Mi jefa que siempre sale con sus jugadas de maestra, y que asume con una naturalidad hermosa, me invita a ver a Natisú a un pequeño lugar que ya he visitado esa misma semana unos días antes. La noche anterior fue de punk, ahora voy un poco a ver qué pasa. A Natalia Suazo la he visto haciendo los coros de Angelo Pierattini como una calavera errantes más, y tuve la oportunidad de escucharla solo acompañada de guitarra en un cumpleaño, donde las posibilidades sonoras no eran las mejores. Pero ahora la apuesta era distinta, era su proyecto propio y donde se invierten los roles, dejando su presencia como la fundamental y protagónica. Y sorprende verla en plenitud, con el manejo amplio de su voz, de las distorsiones de los sonidos, y con una propuesta que va mucho más allá de lo que las instancias ya mencionadas le ofrecen. Sorprende también que su uso de la guitarra no sea para sumarse a la larga lista de cantautoras y cantautores que se nutren de la simpleza de esos sonidos. No, ella los enreda, le das más vueltas, los cruza con otras ideas, con otras voces que no le son propias, y se hace todo de una intensidad mayor, pero a la vez de una facilidad de abordar que no pasa desapercibida para los que asisten, para esos que se apiñan en el pequeño espacio, que se ven proyectados en la pared o seguidos por un ojo/globo/vigía que desde su posición aérea todo lo sigue. Incluso Natisú se libera de las sonoridades que ya hemos escuchado esa noche y se despacha un tema que es más nuevo, que se electrifica y lo traspasa al ambiente, que se agudiza y se agradece, y que como ya lo dije no se siente ajeno, no descoloca, sino que nutre, sino que se une a lo ya sentido y se transforma en una pieza más que calza perfecto en la unidad musical. Justa, breve quizás podamos pensar, pero que es parte del proceso que ella está viviendo y que de a poco se ordena en un territorio que todavía nos puede seguir entregando sorpresas. Como la ya vivida, como la que se cruzó antes de ella y que después nos llevará raudos a otras, como esas micros que pasaron mientras Natisú sonaba para los amigos de la música y los curiosos de la noche, como ese par de punkies que estaban afuera y que eran el reflejo del respeto a lo diverso, y el aplauso para lo valorable. Después ya son las cinco de la mañana, ya he deambulado por la noche, ya he recibido otros sonidos, y me llevo el lindo sabor de la sorpresa, de la amistad y del ir conociendo mejores cosas cada día.
Bar Uno
Bombero Núñez 1
22 horas
1.500 pesos
Onda Corta
El Ciudadano