“¡Está la cagá afuera!”. Con esa frase quedaba claro que no sería una noche tranquila. Aunque no era imaginable lo que vendría después, ni la dimensión que se le asignaría por la policía uniformada, es decir “la yuta”. En el interior del Salón Bizarro de calle Copiapó cerca de la esquina de Santa Rosa, casi un centenar de jóvenes disfrutaba del inicio de una actividad solidaria que tendría un rico panorama de artistas, los que ya se encontraban dispuestos a empezar sus presentaciones. Los primeros en subir al escenario fueron los miembros de Salvaje Decibel, quienes con su habitual despliegue entregaron sus conceptos y sus ideas ligadas a su visión de la sociedad chilena, construida desde lo poblacional, desde su experiencia diaria, desde las historias de esos niños que la sufren en cada instante, desde esas casas bajas que no tienen nada de lo que nos muestran las publicidades que incitan al consumo. Pero ya al final de sus temas, el aviso de lo que ocurría en la calle alertaba al sonidista. Pese a eso Subverso se instala en el escenario, junto a Andy Portavoz de Salvaje Decibel. Presenta su primer tema, composición dedicada a la muerte de Rodrigo Cisternas, y antes de que lograra terminarlo, desde la puerta llega la instrucción de bajar el volumen, ya que los pacos van a entrar. Hasta ahí llega la posibilidad de seguir escuchando a los músicos, hasta ahí llegan las opciones de ver en escena a los creadores, y todo se vuelve tensión, todo se desfigura en su sentido primero, ya que el temor se hace presente, el riesgo de un allanamiento marcado por la violencia policial se vuelve casi una certeza. En la puerta se resiste, en la puerta se impide el ingreso policial a costa de golpes y de gases lacrimógenos, a costa de experiencias anteriores de saber como oponerse a la represión y a la violencia del Estado. Afuera y adentro todos dudan. Las llamadas a celulares consultan desde el interior a los amigos del exterior qué pasa afuera. Las respuestas hablan de un cerco policial, de muchos radiopatrullas, de cuatro buses de fuerzas especiales, en general de un despliegue que no corresponde a lo que se estaba viviendo. Las consultas desde el exterior hacia adentro apuntaban justamente a lo que ocurría: ¿por qué tanta yuta?, ¿cuánta gente hay adentro?, ¿están bien? Las respuestas se cruzan, la información se arma en ambos sentidos, la verdad es que nada ameritaba tanta persecución, ni la cantidad de gente que esperaba afuera, ni se puede hablar de ruidos molestos. Pero ya se ha vuelto una constante. Le ocurrió a Banda Conmoción en su fiesta de La Challa en la comuna de La Reina. Le ocurrió a distintos creadores en los allanamientos al centro cultural de Cueto con Andes hace unas semanas atrás. Le pasó a Mendicantes en sus funciones de hace unos meses en Matta Oriente. Lo vivió El Ciudadano en el centro Ainil hace un tiempo. Lo que vino después tuvo que ver con la tensión, con la idea de irse detenido, con la posibilidad de salir y ser retenido y apresado. Con las ideas cruzadas entre los organizadores que querían evitar un allanamiento y daño a su espacio, y los que querían salir para irse y enfrentar el riesgo. Se perdió el sentido de solidaridad y ayuda, y se perdió la posibilidad de ver nuevos trabajos de estos solistas y grupos. Todo esto por qué. Por la mentalidad de dictadura que aún prima en esta falsa democracia. Y porque las democracias siempre han sido una farsa.
¿Cuándo y dónde fue?
Viernes 26 de junio
Salón Bizarro
Copiapó 669
Texto: Jordi Berenguer
Foto: Eve Caezenave
Onda Corta
El Ciudadano