Sencilla, armoniosa, de voz estremecedora y profunda, así es Pía Zapata, la cantautora de la música de mimbre que se inició siguiendo los pasos de Violeta Parra y Víctor Jara e imitando a los voceadores del mercado de Chillán.
Pía abrirá la segunda noche del ya legendario festival Rock Carnaza que a partir del 22 de agosto se realizará en el Teatro Municipal de Valparaíso y que es organizado por las Escuelas de Rock.
Pía nació el 4 de mayo de 1989 en los Ángeles, pero a los pocos días sus padres la llevaron a Chillán, ciudad en la que viviría hasta los 19 años.
En su primera infancia Pía se fue impregnando -a través de las radios- de los que serían sus primeros íconos. Impresionaba a su familia imitando a la majestuosa y kich, Ana Gabriel con su ronca, potente y cebollera voz.
Luego continuó con Paloma San Basilio, Nana Mouskouri y Alejandra Guzmán. En la escena chilena “la gran Cecilia” con su famosa canción Baño de mar a media noche, fue su inspiración. “Se me paraban los pelos de solo pensar que podía alcanzar sus estrepitosos y agudos tonos”, afirma.
Pero sin duda sus principales referentes que determinaron su vocación por la música fueron Violeta y Víctor. “Ella me cautivó por su potente y sublime capacidad de expresar su alma rebelde, por su espíritu de raíz silvestre, por su música guerrera, pajarística, con sonidos llenos de colores”. Las canciones de Violeta Parra fueron las primeras que Pía Zapata interpretó en guitarra.
Luego vino Víctor Jara: “De niña me impactaron los mitos que rodearon su muerte. ¿Por qué a él si su alma era tan bella?”, se preguntaba con dolor. Pía reflexiona a este respecto: “con Víctor comprobé que los músicos tenemos un arma de transformación y de lucha contra la insensibilidad, un arma para despertar las mentes dormidas”.
La formación de la Zapata también se nutrió del mundo popular alejado de los escenarios: “Cuando íbamos al mercado de Chillán quedaba admirada de la potente y particular voz de las feriantes. Me intrigaba su capacidad vocal, y con regocijo los imitaba: ‘A la güena papa, a la güena papa, la güena papaaaaa’”.
Siempre hubo una guitarra en la casa de Pía. Vital fue la influencia de su Papá –a quien tuvo a su lado hasta los cinco años-: “recuerdo haberlo visto tocando acordeón, entonando canciones que él inventaba para jugar con nosotros o tocando la guitarra”. Estas imágenes y sonidos paternales tendrían repercusiones imborrables en su vida.
“Soy la menor de tres hermanos por lo que ellos siempre han sido mis monitos mayores. Camila fue la primera que tomó la Tizona que estaba con polvo después que mi papá se fue de la casa. Luego Nicolás, a los 13 años, decidió sacarle el sonido… y de tanto hacerlo se casó con la música. Luego vine yo”.
Pía estudió en el Colegio Padre Alberto Hurtado de Chillán, establecimiento Jesuita en el que hizo toda su educación básica y media. Este colegio fue clave en su desarrollo por el impulso que se le da a las actividades artísticas.
En el Padre Hurtado se organiza el “Festival de los cuartos”, donde todos los años llegan bandas connotadas en el apogeo de sus carreras como Los Tetas, La ley, Javiera Parra y los imposibles, Gondwana, Los Tres, Makiza, entre muchos otros. Ese festival era 100% gestionado por los estudiantes.
Aparte de la participación de los connotados, se abría escenario a bandas locales y se hacía un concurso de canto donde cualquier persona que fuese estudiante de algún colegio de la ciudad podía participar. El 2008 Pía Zapata ganó dicho festival interpretando “Amor por ti” de Los Ángeles Negros. Fue el primer reconocimiento en su carrera musical.
Pía explica que con el pasar de los años “me olvidé de mi pasado cebolla” y fue interesándose en el soul, el folclore, “y así fui forjando mi propio estilo, que en realidad no supe que existía hasta que compuse mi primera canción”.
Al llegar a los 20 años, Pía se hizo fanática de algunos grandiosos exponentes de la música argentina como Juana Molina “con sus notas pedal y sus loops que me trastornan; Mercedes Soza, con su canto de tierra; Pedro Aznar y su virtuosismo; el Flaco Spinneta, con su mágico realismo; Fun People; Liliana Felipe, con su excéntrica música feminista; Coiffeur sencillo y onírico. Ellos siguen inspirándome al igual que el indie japonés ambiental de Lullatone y Miho Hatori, con su Bossa-nova japonés; y Yuchiro Fujimoto.
Pía recuerda esa etapa de su vida: “como no habían buenas radios en Chillán y las plataformas musicales en la web eran precarias, su hermana Camila se transformó en su dealer musical desde Valparaíso. Fue así como conocí a Familia Miranda, la Floripondio, Mauricio Redolés y Cazuela de Cóndor, rock capitalino-porteño que me hizo mucho sentido, que a la vez les presenté a mis amigos chillanejos”.
“Éramos muchos los amigos –agrega- que nos juntábamos a escuchar música, participábamos en el coro y en la orquesta de cámara de nuestro colegio, organizábamos tocatas movidos por el simple deseo de escucharnos. Íbamos a conciertos, nos juntábamos en las casas a ensayar y a probar nuestros límites musicales”.
Añade Pía: “La música fue muy importante en nuestras vidas, fue un arma de expresión para forjar nuestros futuros con pasión, lo que nos permitió desde niños, a pesar de todo, hacer lo que realmente queríamos, tratando de doblarle la mano a los convencionalismos educacionales de los que nos sentíamos presos. Eso fue la música para mí y creo que sigue siéndolo”.
En 2008 cuando tenía 19 años, “motivada por esa inspiración que plasmó en mí la energía de Víctor”, participó en el Festival de Todas las Artes Víctor Jara interpretando Luchín. El festival tiene gran prestigio en Chillán. El jurado de ese año fue potentísimo: estaba su hija Amanda Jara, David Oviedo Jiménez, Elena Acosta y Renato Robert Paperetti, todos restauradores mexicanos del mural de Siqueiros; y Tony Corden, realizador del festival Víctor Jara en Gales, entre otros. La Plaza La Victoria estaba llena.
Gané el primer lugar. El premio fue una guitarra, “mi primera guitarra que aún atesoro por ser la que me dio el impulso para componer mis primeras canciones”.
Con el impulso de ese premio Pía se sintió con las fuerzas para dar un nuevo paso en su vida: en 2009 partió a Valparaíso.
Valparaíso
“Vine a Valparaíso con mi alma de chillaneja tímida y contenida, con sed de expresión, de realidad y movimiento. Apenas llegué tomé la guitarra más que nunca y me llegaron los sonidos, las imágenes y la poesía. Por primera vez intuí que algo quería salir de mí y tuve los primeros atisbos de composición”.
“En 2010, nos fuimos con mis hermanos a vivir a cerro Yungay, ahí tuvimos una casa con vista a todo Valparaíso. En esa casa conocí al amor de mi vida y mi canto”.
“A fines de ese año mi hermano Nicolás me habló de un concurso organizado por Pepsi que al principio me causó rechazo debido a lo que representa esa marca. Pero Nicolás me dijo que quizás esa podía ser una oportunidad para comenzar algo y que el concurso tenía un jurado de reconocidos personajes del ambiente musical chileno, como Alfredo Lewin, Matilda Svensson, Juanita Parra, Claudio Narea, Pablo Ilabaca, Angelo Pierattini, entre otros. Así es que decidí participar”.
Primero Pía clasificó como representante de Valparaíso, luego tuvo que representar a la Quinta Región en la Zona Norte y luego en la final Nacional donde obtuvo el primer lugar. El premio consistía en grabar un disco con sus propias composiciones y un video clip. Ahí nació Música de Mimbre, su primer trabajo discográfico.
Música de mimbre “es el resultado de un entramado rústico y natural de emociones diversas: sensibilidad a flor de piel, amores, frustraciones, miedos y esperanzas, pero sobre todo sueños y nada más que sueños, cuentos hechos poesía y poesía hecha canción”, cuenta Pía Zapata.
Pía admira la sencilla belleza del mimbre, fibra vegetal que de la mano de artistas del pueblo se transforman en bellos objetos que le dan sabor e identidad a nuestro existir. “La música de mimbre es un homenaje a la tierra y a quienes la aman embelleciéndola”, señala Pía.
Posterior a este premio, junto a su guitarra y su canto, Pía Zapata ha ido recorriendo distintos escenarios forjando lazos espontáneos lo que se tradujo en la formación del conjunto Pía Zapata, Tomate, Palta, que está compuesto por grandes talentos de la música porteña: Pablo López, bajo y coros; Álvaro Figueroa, guitarra clásica electroacústica, tiple y coros; Nicolás Zapata, Guitarra eléctrica, electroacústica y coros; y Derek Souza, batería, bombo chilote y cajón peruano.
Este viernes 31 de mayo, con su banda Tomate Palta, Pía pre-lanzará su disco Música de Mimbre, en el Teatro Museo del Títere y el Payaso, de Valparaíso. En la ocasión también le acompañarán la ilustradora “Meduliana”, que dibujará en vivo; y el cuentacuentos Omar Saldivia. Será un concierto multisentidos que comenzará a las 21:00 horas.
Por Francisco Marín
El Ciudadano
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