Caladiablo: Radiografía a los esquizoides del siglo 21

Caladiablo


Autor: Carlos Montes

Caladiablo. Independiente [2018]Si pensamos en alguna posible responsabilidad que tienen las y los artistas a lo largo de nuestra historia es la de apuntar con el índice y sin miramientos aquellas escenas charchas que transitamos nosotr@s humanidad, escenas de individuos frágiles con sus secretas autodestrucciones, escenas de un mundo que sangra por las canalladas que deciden algunos pocos, los mismos de siempre.

Violeta Parra, Víctor Jara, Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, Stella Díaz, son tantas y tantos quienes desde este terruño usaron sus instrumentos creativos para ofrecernos obras cuyo afán era simplemente mostrarnos a nosotr@s mism@s, algunos pasajes de todo eso que nos duele vivir, de eso que padecemos entre tantas horas de trabajo, tanta tele encendida, tanta política de cartón. Y por eso es que siempre se agradecen proyectos como Caladiablo, porque siguen manteniendo en alto esa tradición de disfrutar el verso y la música como un oportuno espejo de tanta cosa que nos sucede.

Canciones y crónicas del diablo

Caladiablo es el proyecto artístico que funde música y poesía, liderado por el escritor Walter Contreras -responsable del programa de Radio Futuro, La Carpa del Diablo-, junto a los músicos Ángelo Pierattini y Diego Ormazábal. Este disco homónimo es su primera entrega, ocho canciones que transitan como breves escenas, crónicas tan urgentes como desprejuiciadas sobre un personaje cualquiera que habita este tiempo con todo eso que lo ensombrece y lo ilumina.

Hay mucha lucidez en la decisión de concebir al diablo como figura eje de este proyecto, porque más allá de que este personaje sea parte fundamental de la historia trazada por la contracultura, por el librepensamiento y sus desprejuicios, sigue resonando incesante como una excusa a la hora de entendernos como individuos llenos de contradicciones, de vulnerabilidades y en permanente búsqueda por alcanzar eso que realmente queremos ser, sin torpes castigos y en plena libertad.

Contreras es el responsable de traducir al cola de flecha en todos estos arranques de verdad. A veces declamando, a veces cantando, otras veces gritando con su voz áspera imborrable, este álbum se desplaza entre versos que describen aquellas tantas escenas de esas y esos que muchas veces capturados por los excesos, solo buscan encontrar ese amor primigenio, el esquivo encuentro con es@ otr@ que se ve tan lejos entre tanto ruido y encapsulamiento. “Me levanto por la mañana / con la angustia habitual de haber bebido toda la noche / Tengo la garganta apretada / Tengo el olor a alcohol en mi boca / Algunos recuerdos, destellos de una noche asesina / Esas noches que busco para olvidarlo todo”, así comienza “Cuestión de demonios II”, exhibiendo descarnado la página de la bitácora de algún habitante de este siglo y continúa enrostrando, brutal: “Tengo que ir a trabajar / y miro los cuatro muros que me tienen atrapado día a día / Voy al baño, levanto la tapa y me miro en el espejo / y miro con vergüenza / Veo los mocos blancos en mis narices / recordándome esa adicción que me ha tenido enfermo hace tanto tiempo / Esa adicción que tomé en esta ciudad maldita / para poder olvidar todo ese dolor que me provoca este lugar / donde ya nadie se ama, nadie se mira, nadie se toca y nos sentimos tan solos”. ¡Cómo no ponerle fichas a este diablo en todo esto que relata! ¡Cómo no verse reflejad@ en alguna secreta arista de esta escena!

La dimensión musical en Caladiablo bebe principalmente del imaginario rock y sus recursos. Un primer ejemplo es “Las casas del olvido” que empieza con un sinte porfiado, replicando insistente una frase que acompaña los versos carrasposos, “Compras / Venden / Rostros grises / Sonrisas afiladas / con el esmeril del consumo”, hasta que en el minuto tres, guitarra y batería entran certeras sosteniendo iracundas la idea de que estamos “Ciegos / Perdidos / En las casas del puto olvido”. Potente comienzo de disco que recuerda caminos ya trazados por grupos como Can, algo de ese Pink Floyd del Meddle o de los post rock, Maserati.

Vibra innegable la clave weichafeana propuesta por Pierattini en muchas de estas canciones. “Cuestión de demonios I”, “A culiar” o “Amores suicidas”, son ejemplos perfectos de cómo la mano de Ángelo es responsable de la composición en todo este trabajo, sin embargo, sorprende la performance de Walter Contreras quien como un sólido maestro de ceremonias, a través de la palabra hablada y el canto -que a veces recuerda a voces portentosas como las de Peter Murphy o nuestro Carlos Cabezas-, logra ser un elemento novedoso que suma y enriquece ese sonido tan característico al que nos tiene acostumbrad@s uno de los fundadores de Weichafe.

No estamos solos

La frase ancla que atraviesa todo el proyecto literario-radial La Carpa del Diablo, es sin duda, NO ESTAMOS SOLOS. Como un ruido en el sistema, como una arenga que desafía la adversidad de estos días, en esta sentencia descansa el mensaje que solaza y esperanza a tantas y tantos huérfanos que vivimos el pulso diario como una desafío permanente.

No cabe duda que la propuesta de este Caladiablo -en el mensaje de Walter, en el sonido de Ángelo y Diego- resuena vívida en quienes creemos que el arte es la mejor trinchera para sortear desde nuestras miserias los azotes injustos que recibimos a diario. Porque en estas ocho canciones con olor a azufre y cuneta, nosotr@s loquit@s del siglo 21, logramos sentir que al final, no todo está perdido.  

https://www.youtube.com/watch?v=RqSrvT1E5oA

https://www.youtube.com/watch?v=3EaSWXZ54Rk


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