– quien nos cuenta acerca de su historia dentro de la escena reggae local, sus acercamientos a la autogestión, qué significa llevar este tipo de proyectos desde la provincia y cómo este festival –distante de cualquier corporativismo- ha crecido y se ha instalado en el imaginario del público de la región con cariño y respeto.

¿Cuáles fueron tus motivaciones para instalar este imaginario reggae en el sur?

Creo que es el llamado de la negritud presente en nuestro ADN, porque no imagino de dónde se me ocurrió desde tan pequeño que la historia comienza en África y que las injusticias se podían hacer canciones. He conocido muchos amigos músicos y amantes del reggae y les ha pasado lo mismo. En mi caso siempre pensaba en ser un cantante de reggae cuando niño veía los videos de Marley, Inner Circle o El General en el canal 9, jajajajajaja.

Así fue como al entrar a la Universidad y conocer más allá del barrio me di cuenta que se podía organizar una movida y así fue como a través de un programa en la radio Clandestina de la U –en el foro- los miércoles teníamos una hora de reggae y eso se convirtió en un punto de encuentro de todos esos ‘nattydreadlocks’ que andaban ansiosos de conocer y compartir esta cultura. Luego hicimos un fanzine llamado Jah Love y nos dedicamos a propagar la cosa. Así fue como luego hicimos las primeras tocatas cargando los parlantes y con un solo micrófono en la sede del PC en Talcahuano con la intención de dar a conocer nuestra movida y reunirnos con los amigos en torno a la música. Esto fue el punto de inflexión porque la audiencia pasó de 20 a 200 amigos y hasta 300 personas en una tarde de domingo. De ahí en adelante todo tuvo un crecimiento bastante explosivo y los que hemos podido mantenernos en este circuito tuvimos la capacidad de tocar en todo Chile, grabar y vivir todo este proceso que hoy convoca multitudes.

¿Cómo observas esta escena, este estado del movimiento mirando 20 años atrás y lo que sucede ahora?

La evolución de la música y la cultura reggae en estos últimos 20 años, tiene mucha relación con la instantaneidad de las cosas, hoy cualquiera graba y cualquiera mete un hit en las plataformas sin necesidad de hacer ese recorrido largo que traíamos “los de antes”. El movimiento fue de un aprendizaje constante y mucho de ganar espacios, de hacer audiencia y cuidar la vigencia sin la presencia de Spotify ni Youtube. Era bastante de vibración y poco de bussiness, ahora si bien las condiciones han mejorado y económicamente es rentable, en esos tiempos el reggae era mucho más ‘kulcha’ –cultural- y según mi juicio, sólo para valientes, jajajajaja.

¿Cómo podrías definirte a ti mismo, considerando tus múltiples dimensiones (músico, gestor, creador)?

Me atrevo a autodefinirme como un guerrero, claramente ante todo pronóstico y con la idea de traer el Caribe al sur de Chile, imagínate poh. Una quijotada en su momento y que hoy parece ondero y normal. Podríamos decir que importamos el jamaican reggae y hoy en día estamos exportando el reggae y el dancehall con identidad sureña del Bíobio a punta de golpear puertas y esforzarse por seguir vigente con mi producción artística.

¿Cómo has visto la evolución de las audiencias en todo este tiempo?

Se renueva el público, los antiguos asistentes ya están en otra con familia, harta pega y poco tiempo y con honrosas excepciones, la mayoría de los seguidores son nuevas generaciones de amantes del reggae y el black music. Ya no es tan periférico sino más bien trasciende clases sociales, géneros y todo aquello que en un momento identificó la movida reggae rasta. Si no me equivoco debe ser uno de los géneros cuyo público está más fidelizado junto con el metal.

¿Cómo observas la figura de la territorialidad en el desarrollo de los proyectos creativos?

Respecto al territorio, el arraigo y la cultura que desarrollamos a través de la música y que llevamos a las letras por ejemplo tiene mucho que ver con esta identificación y con la manera en que nos nutrimos de las riquezas del entorno. A nosotros nos tocan bastante cerca diversos conflictos y movimientos sociales que sin duda se plasman en este libro de historias de reggae.

¿Cuál es tu mirada sobre el trabajo con marcas o con privados en la puesta en marcha de iniciativas como este festival?

Respecto a las marcas y la irrupción de estas en el negocio musical, creo que es algo necesario a la hora de masificar la música y llevarla a grandes espacios como son los grandes conciertos, la TV y la radio, obviamente. No podemos estar ajenos a esto sino más bien adaptarnos sin perder el horizonte porque el motor que nos mueve en todo este asunto es la música de raíces.

Por último, ¿Qué proyecciones ves con ‘Natural Reggae Fest’?

Respecto al festival , nos encontramos en un momento importante en que creemos que debemos dar un paso que nos permita ponernos en un nivel de producción más alto y sin perder la esencia de este, dar un salto y situarnos entre los grandes festivales latinoamericanos del género con todos los recursos y trabajo que esto implica.


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