Cuando la música atraviesa el actual campo social, ancestral y mundial, aparecen actores relevantes para descifrar estos procesos de inclusión y circulación de la producción musical chilena: Marcelo Godoy es uno de ellos, bajista de Fuma & Baila, antropólogo y productor de una infinidad de cataclismos culturales.
*Sección de Arte y Cultura, Cultivos Chilenos «el under del país Ají»
– Marcelo, primero hablemos de Valdivia respecto de la industria musical…
Valdivia, es una ciudad musical, inicialmente por el aporte del pueblo mapuche, los españoles luego aportaron sonidos y formas musicales hasta entonces desconocidas. Con la colonia alemana, llegaron nuevos instrumentos, reproductores de música y estilos que se mezclaron con la música criolla y de raíz. En nuestra historia reciente, hay nombres como Schwenke & Nilo, Aterrizaje Forzoso y Sexual Democracia que marcaron hitos en la música chilena. Hoy, vemos una escena independiente que emerge y se consolida desde una perspectiva artística y de gestión, que lucha por abrirse espacio, en un contexto muy centralista. También hay un creciente interés por ampliar la profesionalización, como necesidad e interés de músicos y gestores, como del proyecto de escuela de música contemporánea UACH -que en lo particular espero tenga en perspectiva lo que está ocurriendo hoy en Chile con la música popular-.
– Y Discos Tue Tue, su catálogo ¿cómo recibe estas influencias?
El catálogo se ha concentrado en apostar por el desarrollo de artistas regionales, lo que constituye una apuesta cultural más que comercial, ya que iniciar nuevos proyectos artísticos no se agotan en la publicación de un disco, sino más bien, es un punto de partida para un arduo trabajo, que exigirá compromisos mutuos entre el artista y el productor. Este año presentamos nuevos títulos, destacando el folklore chileno y rock de Enjundia, la electrónica experimental de Aoraquï, y para fines de este año, el lanzamiento de un vinilo de 7 pulgadas con los singles de Newton Jones (Valdivia).
– ¿Están atentos a las nuevas tecnologías?
Sí, hemos comenzado a potenciar la distribución digital y privilegiar la en la telefonía móvil e internet, gracias a una alianza con Altafonte. También, hemos comenzado a potenciar la internacionalización de las obras y artistas Tue Tue, que están trabajando para ello.
– ¿Hacia dónde apunta la brújula de Fuma & Baila los próximos meses?
Fuma & Baila apunta a consolidar una carrera internacional con clara conciencia de su lugar y su gente. Estamos contentos con la invitación al Festival Monkey Week, evento relevante para la música independiente en España y Europa. El festival es en el Puerto de Santa María, Cádiz, con una notable cantidad de conciertos y bandas en su programación, así mismos programadores y productores del mundo relevantes para el desarrollo artístico, pero también se presta para vivir una experiencia intercultural y de fiesta ciudadana. Y… estamos en los preparativos de un EP con nuevas canciones, que ya están en proceso de composición y que esperamos lanzar el primer semestre del 2016. También en la preparación de un proyecto audiovisual, que esperamos pueda acompañar un larga duración para el 2017.
– ¿Cómo se cruzan tus ejes entre los roles de músico, antropólogo y productor musical?
La antropología nos muestra que vivimos una realidad intercultural, donde el ser humano es actor fundamental del pasado y futuro de una sociedad. He aprendido mucho de la realidad mapuche, campesina, y de las experiencias surgidas desde la exclusión de muchas personas. La UACh, ha sido mi escuela y en los museos de esta casa de estudios he aprendido de gestión cultural y de la importancia del territorio y su gente. También aprendí que la música es una expresión humana, que ha variado en sus estilos e instrumentos, pero sigue siendo no solo una fuerza estética sino también espiritual. Crecí en Puerto Montt, allí pude ver mucho talento, cuyas canciones se perdieron con el tiempo, y que la música es también un patrimonio, un testimonio generacional, y gracias a la amistad con Iván Molina, fue que adquirí total certeza de la necesidad de contribuir a documentar el presente musical desde el territorio en el que vivo.
Como músico me acomoda tocar en Fuma & Baila, porque es una banda con vocación etnográfica, que cada vez explora más insistentemente la complejidad cultural a través del sonido, y que le gusta salir de gira a lugares que no son parte de un circuito comercial y vivimos la música “estando allí”, eso es un punto de vista muy antropológico.
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– ¿Qué le cambiarías al movimiento de mercado de la música chilena?
La música no es solo mercado, es también un lenguaje y una experiencia creativa personal y colectiva que se vive de muchas maneras. Eso es importante tenerlo claro, porque no toda la música se crea y toca para ser gestionada bajo los términos de una carrera profesional. En este contexto, creo que hay un importante volumen de música creada en el mundo rural y urbano, que constituye un patrimonio cultural, y me preocupa particularmente aquella música de generaciones pasadas, de músicos que no están siendo documentados ni reconocidos por sus pares y la sociedad en general.
En lo que se refiere a la nueva música chilena, observo una fresca y variada producción de obras de excelente calidad artística y técnica, cuestión que está generando un creciente interés internacional y una cada vez mayor audiencia. Creo importante cambiar el excesivo centralismo, que hace muy difícil que artistas regionales puedan acceder a condiciones similares a cobertura de medios y opciones de gestión. También es importante mejorar la solidaridad y asociatividad del ecosistema musical chileno.
– ¿2016?
Estamos trabajando para lanzar un festival y conferencia en Valdivia, afinando detalles y gestionando recursos necesarios. Esperamos hacer su anuncio oficial en diciembre.
Por Pía Sommer
Arte y Cultura
El Ciudadano