Nina Simone, la sacerdotisa del soul, la pianista virtuosa con voz de barítono y caracter indomable, fue una de las grandes activistas en lalucha por los derechos civiles en EE.UU en los años 60. No sólo compuso alguno de los himnos más célebres del movimiento, como ‘I wish I knew (how it would feel to be free)’ o ‘Young, gifted and black’, sino que apoyó públicamente a Stokely Carmichael y los sectores partidarios de la violencia para recuperar la libertad y dignidad del pueblo afroamericano.
Una toma de posición política que la perjudicaría en su carrera posterior, según su propia versión, recogida en el documental‘What happened Miss Simone?’ (2015, Netflix) un acertado retrato sobre la durísima vida de una artista genial, fuerte y valiente, que sufrió años de malos tratos y fue explotada laboralmente por su marido y manager, Andy Stroud. El estrés por una agenda de conciertos que nunca estaba vacía, los viajes que la alejaban de su hija, las palizas de Andy y la presión por convertirse en la artista que hubiese querido su familia fueron minando su energía y su confianza. Y mientras su música cambiaba muchas vidas, la suya se desmoronaba. Paradójicamente, ella que ansiaba la libertad de su pueblo, nunca logró ser libre como persona. Vivió en permanente conflicto con ella misma y con los demás.
Racismo y pobreza
Nina Simone nació el 21 de febrero de 1933 y sufrió desde niña las consecuencias de la segregación racial. Su nombre de nacimiento fue Eunice Waymon y empezó a tocar el piano en su iglesia de Tryon, en Carolina del Norte.
Con 4 años era una virtuosa del piano, una niña prodigio que tenía una misión: ser la primera mujer negra concertista de música clásica en Estados Unidos. Toda su comunidad, muy pobre, se volcó en ello y fue tutelada por una profesora blanca, con la que aprendió a interpretar a los grandes compositores, entre ellos Bach, cuya obra estaría presente durante toda la carrera de Eunice/Nina.
Para pagarse las clases, de niña daba conciertos y fue en una de sus actuaciones, a los diez años, en el ayuntamiento de Tryon, cuando se dio cuenta de que su gente era discriminada y tratada como ciudadanía de segunda categoría. Eunice tocaba ese día para las grandes autoridades locales y sus padres fueron a escucharla. Cuando ya estaban sentados en las primeras filas, llegó una pareja blanca y tuvieron que levantarse e irse al fondo de la sala. La niña se levantó y dijo que se negaba a tocar si sus padres no se quedaban en sus asientos. Un pasaje de su biografía que cuenta uno de los mejores libros publicados sobre la intérprete, ‘La vida a muerte de Nina Simone’, de David Brun-Lambert, en el que se recoge también una frase de Simone, años más tarde, recordando lo sucedido: «De golpe, el mundo se me apareció bajo una luz distinta y ya nada fue fácil».
En efecto, nada volvió a ser igual para ella. Por aquélla «salida de tono» su madre dejó de hablarle al considerar que los había puesto en evidencia ante la comunidad. Y a pesar de sus seis horas diarias al piano, de sus estudios posteriores en Nueva York, de su virtuosismo y talento, el Curtis Institute nunca aprobaría su ingreso para formarse como concertista y su sueño se vería truncado. Su fallo en los exámenes fue su color de piel. De manera simbólica, esta escuela le entregaría una carta aceptando su incorporación muchos años después, poco antes de su muerte.
Clubs, estrellato, África
De esta injusticia, nacería una estrella. Para sobrevivir, Eunice comenzó a trabajar en clubes nocturnos de Atlantic City, donde, además de tocar el piano, querían que cantase. Para ocultar a su familia este trabajo «denigrante» cambió su nombre por el de Nina Simone. Pronto se corrió la voz sobre su talento y se convirtió en una gran estrella, para muchos (Solomon Burke, Elton John,…) la mejor intérprete de soul de todos los tiempos.
Aunque la película de Liz Garbus pone imágenes y recupera grabaciones de gran valor documental es en los libros publicados sobre Nina Simone donde se narran con más detalle sus odiseas con las discográficas, su imponente presencia y elegancia, su bisexualidad, sus huidas a Barbados y posteriormente a Liberia, ya arruinada y perseguida por el fisco estadounidense, sus brotes violentos con el público y con su hija, su vuelta a empezar de cero en los años 80 en París tocando de nuevo en clubes nocturnos y casi en la indigencia, su enésima reinvención en Holanda, ya diagnosticada de un trastorno bipolar…
Sensible y fuerte, fue su faceta como activista en los 60 la que más satisfacciones le daría. Eso y dejarse el alma en el escenario interpretando canciones como ‘Four women’ (‘Cuatro mujeres’), su reivindicación de la diversidad femenina, o su famosa versión de ‘Ain’t got no/I got life’ (‘No tengo nada, tengo mi vida’). Paradójicamente, su mayor éxito es una canción que le gustaba muy poco interpretar y estaba muy alejada de su realidad: ‘My baby just cares for me’ (‘Mi amor solo se preocupa por mí’).
Nina Simone, ‘la Gran Sacerdotisa del Soul’, falleció el 21 de abril de 2003 en Carry le Rouet, un pueblo del sur de Francia, cerca de Marsella.
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