La crisis de la industria discográfica abrió caminos. Si antes la única alternativa para proyectar una carrera eran los grandes sellos, hoy los niveles intermedios de negocio son tierra de nadie y el underground, gracias a las nuevas tecnologías, tiene más posibilidades que nunca de sostenerse como un sendero creativo.
Hace 70 años Walter Benjamin señalaba que las nuevas tecnologías de su época (cine/foto, radio, fonógrafo) modificaban el conjunto de procesos de sensación, percepción e interpretación de información respecto del mundo (sensorium), abriéndose un abanico de nuevas prácticas con implicancias profundas. Hoy, sus ideas no ofrecen resistencia: para el caso de la música, nuestra experiencia como auditores y/o productores sigue cambiando al ritmo vertiginoso con el que avanzan las tecnologías de información y comunicación.
Aunque desde los ’70 el casete ya permitía la copia y el intercambio, la industria musical tradicional cayó en una crisis con el descenso de la venta de discos. En 2010, la sede nacional de la Asociación de Productores Fonográficos (IFPI) bajó a cinco y diez mil la meta para entregar discos de oro y platino, respectivamente, (antes era 15 y 25 mil), ya que el consumo cayó un 55% en la última década.
Sony-BMG, EMI, Warner y Universal controlan más del 70% de la música que se vende en el mundo. Sin embargo, hasta los “consagrados” han comprendido los cambios y cada día son más los que ponen sus canciones en la tienda de contenidos digitales Itunes, mantienen comunicación con sus seguidores en Myspace (ya en franco declive por la aparición de Facebook o Soundcloud) o generan videos lo-fi para Youtube (adiós MTV). Einsturzende Neubauten, insigne banda alemana del industrial, transmitió en vivo por su sitio web, a modo de reality, las experimentaciones de estudio que darían forma a su nuevo disco. Y por un aporte voluntario.
Hoy una persona puede escuchar en la micro el último disco de Mostro, llegar a su casa y ver un documental de Patti Smith encontrado en Torrent, y dormirse con el “Ambient 1” de Brian Eno descargado vía Rapidshare.
Si esa persona a la vez es productor, descarga un programa de edición de audio y puede hacer una nueva canción a partir de dos o tres ya existentes; o si quiere empezar de cero, el mismo programa y otros de generación de bases y sintetizadores lo transforman en ‘nuevo artista del underground’: si quiere publicación puede recurrir a algún sello virtual (netlabel). Si no, puede abrir un blog y auto-distribuirse él y sus (ciber) amigos. Porque, además de la producción, Internet también rompió el dominio de los sellos en la distribución.
Por otro lado, aunque la independencia existe hace décadas (recordemos, por ejemplo, el psicodélico International Records o Takoma de John Fahey en los ‘60), el colapso de la industria discográfica major dejó un vacío que paulatinamente ha sido copado por las disqueras más pequeñas o indies que, con un modelo de gestión cada vez más específico, ha logrado sostener la abundante producción musical alrededor del mundo.
NUEVOS INTENTOS
Hace pocas semanas, el festival internacional Primavera Sound que se desarrolla en Barcelona, tuvo en sus escenarios a los nacionales Fernando Milagros -que se repitió el plato-, Astro y The Ganjas. Dicho evento es una colosal producción cuya entrada vale sobre 100 euros, con escenarios simultáneos y asistentes de toda Europa, un cartel de peso con clásicos y novedades; es un lugar donde hay que estar si se pretende la internacionalización de las bandas, como reconoce Oliver Knust e Iván Molina -gestor y músico, respectivamente-, quienes representaron al conglomerado nacional llamado IMI (Industria Musical Independiente) en Primavera Pro, instancia de negocios paralela al festival.
Knust comenta que están trabajando con Pro Chile, una agencia gubernamental de exportación, que mueve todas las industrias que se sectorizan. A ellos llegaron luego de la nula respuesta de la Dirac y Embajadas. “Con la música nunca se habían metido y se sorprendieron que nosotros teníamos esto armado, que ya habíamos participado de otros festivales afuera, que teníamos sellos. Se supone que este año han decidido apoyar ‘la música’ como sector”, dice Molina.
A mediados de la década pasada el rock/pop chileno indie tuvo un explosivo momento mediático con nombres como Guiso, Gepe (en la foto), Javiera Mena y varios más, que giraban en torno a los sellos Algo y Quemasucabeza (QSC). Si bien venían trabajando en la música hace años e incluso una década -como, por ejemplo, Rodrigo Santis de QSC- ese momento abrió posibilidades para ir haciendo paulatinamente más rentable el trabajo musical. Las audiencias volcaban su mirada a los sellos pequeños y a las nuevas redes de difusión y distribución; la gran industria ofrecía malos productos a alto precio, y en Chile se consolidaba la (pos)modernización cultural tan particular en los países latinoamericanos.
Desde ese momento, cada vez más músicos nacionales empezaron a tocar en Norteamérica, Sudamérica y Europa. Avanzados los años y con un variado conjunto de actores que han cosechado relativo éxito, seis sellos (Potoco, Río Bueno, Tué Tué, Algo, QSC, Cazador) se agruparon en IMI como estrategia de apoyo que les permitiese consolidar el trabajo lejos de los multinacionales.
“Aún somos una sociedad protocolar que no está organizada como industria, que no tiene tentativas monopolizadoras, y se trata de un sector muy acotado. Lo más importante es que nos llevamos muy bien y tenemos una convergencia, somos amigos”, explica Iván Molina.
Comenta que no se dieron cuenta cuando el asunto empezó a funcionar en un “sentido empresarial”, pues aún les cuesta mucho manejarlo, “ya que hasta sacar una factura es complicado: Entramos en este juego porque la cosa funciona así, nada más”.
Pero aclara: “Queremos que nos vaya bien haciendo lo que hacemos, pero no estamos dispuestos a cambiar lo que somos para que nos vaya bien”, concluye el ex baterista de Emociones Clandestinas y Santos Dumont aún activo en el rock.
Este puñado de sellos ha logrado posicionar a sus artistas en la prensa local y extranjera (especialmente española), editar y vender discos en distintos formatos, armar tocatas constantemente, etc.
FORMATOS
Aunque algunos discos de QSC han tenido miles de descargas en los días que han estado liberados, varios han sido luego editados en vinilo, formato en ascenso que día a día gana más consumidores.
Aunque no es masivo, hay sellos locales como BYM (Blow your mind) que sólo editan en vinilo. Razones: unirse a una corriente histórica de melómanos, fidelidad del sonido y materialidad del formato, carátulas como espacio de arte gráfico. En cuanto al pasado, Los Vidrios Quebrados, Los Mac’s y Congregación están disponibles en acetato a través del sello Ánima. EMI Chile, por su parte, aprovecha el momento y reedita los cuatro primeros álbumes de Los Prisioneros, y los potentes debuts de Lucybell, Los Tetas y Tiro de Gracia.
Por último, un proyecto del mismo Oliver Knust consiguió financiamiento estatal de casi 20 millones para comprar en México una máquina para fabricar los discos que hasta ahora manda a hacer al exterior.
Yellow Moon Records es una distribuidora de música independiente contemporánea y experimental fundada a fines de 2008. Hoy distribuyen más de una docena de sellos internacionales y a varios indie nacionales.
“Hacemos un esfuerzo para que los discos puedan adquirirse a precios no privativos, la única manera de que esto se expanda y no esté ligado sólo a estratos socioeconómicos altos”, explica Iván Daguer, uno de sus directores.
Como señala Rodrigo Alarcón en su texto “Los discos perdidos”, el vinilo, a diferencia de otros soportes -casete, CD, mini disc o el MP3- ayuda a objetualizar la música, sosteniendo la falsa idea de que los sonidos se pueden localizar en una cosa: antes fue la partitura; luego, los discos.
Sobre la revitalización de este formato, Daguer señala que con la masificación del digital, era lógico no pensar en grandes ediciones. “Había que ser prácticos y acotarlas a cantidades vendibles. Esto generó un nuevo nicho de público que se masificó y terminó en el actual fenómeno”, concluye quien dirigió por años la revista digital de música Especial35.
MUSICA LIBRE
Si bien no creemos en la neutralidad de la tecnología, ya que sus usos responden al patrón histórico dominante, sí reconocemos en ella la posibilidad de manifestarse por los intersticios.
Hay una “música paralela”, ajena a los embates del mercado, pero plenamente inserta en los vuelcos culturales, que partiendo de la idea del derecho a la cultura y el carácter colectivo de la creación humana, potencia formas de uso que liberan la producción cultural del valor de cambio.
Como parte de estos impulsos, surgieron los netlabels (sellos virtuales), que ofrecen un catálogo de músicos y sus discos para descargar. Aunque en un comienzo estuvieron más ligados con la música electrónica de baile, hoy trascienden todos los estilos y, a veces, son complementarios al formato físico de algunos sellos. Vale decir que lo digital no es terreno sólo de la música menos conocida.
En Chile, Michita Rex, Jacobino, Amigos de la Contaminación Sonora, Discos Pegaos, Escéptico, entre muchos otros, ofrecen decenas de títulos para descargar, con una línea editorial bien definida.
Mika Martini (en la foto) es uno de los fundadores de Pueblo Nuevo, uno de los más antiguos y prolíficos de Chile, con más de 70 referencias. Músico autodidacta, Martini señala que la ética del sello fue desde siempre huir del concepto de sello discográfico tradicional, “de no comercializar música ni permitir que relaciones de mercado o de costo-beneficio fueran las que relacionaran a los autores con el sello”.
Sobre su relación con la tecnología explica que Internet y el concepto de cultura libre “son causantes de que Pueblo Nuevo exista como fenómeno virtual, pero también como experiencia real y tangible”.
Para Martini, las nuevas tecnologías naturalmente permiten todo tipo de ventajas y formas de acceder a espacios o lugares donde antes era un sueño pensar en llegar. “Pero por más que existan los medios más avanzados, nunca van a reemplazar a las relaciones humanas que se dan entre quienes disfrutan de mostrar y escuchar música que te sorprende”, advierte.
LAS CLOACAS
Tomando esa idea de un espacio material, real, donde músicos, auditores y curiosos llegan a conocerse y compartir sus impresiones, el underground ha sido un ámbito de desarrollo desde hace décadas para muchos artistas.
El punk siempre ha sido el territorio donde más sustrato existe al respecto. Masapunk comenzó a mediados de los ‘90, compuesto por un grupo de personas ligadas al hardcore-punk, con ideas e intereses anarquistas. La intención era crear un medio autogestionado de difusión de ideas libertarias dentro del ambiente punk en el cual participaban, comenta Alejandro Stephens, uno de sus gestores.
Anclados en la idea de autogestión, partieron editando hardcore pero se ampliaron a otras bandas que no responden a esa calificación, pero con las que comparten ideas. Hoy la autogestión se concreta co-editando con otros sellos como Sarri Sarri, Maldita Cruz de la VI Región, Tercer Mundo de Antofagasta o Pólvora Distro de la IV región, apoyándose mutuamente y haciendo más efectiva la distribución.
Ervo Pérez (y sus afines) son Productora Mutante, una plataforma de difusión de música, talleres y todo lo relacionado con música experimental. Partieron trabajando en 1998 autogestionando recitales donde conoció a mucha gente que precariamente experimentaba, grababa y sacaba su música.
“Eso me llevó a impulsar un escenario para ellos, una difícil tarea pero que gratifica porque pone de manifiesto el lado más primitivo e intuitivo de los músicos”, explica.
“La Productora Mutante es under y desconocida y creo que siempre va a ser así, lo que no nos inquieta. Lo mejor es mover conciertos rarísimos por nuevos lugares, descentralizar los lugares donde escuchar música y mostrarnos fuera del centro y de Santiago”, concluye.
Ervo destaca el impacto que tuvo Internet y las nuevas tecnologías en potenciar el proyecto. A través de ella autogestionó giras con su proyecto La Golden Acapulco por América y Europa. A la vez, el sitio de la productora tiene un catálogo con más de 50 títulos para descargar.
LOS INDEPENDIENTES
Para Iván Molina, antes el under era por defecto. Se estaba ahí por no poder llegar a otro estrato. También, explica, había quienes por otras razones no querían participar de la industria, y no necesariamente porque no tuvieran dinero. “Pero hoy en día no es así, porque ser independiente es distinto a ser underground, ser independiente es una opción más”, señala.
A su juicio, el caso de Feria Music (sello de la Feria del Disco) ejemplifica: “Se promocionan como un sello independiente chileno, y en rigor lo son, pero su propuesta estética no tiene nada que ver con la independencia”.
Stephens de Masapunk opina que cuando los sellos se plantean como «independientes» no buscan diferenciarse de los sellos grandes, sólo emulan a pequeña escala la misma lógica. En otro sentido, valora el impacto de la tecnología ya que sirve para eliminar la idea del «artista» y permitir que cualquier persona que se motive tenga mayor acceso a las herramientas para desarrollar su creatividad y, si lo desea, darla a conocer.
Daguer, por su parte, cuestiona: “No sé que tan ‘independiente’ puede ser pagar por la participación en algún festival de renombre o pedir lucas al Gobierno para salir a tocar al extranjero. Nosotros nunca lo hemos hecho ni tampoco esta en nuestros planes hacerlo”.
“Sería lindo poder alcanzar un punto en que nos podamos dedicar a esto a tiempo completo y que alcance al menos para pagar la renta. Por ahora, lo pasamos demasiado bien haciéndolo y sólo nos queda seguir empujando para que el sueño se haga realidad”, concluye.
Arriba o abajo, claro u oscuro, la decisión suena por cuenta propia.
Por Cristóbal Cornejo y Pía Sommer
El Ciudadano
Publicado en «Onda Corta: sonidos locales», El Ciudadano nº 128, 1º quincena de julio 2012
Agradecemos a los investigadores y colegas que hicieron posible este reportaje. ¡La inteligencia es colectiva!