Este libro de investigación se centra en los primeros años de formación espiritual de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, más conocida como Gabriela Mistral. Ella, un crisol en que dialécticamente conversaban y debatían ideas liberales, cristianas, teosóficas, budistas, fue evolucionando en el tiempo que avanzaba su vida en la tierra, pero mantuvo ciertas creencias, como la reencarnación, que la acompañarían hasta sus últimos días.
En el texto se señala que la vate, pese a una juventud llena de carencias, exploró como una adelantada a su época en ideas espirituales casi desconocidas en el continente latinoamericano, pero en las que el amor por la humanidad y la naturaleza, era la clave central y donde el sentir por el corazón era quizá casi tan importante como la reflexión mental (teosofía, rosacrucismo, martinismo y fundamentalmente budhismo). Estas ideas juveniles las defendió siempre con vehemencia apasionada tal como en sus escritos y poemas. Gabriela Mistral siempre se relacionó más con las personas que los grupos y supo separar los afectos de las posiciones políticas. Aunque estas últimas las dejó en claro siempre enfrentándose a muchos.
“Leía yo en mi aldea de la Compañía como todos los de mi generación leyeron “A troche y moche”. A tontas y a locas, sin idea de jerarquía. El bondadoso hombre Ossandón me prestaba a manos llenas libros que me sobrepasaban…” escribía la mismísima Premio Nobel, en su crónica El oficio legal, publicado en la revista Pro Arte, en abril de 1949, recordando su iniciación en el conocimiento de las grandes obras literarias universales, en textos que aún existen en la biblioteca del ‘Club de Coquimbo’, para el conocimiento y deleite intelectual de las personas interesadas en cultivar su espíritu.
Lamentablemente, en las páginas de este libro podemos ver que es en el extranjero donde se le reconoce como una de las mujeres que más aportó con su pensamiento intelectual y espiritual. Siendo muy joven fue valorada en Centroamérica y en México, donde otros grandes intelectuales compartían este crisol de espiritualidad sincera en que se derramaron metales de enseñanzas diversas, rompedoras de lo tradicional y establecido.
En 1922, Gabriela Mistral fue invitada por el secretario de Educación, José Vasconcelos a participar en lo que él llamó las Misiones Culturales para combatir el analfabetismo en aquel México posrevolucionario. “Árbol hermano, que clavado por garfios pardos en el suelo, la clara frente has elevado en una intensa sed de cielo”, fragmento del poema “El himno al árbol”, escrito por Gabriela Mistral y dedicado a José Vasconcelos, quien también fue su amigo.
Al parecer, la Gabriela Mistral más espiritual es casi desconocida en Chile quizá por lo anterior estos dos últimos años han aparecido varios libros que analizan este momento de su formación. En Chile, Gabriela Mistral ha girado principalmente en torno a las figuras de madre universal y maestra. La iconización de la escritora en este doble ámbito potenció en el pasado la propagación y el análisis principalmente de los primeros libros, Desolación y Ternura. Las dos versiones de Lagar y Tala fueron postergadas en el análisis crítico.
Gabriela Mistral, en una de sus cartas a Pedro Aguirre Cerda, señala: “Yo no soy antirreligiosa, ni siquiera arreligiosa. Creo casi con el fervor de los místicos, pero creo en el cristianismo primitivo, no enturbiado por la teología, no grotesco por la liturgia y no materializado y empequeñecido por un culto que ha hecho de él un paganismo sin belleza. En suma, soy cristiana, pero no soy católica”.
En las páginas de este libro podemos ver cómo en América Latina, entre fines del siglo XIX y 1930, existió un grupo de intelectuales (poetas, educadores, pensadores y políticos incluso) que levantaron un movimiento espiritualista donde se combinaban elementos teosóficos, con hinduismo, reivindicación de lo oriental y, en ocasiones, creencias o prácticas espiritistas.
Lo teosófico-oriental colaboró al establecimiento de una “red intelectual”, en la cual se redimensionaron aspectos teóricos como el indigenismo, el espiritualismo, raza cósmica, así también elementos más políticos y prácticos en el aprismo, el continentalismo y la creencia en un socialismo latinoamericano.
Gabriela Mistral por varios años se relacionó con esta “red” quedando establecido en varios de sus trabajos. Importantes poetas y pensadores como José Vasconcelos, José Santos Chocano, Augusto César Sandino o Víctor Raúl Haya de la Torre, estuvieron influenciados por estas ideas, perteneciendo a la Escuela Magnética Espiritual de la Comuna Universal.
Además, Gabriela Mistral tenía claro que el canon literario es masculino y patriarcal, lo que la llevó a desarrollar una serie de estrategias para ser considerada por sus pares, intentando desde el principio relacionarse con otros escritores latinoamericanos destacados, para luego, paralelamente, crear una “hermandad artística” con mujeres escritoras, poetas y artistas.
Esta “hermandad lírica”, una tradición de larga data entre las poetas, se explica de esta manera: Ante la oposición de gran parte de la sociedad, las mujeres se apoyaban unas a otras (…) Así, se dedicaban poemas mutuamente, se escribían prólogos para sus libros y mantenían correspondencia aun sin conocerse.
En esta investigación se señala que en la Teosofía, en este orientalismo, existía un cierto pacifismo, la reivindicación de lo telúrico, la armonía de las razas y las culturas, la búsqueda en lo indígena de una sabiduría ancestral, la rebelión contra un “positivismo” o un “pragmatismo” de limitados horizontes, son ideas coherentes con el clima descrito. Además, algunas de estas personas vieron favorecidos sus contactos en la medida que compartían ideas o pertenecían a la hermandad teosófica.
Es por ello que en este ensayo inédito sobre su etapa en la Teosofía, también se mencionan sus contactos con la Orden Rosacruz, y se muestra cómo estas ideas influyeron en su espiritualidad durante toda la vida de Gabriela Mistral y no sólo al comienzo de su formación tal como ha establecido la historia oficial. La Orden Rosacruz, cuyos orígenes se remontan al Egipto faraónico, es un grupo de hombres y mujeres interesados en agotar las posibilidades de la vida mediante el uso sano y sensato de su herencia de conocimientos esotéricos y de las facultades que poseen como seres humanos.
No existe la pretensión en este libro de debatir eruditamente sobre las influencias espirituales que tuvo Gabriela Mistral, como lo harían académicos expertos en literatura o estética, sino que entregar y explicar de formar sencilla el nacimiento de estas ideas en la gran poeta. Tampoco se busca realizar un análisis académico lingüístico de sus poemas, tal como enfatiza el autor, sino que sólo mostrar descriptivamente a la sociedad chilena y mundial, la influencia que tuvieron doctrinas espiritualistas en la formación inicial de la más grande poeta chilena de todos los tiempos.
Adelantamos que las ideas de este tridente de saberes, teosóficos y rosacruces, son similares y se pueden resumir, sin ser riguroso, en: formar un núcleo de fraternidad universal de la Humanidad, sin distinción de raza, credo, género, casta o color; fomentar el estudio comparativo de la religión, la ciencia y la filosofía, e investigar las leyes ocultas de la naturaleza y los poderes latentes en el ser humano, sobre todo en el mundo actual azotado por la plaga del Covid 19. Pero hay que entender, como hipótesis de esta obra, que, en aquellos años, principios del siglo XX, estas enseñanzas no eran tan rígidas y estaban impregnadas de otras escuelas filosóficas e iniciáticas precristianas, cristianas y crísticas, entre ellas el martinismo. De la misma manera, residualmente, se mostrará el contenido político-social de algunos de sus reflexiones, a veces -a ojos simples- contradictorias, de esta gran poeta.
Su amigo teósofo Zacarías Gómez le señaló una vez a Gabriela Mistral: “Para mí es Ud. una verdadera santa laica, que actúa en la humana vida terrenal, como mensajera de la alta Jerarquía que debe reinar en el Reino Eterno; para mí nunca dejará Ud. de ser un alma Grande, de sentimientos unitarios y universales, que trabaja, lucha, se esfuerza y se gasta en llevar luz al pensamiento y amor al corazón de los hombres. Entre mi clientela hay muchas personas que la esperan con ansiedad, imaginándose que ellas creen que, su proximidad, su compañía, su relación con ella, pueden hacer el milagro de transformar su naturaleza, su manera de pensar. Su natural instinto de vivir, sin considerar que cada uno debe ser su propio guía, su propio redentor, su único Salvador, mediante el ejercicio de la voluntad y del propio esfuerzo”.
A casi 77 años desde que Gabriela Mistral recibiera el Nobel de Literatura su figura debe seguir encantando a las generaciones de jóvenes chilenos, así como sus principios morales y su deseo de tener una educación de calidad que mejorará, siempre desde la humildad, la condición de la sociedad chilena, sobre todo de los más desposeídos y los que aún siguen teniendo “hambre” espiritual. En medio del materialismo, la corrupción actual, más que nunca se debe conocer las enseñanzas recibidas y las que nos entrega esa humilde mujer elquina que llegó a ganar el Premio Nobel de Literatura.
El lanzamiento del libro Gabriela Mistral y su desconocida historia espiritual del escritor y doctor en Estudios Latinoamericanos, Sergio Salinas Cañas, será presentado por Guillermo Bown Fernández, quien es un destacado poeta, profesor de Sociología, periodista y diplomático.
Actualmente dicta conferencias y es presidente del Ateneo en Santiago de Chile, la entidad cultural más antigua de Chile que tiene por misión divulgar la literatura, la ciencia y el arte. La actividad se realizará de forma virtual el 10 de marzo a las 19:00 horas. Las coordenadas serán entregadas por redes sociales.
Por Aldo Fernández