–Pasaba eso de que los de izquierda creían que éramos de derecha y los de derecha creían que éramos de izquierda con este nombre. Y nosotros no éramos ni una de las dos cosas.
El que habla es Iván Conejeros, y este nombre es llamativo hasta hoy: Pinochet Boys. Cómo no iba a ser llamativo en 1985, cuando Daniel Puente (voz y bajo), el mismo Iván «Vanchi» Conejeros (guitarra), su hermano Miguel Conejeros (teclados) y más tarde Sebastián «Tan» Levine (batería) se juntaron a tocar una música hasta entonces desconocida en el rock que sonaba en Chile. Un sonido nuevo, opuesto y anárquico en manos de cuatro tipos con cortes de pelo insolentes o de plano mohicanos que cantaban con instrumentos del rock contra Pinochet pero que se llamaban Pinochet Boys, un nombre chocante para todos lados, provocador como la molestia del ruido hecho por cuatro hijos ilegítimos del dictador.
En algún momento eso se iba a llamar punk. Pero iba a ser después. Para 1985 esto no tenía nombre, o si tenía uno era new wave, uno de los movimientos contraculturales de esa época bajo toque de queda, organizados en lugares como el Galpón Internacional de Matucana 19 o El Trolley en la capital. «Era más amplio. Es una época en la que la carencia era absoluta, de todo. Entonces cuando las cosas pasaban era una catarsis de muchas cosas, llegaban pintores, poetas, músicos», ha dicho el mismo Vanchi. «Era un canto a la libertad, de que todos se vistan como quieran y hagan lo que quieran. Cuando el punk se empezó a unifirmar, y llegamos a ver que era un ‘movimiento punk’, era realmente lo contrario a lo que queríamos», agrega Miguel Conejeros.
Entre 1985 y 1988 duraron los Pinochet Boys, y está dicho que nunca grabaron nada parecido a un disco oficial. Sí persiste un puñado de canciones de la época, en grabaciones caseras, que se llaman «En mi tiempo libre» y «Pinochet Boys» y que se tratan de versos como «En mi tiempo libre estoy parado en la esquina» o «Nada en el cerebro, nada en el refrigerador, nadie puede parar de bailar la música del general». La historia iba a seguir, claro, y ha seguido hasta ahora. Tan Levine está radicado en Alemania después de haber tocado en grupos tan distintos como Supersordo o Golosina Caníbal entre el rock y el rap en Chile. Daniel Puente ha formado en Alemania o España los grupos de rock Niños con Bombas o La Dolorosa. Y Miguel Conejeros es hoy Fiat 600 y produce música electrónica en Barcelona.
Sólo faltaba documentar la historia de esos primeros días, y es lo que está hecho en «Pinochet Boys» (2008), el libro: un documento con relatos y cuantiosas imágenes, en su mayoría del fotógrafo Gonzalo Donoso, en el que por primera vez es posible enterarse de la historia completa.
«Fue como cerrar un círculo, como hacer un exorcismo. Y además es la manera de ser totalmente verdaderos y de que no pase lo que siempre pasó, que una entrevista de un periodista era su propia interpretación de los hechos. Lo que queríamos era la interpretación desde dentro, de los que participaron. El punto de vista de los que estaban ahí. Aunque escriban mal, aunque un testimonio se contradiga con otro, que sucede en el libro», dice Miguel Conejeros. «El relato es en primera persona porque la historia la armamos entre todos».
Pinochet Boys, de varios autores. 2008, Editorial Midia, Santiago, 200 páginas.
Por David Ponce
Foto: Bernardita Birkner
Onda Corta
El Ciudadano