Noticias que no le deberían importar a nadie: Ahora le quieren poner Neruda al aeropuerto

Dentro de las noticias irrelevantes que uno lee está esta: Cambiarle el nombre al aeropuerto. En tiempos como en los que vivimos, donde las desigualdes, la reforma a la educación, la salud o por último la vivienda, deberían ser tema, los diputados gastan las cuatro neuronas que tienen en sentarse a pensar en cosas estúpidas como la de llamar Neruda a otro edificio.

Noticias que no le deberían importar a nadie: Ahora le quieren poner Neruda al aeropuerto

Autor: Arturo Ledezma

neruda

Una de las noticias tontas del día es la que anuncia que pretenden cambiarle de nombre al aeropuerto y pasar de Arturo Merino Benitez a Pablo Neruda. A mí me parece espantoso porque ponerle Neruda al aeropuerto de Santiago es tan siútico como ponerle Copihue. Populismos y charlatanería para hacer pasar por cultural cualquier cosa que en este país suene comercializable o, peor aún, internacionalizable. Confieso que, no cayéndome bien Neruda y si siendo un afanado lector de poesía, siento que hay un montón de otros nombres -como Condorito o Alexis Sánchez- que son igual de ridículos. No entiendo el placer de repetir el mismo ridículo nombre de siempre.

El diputado de la UDI Issa Kort -quien dicho sea de paso, podría ponerse en la fila de cambios de nombre- tuvo la brillante idea y, luego de consultar el Almanaque mundial del año 86, llegó a la conclusión que no hay nada mejor que ponerle el nombre de un poeta (comunista, avísenle) a nuestro enorme y sofisticado aeropuerto. Otras personalidades del mundo cultural como Adriana Barrientos y el Compadre Moncho aparecen hoy en LUN hablando del tema y, entonces, la cosa ya adquiere tintes de importancia vital para nuestra poco interesante pauta de prensa.

La Fundación Neruda, no contenta con ganar dinero con todo y cuando suena a Nerudiano, seguramente estará a la cabeza de esta campaña que, nuevamente, mezcla a la derecha chilena con la impresentable transformación de nuestro poeta insigne en objeto de culto -comercial-. Y tal como han convertido a las casas museo en el palacio del mal gusto y de la reproducción en serie de calcomanías, pendones, libros, cojines, tazas de té, poleras, marcapáginas y hasta preservativos, ahora deben estar frotándose las manos con la idea de que el aeropuerto tenga el nombre del poeta que todo el país dice haber leído cuando eso, digámoslo, no es cierto.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche…

Si hiciéramos una competencia de Quién se sabe el poema completo? probablemente ni el 1% de la población que jura conocer los poemas de Neruda podrían pasar a segunda fase. Y es que don Pablo, gangoso y pornostar, se debe revolcar en su tumba cada vez que alguien comienza a decir en un carrete o en un domingo familiar esa ya gastada primera línea del poema 15 y la primera del poema 20 que todos nos sabemos y que nadie sabe como siguen. “Me gustas cuando callas porque estás como ausente…” dicen las abuelas y ahí se quedan, toman un respiro y luego sentencian con la clásica frase “Escribía tan bonito Neruda…” y no hay más.

Me siento en la tentación de decir una cantidad de nombres de poetas que a mí, en lo personal, me parecen harto más interesantes que Neruda, pero sería una lata. Me conformo con decir que si alguien puede, sin google, nombrarme 20 poemas de Neruda sin chistar le regalo un año completo de aplausos ininterrumpidos. Más aún, aumento la apuesta y juro que si hay algún lector capaz de dar una razón entendida del porqué debería llamarse Neruda el aeropuerto y no Mistral, o De Rokha o por último Jean Beausejour, le regalo una polera con la cara de Matilde Urrutia. -se excluye Huidobro por una razón de temor a la caída, es entendible-

Hay cosas más importantes

Yo sé que a la mayoría de los lectores les puede parecer que mi columna de hoy es como la columna de un viejo de mierda, amargado, tieso, malcogido, fruncido o lo que sea. Pero no. La verdad es que nace de una inquietud pelotuda que me invade cada vez que escucho la frase “Se va a llamar Pablo Neruda”. Y es que, ojo, en este país hay cientos de instituciones, puentes, colegios, equipos de fútbol y panaderías, con el nombre de Neftalí. Por lo tanto, el gesto entre populista y simplón de don Issa, me suena a redundancia, a repetición, a chiste podrido.

No se les ocurre a los diputados UDI otra cosa que andar poniendo nombres de poetas a los edificios? ¿Acaso no han visto que el país tiene un montón de personas pidiendo cosas importantes? ¡¿No hay otro nombre, por la chucha?!

Issa, a ver, démosle una vuelta

Hay muchos nombres en el imaginario udi que pueden ser una segunda alternativa. Como: Gato Juanito, Condorito, Yhendelyn, Gabriela Mistral, Salma Hayek, Jaime Guzmán, Jorge González, Pato Frez, Augusto Pinochet, Felipe Camiroaga, Dióscoro Rojas, Coto Sierra, Joaquín Lavín, Chita Cruz, Miroslav Klose, Tío Memo, Don Francisco. Entonces, explíquenme, cuál es la razón de que una vez más quieran ponerle Neruda a algo que genere lucas. {destacado-1}

Queridos honorables del congreso, les digo. En momentos como en los que vivimos no entiendo el afán de convertir cada pequeño gesto de nuestra cultura en una situación de petardo, es decir, de voladero de luces. Fíjense en las cosas que le pasan a la gente, miren en el río Mapocho a la gente que está durmiendo abajo, pidiendo, exigiendo. Miren los sindicatos, miren los paros, las huelgas, dense una vuelta por el hospital Salvador, hagan fila en los lugares en los que se les requiere. Proyecten una asamblea constituyente, una reforma educacional, hagan algo útil, pero por lo que más quieran no sigan apareciendo en la prensa por estupideces como la de cambiarle el nombre al aeropuerto. Y no lo hagan por dos motivos: el primero es que Santiago no es Chile y hay cosas que nos aquejan a todos; y Segundo porque cada vez que hacen este tipo de estupideces yo escribo columnas idiotas como esta y pierdo mi tiempo y los lectores me putean y mi editor me reta, o casi.

Para cerrar, digo:

Pónganle Violeta Parra, a ver si son tan machos!


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