La idea de entrevistar al interprete en guitarra y compositor Ramiro Molina, surgió en una conversación en un auto con el músico Alex Muñoz, cerca de las cuatro y media de la mañana de un viernes para un sábado, de regreso de una tocata. Incluso conversamos que cosa nos gustaría saber a ambos sobre el trabajo musical de Molina, no pensando en un detalle de su labor exacta, sino en líneas de fondo que lo sustentan a él, y así quizás entender su creación y labor. Pero luego de hacerle llegar las preguntas y recibir sus respuestas, comprendí que era una labor no que se puede poner por escrito, y si se hace se queda corta, quizás por eso elegí dos largos textos que responden a aspectos muy importantes y que dejo más que como el reflejo de una entrevista, como ideas que merecen este espacio y mucho más.
Ante la pregunta de su desarrollo musical, Molina dice “eso se podría responde técnicamente haciendo todo el recorrido de las distintas instancias, los distintos estudios, casi una cuestión curricular”. Y agrega que “una respuesta más acertada tiene que ver con como he encarado, más bien, mi desarrollo musical o dicho de otra manera es como he concebido la música en mi vida, en mi existencia y en ese sentido creo que tiene que ver más con una necesidad de permitirse estar en una situación de permeabilidad permanente, y hacerse susceptible a la transformación, mantenerse lo más posible y lo mejor posible en un estado o situación de esponja frente a las impresiones del arte, cotidianas, del quehacer, de los otros, de con quien uno más cercanamente trabaja y de quien uno más lejanamente obtiene información. Creo que eso me ha permitido transformarme, de alguna manera, en una especie de nómade. Por ahí dicen los transvanguardistas, nihilista activo, es decir negarlo todo para poder abrazarlo todo. Eso no significa que yo pueda ser siempre fiel a lo que digo, no significa que siempre sea exacto con los preceptos que estoy diciendo, o con las ideas que estoy diciendo, pero creo que es una cierta dirección de funcionamiento, no sólo en la música, sino en el arte”.
Y luego, y ante la pregunta sobre cómo ha sido su proceso musical y su distancia de la música que se maneja en términos comerciales, Molina señala que “a esta altura a mi me cuesta bastante responder una pregunta así. Primero porque creo que en algún sentido ciertas ideas que están al interior de esa pregunta creo que no son tema para mi, o si lo son, son de una manera bastante, diría, filosófica, o de una manera que requieren de un análisis más allá de lo cotidiano, de si algo es difícil o fácil, si algo te cuesta o no te cuesta, creo que merecen una problemática que escapan a las decisiones personales, es una problemática de fondo de la actividad artística, cultural, educacional. Es lo que podríamos llamar el famoso problema país, pero que no solamente es el país, sino que es una problemática del sistema. Por lo tanto voy a diferenciar la pregunta en dos partes. Una que dice que tan difícil ha sido ese proceso, y voy a tomarlo desde un punto de vista absolutamente artístico personal y puedo decir que nada, no ha sido para nada difícil, es mi vida como músico, es mi vida como músico que se transforma en el tiempo, que ya lo dije anteriormente, me comporto como un nómade… ha sido un proceso exquisitamente vertiginoso, no se sabe nunca donde voy a ir, se comienza en un lugar, se termina en otro. En este momento estoy haciendo improvisación, antes hacía más temas estilísticos, da lo mismo, es lo más entretenido que me pudo haber pasado, permitirme estar siempre en transformación, casi como que no tengo mucho más que decir al respecto… es la inquietante y fascinante vida que puede tener un músico. Sobre el segundo aspecto de la pregunta, es que no es tema, son opciones artísticas, creo que tiene que ver con eso, creo que jamás me he planteado hacer arte porque vaya a ser masivamente aceptado o vaya a ser políticamente correcto o vaya a ser gustado o no gustado, si fuese así, estaría probablemente en otra matriz de funcionamiento, simple y llanamente. Quizás en un sentido más profundo considero que lo más honesto que puedo hacer frente al público, es no tenerlos en cuenta, porque justamente lo que les pueda entregar es lo más honesto y punto. Ahora con respecto a lo que se maneja en términos comerciales, que es lo que también alude la pregunta y que no logra una aceptación inmediata, bueno creo que tiene que ver con problemas históricos, y no voy a poder responde en una pregunta toda la problemática de la historia de la música. Sería vano tratar de abordar en una pregunta personal una temática que es de fundamental trascendencia en la historia del arte. Hablemos entonces de porque las cosas son o no son aceptadas, hablemos más bien de la transformación del arte que de la quebrazón de vasos, quebrazón que para mi no existe y el término de los asuntos comerciales que tiene que ver con el sistema, creo que tiene que ver con como las redes de poder que subyacen a cualquier tipo de situación económica o de situación política. Las redes de poder generan una intención de estados de conciencia que trasunta en todos los niveles de funcionamiento, desde los marcos políticos hasta los marcos educacionales, y por cierto trata de insuflar sus redes a lo que son los marcos de la creación artística. Ahí es un poco más difícil pero aún así lo logra y la mediatización de lo que son las estructuras de los paradigmas de la construcción del arte no escapan a ello, por lo tanto si hablamos de lo que es la comercialización tendríamos que hablar de la mediatización, tendríamos que hablar del control del poder y de las estructuras de conciencia que a partir de ello se yerguen o subyacen. Y eso es casi un capítulo entero”.
Intentaré más adelante poner en estas hojas otras reflexiones e ideas que Ramiro Molina plasmó luego de mis cuestionadas preguntas. Aquellos que quieran ver los aspectos más curriculares de Ramiro Molina y conocer de su labor, lo pueden encontrar en www.myspace.com/ramiromolina
Onda Corta
El Ciudadano