¿Qué esconde «Domingo sombrío», la canción húngara más temida de todos los tiempos?

La pieza se hizo famosa por la oscura suerte que vivieron sus compositores e intérpretes, y terminó convertida en una joya maldita de la música popular

¿Qué esconde «Domingo sombrío», la canción húngara más temida de todos los tiempos?

Autor: Daniel Carpinteyro

«Sombrío es el domingo/ mis horas son inquietas/ preciadas las sombras con quienes moro, innúmeras…»

La Hungría de la década de los treinta del siglo XX se antoja como un lugar y una época poco propicias para el imperio de la estabilidad mental: una economía quebrada por el colapso de la principal exportación nacional, el grano; inestabilidad política producto de abruptas transiciones en el poder, con la amenaza latente del establecimiento de un régimen afín al Nacional-socialismo alemán; heladas, sequías. Depauperación generalizada. ¿Cómo habrán sido los domingos de quienes debieron sobrevivir entre aquellos nubarrones?

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Entra en escena el compositor y pianista Reszo Seres, judío,  comunista y, como tal, blanco perfecto del régimen de derechas que se expandía por Rumania.  Seres interpretaba sus canciones seis tardes por semana en el restaurant bar Kissipa, un merendero y punto de encuentro para obreros judíos, meretrices y bohemios, empleo que apenas y le recompensaba recursos para cubrir ajustadamente sus necesidades básicas. El mundo alrededor del compositor se cerraba como una dama de hierro.

«Pequeñas flores blancas/ nunca te despertarán/ no del lugar al que has llegado/ en la carroza negra…»

Fue este personaje atormentado el autor de una de las canciones más lúgubres de todos los tiempos, «Vége a világnak», que en húngaro significa «El mundo está acabando»,  que constituía una lamentación sobre la guerra y los pecados de la humanidad.  Más adelante, el poeta y pintor húngaro Lazlo Javor compondría su propia letra de la canción, aunque respetando la melodía original: «Szomorú Vasárnap», que significa en húngaro «Domingo sombrío». En esta versión, el motivo de la desesperanza es la muerte del ser amado, que lastima a la voz poética al grado de desear procurarse la muerte. ¿O qué otra cosa desea el alma enamorada una vez que su precioso vínculo se ha extinto?

La canción, que se popularizó en Hungría en la versión que grabó el cantante Pál Kalmár obtuvo notable resonancia en la Hungría de los años treinta, aunque tras pocos años se planteó la prohibición de su interpretación en vivo o mediante radiodifusión: se decía que la canción había propiciado una epidemia de suicidios. No la carestía económica, no la vecindad con la Alemania nazi y su influencia; nada de eso, era la melodía de Reszo Seres con la letra de Lazlo Javor lo que propiciaba que a un número creciente de personas no les quedaran ganas de seguir en este  mundo.

No piensan los ángeles/ en devolverte/ ¿enfurecerían acaso/ si pensara en alcanzarte?

Se cuenta que no hay mala publicidad, y menos en la cuna del amarillismo y el oportunismo sensacionalista: cuando las noticias de esta misteriosa canción llegaron a Estados Unidos  (país del que había surgido la Recesión de 1929, cuyas consecuencias económicas se propagaron a todo el mundo) de inmediato los productores buscaron algún interprete lo suficientemente valeroso como para entonar la infame elegía. En 1936, el clarinetista y saxofonista de Alabama Hal Kemp grabó su versión de la melodía, con la adaptación lírica al inglés de Sam M. Lewis.  

En 1941, la versión de Lewis fue interpretada por la cantante de jazz Billie Holiday, al compás de los acordes de Hal Kemp y su orquesta.  Titulada en inglés «Gloomy Sunday», vio prohibida su radiodifusión en el Reino Unido por la BBC (con salvedad de la versión instrumental) , pues supuestamente habría provocado una ola de suicidios en aquel  reino que cuatro décadas después sería la cuna del Rock Gótico.

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«Gloomy Sunday» ha experimentado, muchas décadas después , virtuosas adaptaciones; desde artistas muy populares como Bjork, hasta la plana mayor de la obscuridad sónica de los años setenta y ochenta del siglo pasado, tales como Lydia Lunch, Gitane Demone y Diamanda Galas; artistas, todas ellas, que acreditan que la Sombra existe, y a menos que la reconozcamos -en su caso, a través del arte-, la Sombra será nuestro eterno saboteador.

¿Y tú… te atreverías a entonarla una noche de domingo?

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