El pasado jueves 24 de mayo, la banda chilena lanzó su nuevo álbum «Boda negra», editado por Happy Place Records en España, y del que ya pudimos disfrutar el adelanto que supuso la exquisita «Mi compromiso» en programas como «Hoy empieza todo» de Radio 3 y medios como Mondosonoro, que estrenó su no menos exquisito videoclip en su web.
Llegó el momento: La BIG Rabia ha presentado en sociedad su esperado nuevo trabajo discográfico, «Boda negra», un álbum concebido y realizado íntegramente en España, de la mano de la discográfica sevillana Happy Place Records, en el que los chilenos se postulan como una de las bandas latinoamericanas más interesantes del momento.
Desde el jueves 24 de mayo, ya podemos disfrutar de «Boda negra» en tiendas y plataformas digitales.
LA BIG RABIA – «BODA NEGRA»
Subyace en el trecho final de esta escaramuza adolescente que denominamos rock & roll un detonante poderoso: la ingenua idea de que un simple riff podría cambiar el mundo. Busquen este efecto intangible y liberador en la guitarra que corona «(I Can´t Get No) Satisfaction» de los Stones; en la demoledora descarga sónica del «Voodoo Child» de Hendrix; en el peligroso espasmo pantanoso del «Human Fly» de los Cramps; en el carrusel enchufado del clásico «Higway 61 Revisited» de Dylan o en el espasmo proto punk que inoculaba veneno a The Sonics (recuperen la ponzoña implícita en «Have Love, Will Travel», por favor). Es este mismo sueño de inmortalidad eléctrica el que insufla coraje a los chilenos La BIG Rabia. Llámenlo fake emocional o simple negación a la inevitable rutina, pero todos sabemos que un mero golpe de guitarra podría mejorarnos una mala noche, que no es poco.
El amor, esa gran estafa sobre la que vertebramos nuestra incapacidad para aceptarnos condenados nada más nacer. Este es precisamente el combustible del que tiran Sebastián Orellana e Iván “Vaniv X” Molina en su intento de volver a carburar el motor gripado del rock latinoamericano. Instalados de forma natural en la desazón, estos dos tipos son grandes connoisseurs de los viejos géneros crepusculares: desde el doo-woop hasta el bolero, pasando por la cumbia, el punk-garajero, la polka, el blues del Delta, la ranchera o el swamp-rock de mimbres psíquicos. Y aunque a Iván y Sebastián los separen 21 años, ambos comparten idéntico paradigma sonoro: Marc Ribot, Nick Cave, Link Wray, la Blues Explosion, Roberto “Sandro” Sánchez, Mink DeVille o Cecilia La Incomparable. Fue precisamente esta inquietud emocional la que los arrastró a articular en su Concepción natal un dúo de implacables torch songs bautizado como La BIG Rabia en honor a esa inclinación espanglish que demuestran la mayoría de sus coetáneos. De esto hace ahora seis años, tiempo invertido por la banda en editar un EP («La Bestia», ocho cortes producidos por los Hermanos Gómez de Algo Records), varios singles y tres álbumes («Congo Zandor», «Leche & Mierda» y el homónimo «La BIG Rabia», este último con Pedro de Dios -de Guadalupe Plata- a los mandos técnicos).
En el ideario del dúo chileno sucumbir a la norma equivale a traicionar la filosofía de que el camino se hace sin mirar atrás. Por eso, tras una temporada girando por España y Sudamérica (tours que empujaron al grupo hasta festivales del calibre de Monkey Week SON Estrella Galicia o Primavera Sound), La BIG Rabia han terminado afincándose en Sevilla, ciudad desde nos presentan su flamante «Boda negra», un álbum editado para toda España y el Mundo, por Happy Place Records, Casa Hermandad de Pájaro, Pelo Mono, All La Glory, Miraflores, Los Saxos del Averno o el reciente Bronquio. Producido por Paco Lamato, Raúl Fernández (ambos guitarristas de la banda de Pájaro) y el mismo Sebastián Orellana en el Studio Happy Place, lo nuevo de La BIG Rabia es un magnífico crossover entre pasión y técnica, una colección de canciones que son el Dragon Khan del bolero contemporáneo. Las suyas son composiciones dignas de dos storyteller superstar, perlas negras pergeñados por un tándem que “ha sabido apropiarse de múltiples sonoridades ajenas catalizándolas en una propia, renovando así el espíritu de las viejas tradiciones y las melodías de lupanar”.
«Mi compromiso», primer single que vio la luz el pasado 14 de febrero (mazazo intencionado al Día de los Enamorados) es una auténtica montaña rusa que ya de entrada coloca a un género clásico dentro de un viaje de cráneo y sin frenos a través de la historia del rock más honesto y estremecedor. «Capitán», «Olvídate de mí», «Mujer sin alma», «Tormento», «Perdónate» o la instrumental «Santa Elvira» son composiciones como puños, vibrantes y peleonas; historias tejidas con humildad y pasión de orfebre, perfectas cantinelas para acompañar todas las fiestas del mañana y sus resacas correspondientes. Y salpimentándolo todo, destacan las colaboraciones de Julián Maeso, Javi Mora y Antonio Lomas (Lori Meyers, Grupo de Expertos Solynieve), un “wild bunch” que haría palidecer de envidia al mismísimo Sonny Vincent.
De momento ya les hemos abierto las puertas de casa a sabiendas de que terminarán bebiéndose nuestras copas, no lo duden. Pero si algo queda claro es que al final acabaremos rindiéndonos ante la poderosa tristeza que destilan estas nueve canciones infladas con intensos chorros de electricidad. Pura desazón fronteriza. Auténtico revulsivo emocional. En resumen: otra vuelta de tuerca al angst generacional a través de una elegante revisión de los sonidos vintage que hicieron del «Rain Dogs» de Tom Waits o el «Murder Ballads» de Nick Cave & The Bad Seeds manuales de supervivencia para noctámbulos en proceso de redención. Algo así como sumergir en Chardonnay los viejos «Boleros enfermos de amor» del maestro Corcobado para dejar que reposen durante siete vidas, las mismas que nos harían falta para comprender el misterio que se oculta tras la locura de los celos y del amor no correspondido. Un disco para saborear a solas o acompañado por los fantasmas del pasado. Como Buñuel en un cruce de caminos.
Texto: Emilio R. Cascajosa