Murió Bernardo Bertolucci, el famoso director de cine, que confesó haber planificado violación de una actriz

Bernardo Bertolucci, el famoso director italiano de cine, que confesó haber planificado la violación de la actriz María Schneider, en la película “El último tango en París” (1972), junto con el no menos laureado actor Marlon Brandon, murió este lunes en Roma, Italia, a los 77 años de edad, difundieron agencias internacionales de noticias.

Aunque su obra más premiada fue “El último emperador” (1987), que ganó nueve Oscar, fueron muchas las cintas que le erigieron como referencia en el último tercio del siglo XX, destacó el portal web marca.com.

Entre estos destaca “Novecento” (1976), “La estrategia de la raña” y “El Conformista” (1970), así como “El Cielo Protector” (1990), entre una larga lista de 27 cintas.

Escena previa a la polémica violación. Foto Web.

No obstante “El último tango en París”, se constituyó en una de sus películas más polémicas, por su carga erótica y también por la escena de violación y la violencia general ejercida por el personaje del actor Marlon Brando sobre el personaje de la actriz María Schneider.

Ésta, con los años, acusaría al actor y director, de que la violaron, en vista de no había sido informada de cómo iba a realizarse la escena. «Yo quería que sintiera la violación, no que la fingiera», confesó años después Bertolucci sobre la polémica escena.

Bernardo Bertolucci nació en Parma, Italia, en 1940, en la Emilia Romania roja y partisana, señaló una nota del diario El País de España. Hijo del gran poeta Attilio Bertolucci y de la profesora Ninetta Giovanardi, fue íntimo amigo de Pier Paolo Pasolini, defensor a ultranza del Partido Comunista y ávido lector de los fundamentos del marxismo y el psicoanálisis.

Fue guionista, productor, poeta y polemista. Retrató con nitidez extraordinaria a los desheredados de su época, prostitutas y otros seres socialmente marginados, también cierto tipo de burguesía de la época.

Bernardo Bertolucci. Foto Web.

Bertolucci supo impregnar su cine del aroma de las innovaciones de la Nouvelle Vague francesa, que destripó atornillado durante horas en las butacas de Cinémathèque parisina en los años sesenta.

Ahí vio de cerca el mayo del 68, que vivió también intensamente en Italia y retrató en Soñadores. No hubo en su cine estudios ni aprendizaje técnico. Al principio, como vio hacer a Pasolini, renunció incluso a actores profesionales y flirteó con las corrientes experimentales.

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