El amor no es perfecto ni color de rosa. Para que sea duradero, cada quien le da el matiz y el color que prefiere.
Así lo hicieron famosas parejas de enamorados que reinventaron la manera de estar juntos para pasar por encima de las diferencias, las críticas y los prejuicios y amarse hasta la muerte y más allá.
En ocasión del Día de San Valentín es oportuno recordar algunas de esas personalidades que se transformaron en íconos de amores poco convencionales, sublimes en ciertos casos, tormentosos y escandalosos en otros. En definitiva, algo los hizo salirse de los paradigmas y esquemas de lo común.
Amor más allá de las preferencias sexuales
Freddy Mércury, el célebre vocalista de Queen, tuvo un amor especial que lo acompañó hasta el día de su muerte. Pese a sus excentricidades, promiscuidad y condición sexual, amó de manera sublime a Mary Austin, la mujer con la que tuvo una relación de seis años hasta que asumió su homosexualidad.
El reconocimiento de su preferencia sexual no fue impedimento para que Austin y Mércury siguieran amándose y fuesen amigos íntimos hasta el fin de los días del artista.
Mércury empezó a tener relaciones con hombres de las que Austin tenía conocimiento (como con Jim Hutton, desde 1985 hasta su deceso). Sin embargo, él siempre nombraba a Mary como «esposa».
A casi tres décadas de su desaparición física, ella atesora gran parte de los secretos de la biografía del músico y se quedó con el recuerdo de una historia de amor de novela.
Poco se sabía de Mary hasta hace unos meses tras el estreno de Bohemian Rhapsody, la película sobre la vida de Freddie, que dio pistas de la existencia de esa rubia que por seis años fue la debilidad de Mercury.
Mary vive en la mansión que pertenecía al cantante y recibió gran parte de la fortuna que él dejó al morir en 1991. Él la consideraba su esposa, aunque nunca se casaron.
La prueba de tanto amor fue una de las canciones más hermosas de la historia: Love of my life. Con el potencial hit el líder de la agrupación británica llegó a proponerle casamiento a Austin, hecho que nunca se concretó.
Frida y Diego: juntos pero no revueltos
El de Frida Kahlo y Diego Rivera era un amor que impactó a los dos icónicos pintores y los convirtió en la pareja más famosa del México de los años 50, pero que entre puertas era un juego de dependencia, traición y dolor.
Vivir juntos pero no revueltos fue la opción de Diego Rivera y Frida Kahlo para poder mantener vivo el tormentoso amor que se profesaban.
Las constantes infidelidades del famoso muralista colmaban la paciencia de la celosa Frida, quien pensó que lo mejor para ambos era vivir en el mismo lugar pero en espacios separados. Así compartieron una casa donde cada uno tenía reservado su lugar y podían llegar el uno al otro solamente cruzando una escalera.
La tapa de las infidelidades fue cuando Diego inició una relación con la hermana de Kahlo y esta decidió separarse de él, pero también fue impactante en la vida de la pintora el aborto que tuvo del único intento de hijo entre ambos.
Cuando Frida estuvo en su lecho de muerte por las múltiples enfermedades que la aquejaban, Diego le propuso matrimonio y la acompañó hasta su muerte. Ese día declaró “me he dado cuenta de que lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, ha sido mi amor por Frida”. El pintor murió tres años después en su estudio, el 24 de noviembre de 1957.
En el amor no existe calendario
Edit Piaf, la legendaria cantante francesa, se hizo famosa no sólo por sus canciones, también por la afición que sentía por enamorarse una y otra vez.
Entre sus más famosas parejas se cuentan Charles Aznavour y Georges Moustaki.
Cuenta la historia, que a cierta edad, a Piaf le dio por doblarle la edad a sus parejas. Un año antes de morir, el 9 de octubre de 1962, contrajo matrimonio con su peluquero, Théo Sarapo, un joven griego de 26 años, de quien se enamoró locamente.
Ella tenía 46 años y él era 20 años más joven que ella. La diva lo rebautizó como Théo Sarapo y cambió su profesión de peluquero por la de cantante y actor.
La ceremonia matrimonial fue el último acontecimiento parisino protagonizado por la gran Piaf en vida. Pese a que a Sarapo se le puso la etiqueta de aprovechado, ella no se cansó de decir que no, que él la amaba.
Aunque costaba poco creerle cuando se les veía a los dos cantando o en momentos cotidianos, los breves momentos cotidianos que le permitía vivir su organismo cada vez más deteriorado. De hecho Sarapo fue la pareja que la vio morir en 1963.
La mañana, del 14 de octubre de 1963, el cáncer se llevó a la cantante de tan solo 47 años. Théo, a quienes todos tildaron de arribista, al creer que intentaba ser el heredero universal del “Gorrioncito”, apodo con el que se conocía a Piaf, no consiguió sino cuantiosas deudas que durante siete años se ocupó de saldar para que el buen nombre de su mujer no se empañara.
Una vez que lo consiguió y sin permitir nunca que el nombre de Edith Piaf cayera en el olvido (cosa harto fácil, ya que Piaf fue y es un mito), se suicidó siete años después, en 1970, estrellándose con su automóvil.
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