A la hora del campanazo de las 7 una pareja de jóvenes entró de la mano para casarse en la ciudad de los ríos. Sin cura ni rito, la intervención urbana interrumpió la cotidianeidad valdiviana con besos, arroz y copas de champagne. La semana anterior hasta un carabinero terminó participando sin querer en otra acción del taller.
La hora de la boda estaba fijada. A las 7 de la tarde en las escalinatas de la catedral de Valdivia. Una pareja de chicas que se abrazaban esperan a los novios, invitados con copas de champagne y otros con el clásico arroz en las manos, una cantante lírica cantando el Ave María y el altar al fondo de la iglesia esperando. Afuera el deambular habitual de la tarde valdiviana, los carritos con churros y un mimo empezando su rutina.
Poco antes del campanazo de las 7 llega un auto con los novios seguido de otro con invitados. Al frente, en la Plaza de Armas de la ciudad, la gente que pasa se aglomera expectante y queda deslumbrada cuando se bajan dos novios y de la mano suben las escalinatas de la catedral.
Pasa un rato y la pareja de novios salen. El arroz llueve, se destapan las botellas de champagne y uno de los novios, Alonso Vergara, pide silencio y canta una canción hecha por el mismo (“Libera tu voz”) dedicada a su novio. El mimo les regala dos globos en forma de corazón e imita a cupido con sus flechas.
Los invitados y los novios se abrazan y parten en los autos. La ceremonia ha terminado y dejado expectantes al centenar de transeúntes que desde la plaza miraba la insólita escena. El aplauso es espontáneo. “Pero si eran dos hombres”- comentó una señora.
La acción ocurre a pocos días de que el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González, dijera que tanto el matrimonio gay “esa postura lleva a la destrucción del ser humano y aunque lo nieguen a la destrucción de la paz social y familiar entre los hombres”.
INTERVENCIONES URBANAS
Samuel González, director del taller de Intervención desarrollado en Valdivia, cuenta que “la idea surgió entre varias otras y los integrantes decidieron que era la más política y decidimos optar por el matrimonio gay, que podíamos hacer afuera de la catedral ocupando el espacio público”.
“El taller comenzó a mediados de enero y el objetivo era formar y entrenar a un grupo de unas 10 personas para intervenir espacios públicos”- agrega González.
Luego de dos semanas de preparación, la semana pasada estrenaron en Pérez Rosales con una intervención que quería graficar distintos actos de violencia y terminó hasta con un carabinero participando de la acción. El policía intervino luego de ver a una mujer que apuntaba con una pistola a un joven en calzoncillos en plena calle y la ‘redujo’. Los jóvenes actores siguieron su rutina que culminaba con un desmayo colectivo, momento en que el carabinero se dio cuenta de que el hecho no era real.
Samuel González comenta que “las intervenciones urbanas son la mejor forma de comunicar y hacer reflexionar a la gente que está sumergida en su cotidiano, interrumpiéndolos y llevando el teatro a la calle para hacerlos partícipes”
El grupo formado quedó entusiasmado con la experiencia y quieren seguir haciendo intervenciones. “Lo más probable es que armemos otro grupo para explorar nuevas situaciones urbanas”- agregó González.
M. B. R.
El Ciudadano
Fotos: Tomás Arcos (1) y Naxelly Bustos (2)