Con el nombre de Sakhawood se conoce a la nueva meca del cine ruso, un lugar apartado y frío en el que la industria del séptimo arte está creciendo de manera silenciosa pero a pasos agigantados.
Los modestos estudios se localizan en Yakutia, una región aislada en las fronteras de Siberia, situada a seis husos horarios de Moscú.
Pese a estar lejanos a toda clase de financiamiento público, Sakhawood logra producir la mitad de las películas rusas realizadas fuera de Moscú y San Petesburgo, se lee en una reseña de la agencia France Press.
Se le llama por el apodo de «Sakhawood» en referencia al otro nombre de la región: República de Sakha.
«Todos quieren filmar películas aquí”, señaló el director Alexei Romanov, quien abandonó una carrera prometedora en San Petersburgo hace 30 años, para regresar a su hogar, Siberia.
«Tenemos películas con presupuestos pequeños y sellos ridículos, pero son más exitosas en los cines que los éxitos de taquilla de Hollywood».
Cuando regresó a Yakutia, un territorio de unos 3 millones de kilómetros cuadrados, donde viven menos de un millón de personas, la industria del cine era poco desarrollada, limitándoles a trabajar con dos operadores de cámara.
Ahora, la gente está «luchando por las cámaras» para terminar sus proyectos antes que el frío las inutilice. Las temperaturas bajan generalmente a -50 grados centígrados en los inviernos en Yakutia.
Según Alexei Romanov el presupuesto medio de una película es de 35.000 a 70.000 euros. Los actores aceptan trabajar gratis con la esperanza de hacer dinero una vez que la película se exhiba.
A pesar de esta apariencia de amateur, las películas de Yakutia comienzan a notarse más allá de las fronteras de la región, incluso de Rusia.
El año pasado la película «Lord Eagle», sobre una pareja de ancianos que vivían en el bosque con un ave, ganó el primer premio del Festival Internacional de Cine de Moscú.
El Festival de Busan en Corea del Sur, uno de los más importantes en Asia, organizó en el 2017 una retrospectiva sobre una docena de películas de Yakutia.
Las producciones generalmente tratan sobre sus territorios inexplorados o ciertas leyendas populares, aunque no son los únicos temas a los que se limitan.
Una de las últimas películas se llama «República Z», donde un virus que estaba atrapado en el permafrost (el suelo congelado de las regiones polares) es liberado por el calentamiento global y provoca la aparición de zombies.
Otro lanzamiento reciente es la comedia «Cheeké», el nombre de un héroe con un bigote verde que participaba en concursos de danza con música electrónica.
Alexei Romanov, quien es uno de los fundadores de la principal productora local, SakhaFilm, explicó el interés de las productores de la región por las culturas y las influencias tan variadas que poseen. «Somos asiáticos por un lado y nórdicos por otro».
El director fue alumno de Sergueï Guerassimov (1906-1985), un gran nombre en el cine ruso: «Siempre me decía ‘no inventes nada, filma lo que sabes y no le copies de nadie’ que es lo que enseñamos a nuestros jóvenes cineastas», recordó.
Para uno de los organizadores del festival de Busan, Jin Park, el cine de Yakutia combina, «leyendas regionales, religiones populares y valores contemporáneos». Sus producciones presentan «un encanto auténtico, raro en el cine de otras regiones».
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