Reolé, imposible no cacharlo

En momentos de economías, de reducciones de presupuesto, de recortes por aquí y por allá, Mauricio Redolés junto a la formación que le da a vida a Ruido Bustos, es decir Tocori Berrú en bajo y afilador de cuchillos, Sergio Massardo en guitarra y afilador de cuchillos, más Sebastián Redolés en batería y afilador de […]


Autor: Mauricio San Cristóbal M.

En momentos de economías, de reducciones de presupuesto, de recortes por aquí y por allá, Mauricio Redolés junto a la formación que le da a vida a Ruido Bustos, es decir Tocori Berrú en bajo y afilador de cuchillos, Sergio Massardo en guitarra y afilador de cuchillos, más Sebastián Redolés en batería y afilador de cuchillos, se despliegan a lo grande, sin miramientos. Y no sólo por la larga presentación en vivo, sino por la salida de su disco doble, que incluye un registro en audio e imágenes de una actuación en enero del 2007 en la sala SCD de Bellavista, bajo el nombre “Cachai Reolé?”. El mismo de la actuación de esa noche y que refleja algo que la mayoría de los asistentes tenía de sobra logrado.
Al que mucho no ubicaban era a Tito Escárate que abriendo los fuegos de la noche presentó algunos temas que sirvieron de preámbulo al largo espectáculo que Redolés tenía considerado. El ex Compañero de Viajes entregó acompañado de guitarra, percusión y acordeón canciones que bordean el folclor y que distan mucho de sus registros de antaño. La espera permitió ver el video de “El Zorro”, canción donde las palabras se complican, por más que en otras ocasiones las haya explicado.
Luego se corren las cortinas negras. Primera vez que las veo en el Galpón, y golpean tirando de entrada “¿Quién mató a Gaete?”, una de las más conocidas y coreadas, pero que sólo sería un avance y que reflejaban que quedaban muchas similares para lograr la comunicación con el público. No en vano, Redolés lo ha hecho siempre, armado ahora junto a Rudio Bustos o en solitario, con guitarra de palo, ante un puñado de alumnos a finales de los ochenta. Y da lo mismo que las versiones de “La Pequeña Lulú” o “Llegando a Yungay” sean distintas, lo importante es la franqueza, el despojarse de esos ornamentos molestos, depurando el sonido para hacerlo libre y directo como sólo puede hacerlo quien alcanza ese punto en que a mayor sencillez, humanidad y otros aspectos corresponden mayor lucidez y mayor concentración expresiva. Quizás sean estas virtudes las que, al impregnar imperceptiblemente sus letras y ritmos, explique el interés con que se han acercado a él ahora y siempre los adeptos.
Y eso mismo le permite incluir -y lo ha hecho siempre- juegos poéticos o textuales que nadie reprueba, sino que por el contrario aplaude. Como fue esa noche, por ejemplo, la interpretación “Chica poco comunicativa” junto a la actriz Corina Pastenes. O también entregar toda su visión sobre nuestra realidad política, social y educativa, tan vigente en ese día, en que el jarro de María Música Sepúlveda aún sonaba en los oídos de todos. Así entonces escuchar “Química” o “Michelle y los pingüinos” sirve de catapulta para gritos y aplausos. En un menor grado, peor lo mismo se va construyendo con “El finao” ese particular tema dedicado a Salvador Allende, que parte con el también especial testimonio de Arturo Girón, médico personal del ex mandatario.
Hubo una breve pausa, se regaló una polera, y se tomó un poco de fuerza para continuar. Había que seguir mostrando más, para poner a prueba si todos realmente las cachaban o no. Así reflotaron “Nutrias en Abril”, “Chileno feo”, “Era paraguaya”, “Nada” y se mezclaron con algunas más nuevas como “Yemen del Sur” o “Qué dios se lo pare”, entre esas rarezas y bellezas que plantean “El monstruo” o esas mezclas de cueca y blues que oferta en “Marcando ocupao”, por la pendeja esa.
Podría haber seguido tocando. Muchos le pedían alguna otra, muchos no querían que terminara, pero ya era tarde. Las puertas del Galpón se abrían ahora no para dejar entrar, sino para todos salieran. Pero, sin olvidar que cachaban a Redolés, que algunos allí lo escucharon hace más de veinte años, cuando algunos de los mismos que allí estaban tenían uno o dos años, y que la mayoría saben que Redolés “eh bueno, o sea yo lo encuentro bueno, y no lo conocí en un local de papas fritas”.

Mauricio Redolés y Ruido Bustos
Galpón Víctor Jara
Martes 15 de julio

Texto: Jordi Berenguer
Fotos: Eve Cazenave


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