Sobre el autor
José Villa en Martín Coronado, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1966. Publicó 8 poemas (1998); Cornucopia (1996, 2002); Wu (2000);Poemas largos (2006); Es un Campo (2006) y Camino de vacas (2007). Sus textos integran diversas antologías, entre ellas, Poesía en la fisura (1995);Monstruos: el sueño de la poesía (1998) y Una antología de la poesía argentina (1970-2008) (2008). En los años noventa fue director de la revista 18 Whiskys, y formó parte de la editorial Ediciones del Diego, a finales de esa misma década. Fue editor del sitio web Poesía Argentina, que publicó gran cantidad de artículos sobre literatura, una revista y libros digitales. Desde 2005, edita la revista de poesía Atmósfera (revista-atmosfera.com.ar). Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras y en la de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Es poeta, editor y crítico literario.
Un ensayo sobre la naturaleza de la poesía
Muchas veces la poesía oculta más que lo muestra, dejándole esa tarea al lector. Escombro (Club Hem, 2015) de José Villa es un ejemplo de esto. A lo largo del libro que, según palabras del propio autor, mezcla poemas antiguos y una serie nueva en la que Villa venía trabajando, se puede ver como cada palabra dice lo justo y necesario para no mostrar más de lo que el poema le pide. Así, donde parece que hay un revelamiento, también hay algo oculto.
Las dos parte que componen Escombro muestran a un Villa que se atreve a ensayar a través de sus poemas sobre la naturaleza y la vida cotidiana urbana, haciendo foco en esos entrecruzamientos que pocas veces vemos. Ese ensayo deriva, si se ve todo el libro en su conjunto, en una suerte de pregunta por la poesía y su propia naturaleza. ¿Qué es lo que se debe decir? ¿Qué es lo que autor se guarda y no confiesa?
Para responder esas preguntas, el autor parece nutrirse de recursos varios. Sin abusar del objetivismo de los 90’s, una generación de la que él es un exponenente, Villa utiliza lo que le sirve y se anima a más, desafiando las corrientes poéticas actuales que apuestan a a lo explícito. En Escombros, en cambio, hay una poesía que exige ser leída con detenimiento, a un ritmo que hace recordar a la paciencia con la que se maneja la naturaleza.
En ese mismo sentido, los insectos, las frutas, los árboles, el cielo, los objetos y los humanos son descriptos por Villa como si él fuera un extraño, alumbrando en las zonas generalmente ocultas de las cosas. La respiración de cada poema no es casual y las palabras parecen pensadas con un detenimiento puntual, dejando que el lector complete muchas veces los sentidos.
Escombro de José Villa, aprovechando la metáfora que el autor propone con dicho nombre, muestra restos de distintas corrientes dentro del campo de la poesía y que Villa aprovecha para reunirlas y formar una construcción nueva y muy particular, ya que no estará terminada sin el aporte final -y fundamental- del lector.