Revista La Lengua

En esta edición: Love your red cunt (Ama tu coño rojo) de Delfina Harms, Práctica nocturna de Hipólito Matias, Es demasiado triste de Catalina H. Segura y una carta de amor escrita por Melancólica AM.

Revista La Lengua

Autor: Ciudadano

LOVE YOUR RED CUNT (AMA TU COÑO ROJO)

El viento de verano me sopló la espalda y me secó un poco el sudor. Venía cargada con bolsas y mi cara me abandonaba, cerraba los ojos y bostezaba mientras mis piernas subían y subían las escaleras del metro Ñuñoa, el amarillo sin fin. Pensaba que llegando arriba me daría fuerza el olor de las humitas de Don Carlos. Que andaba cargada pero un par de humitas siempre caben. Alargué el cuello para verlo y en el último escalón, una nube caliente cayó entre mis piernas. Don Carlos es un hombre tierno y no me preguntó por la mancha roja que me crecía como una falda cuando buscaba mi vuelto en su manojo gigante de billetes.

Acepté inmediatamente que esa mancha no estaba destinada a abandonar ese pantalón. Es mi favorito y me gusta porque me hace justicia. Tipo Mom de tela gruesa, cabe mi poto y todavía queda espacio. Puedo guardarme cosas en los bolsillos y me llega justo hasta el ombligo. Ese rastro de fertilidad le quedaba perfecto. Lo lavé un poco con agua tibia, lo sequé con el secador de pelo y me lo puse de nuevo.

Salí al patio. Mi mejor amante estaba en la terraza de la casa que compartíamos fumando mota. La sangre salía caliente de mí y la vista de su pelo y su cuello sacó de su eje casi todas mis células. Fui a pedirle que me ayudara con eso porque sé que no le da asco la sangre y que mi interior era uno de sus lugares favoritos. A cambio le llevé un par de latas de cerveza y le cedí una de mis humitas aunque sé que no le gustan. Comimos. Tiramos. Mandamos unos wazáp y seguimos cada uno su camino.

Ahora mi amante favorito es mi compañero en la vida. Tenemos una toalla regalona que se nos va llenando más y más de marcas de fertilidad y amor. Me ha visto sangrar en la ducha, en la cama, en la calle, en el wáter. La nube caliente trae consigo cosas que disfrutamos juntos, como sería una buena cosecha de zapallos, o una mata gruesa de perejil. Temporada de red cunt, and I love it.

Por: Delfina Harms.

ES DEMASIADO TRISTE

Durante el paseo de tres horas cuesta arriba veo pasar un par de aviones a chorro por encima mío, eso me apura y levantando todo el cuerpo, sostengo el pedaleo sin sentarme. Cuando por fin llego, tengo tanto calor que apenas puedo sentir la brisa, aunque sé que cualquier ventolera fuerte podría llevarme. Parada aquí, con la bici entre las piernas. 

He pensado en todas las canciones que quiero sacar de la lista. Todas buenísimas para escuchar por última vez. 

Pongo los ojos hacia el sol y con una mano hago sombra para enfocar las estelas de humo espeso y blanco. Pienso en esa de Los Tres que te encantaba por el ritmo que hacían tus caderas en el coro. Con el  siguiente avión, te veo bailando una de Los Ángeles Negros frente al único rayito de sol que entraba a tu pieza. Veo los lunares de tu espalda iluminados y después ocultos por las sombras del clóset que roza tus manos cada vez que las mueves ridículamente al son de Germaín de la Fuente.

Desde que en el 2025 se comprobó que mirar el chorro de un avión provocaba la pérdida de algún momento específico en nuestras vidas, el evento de los aviones ha sido el más popular año a año. Miles de personas se las ingenian para llegar hasta la única colina de Cucao, en la Isla de Chiloé. Ahí pasan por horas aviones a chorro para poder olvidar todos los momentos que queramos. 

Para el centésimo avión, le compro un té y una empanada al único vendedor autorizado. Debe estar haciéndose la América, con el frío que cayó todos tenemos un vaso humeante en las manos. Veo pasar el que creo va a ser de los últimos aviones y recuerdo cada track de ese vinilo de Charlie Brown Christmas que escuchamos mil veces en navidad.

En la noche, mi cabeza no puede recordar más letras ni tararear más melodías. Prendo las luces de mi bici y aprovechando a la masa de gente bajando con linternas, camino siguiendo el ritmo chilote. Es demasiado triste. Lo único que me consuela, es que sé que llegando, voy a poder cantar fuerte esa canción que me encanta de Jorge González y que guardé en secreto para no tener que pensarla nunca en esta colina.

Por: Catalina H. Segura

PRÁCTICA NOCTURNA

Cada noche cuando entrego el cuerpo

al ingrato descanso

Me agarro firme a un deseo que me aleje del  negro patio insomne

Grito hondo el poema que algún día posaste en  mi lengua

Empaco las penas del saber que no acabarás con  el bordado desteñido de mis sueños

Acaricio la pluma que dejaste incrustada en mi  pecho al emprender tu vuelo

Y para terminar la práctica.   

Envuelvo fuerte tu nombre en una servilleta. Servilleta que guardo en la limerencia bajo mi carne.  

 Por: Hipólito Matias.

-SUMIDA EN UNA CANCIÓN DE LEO DAN- 

Quizás el escribirte sea lo más torpe que haré, pero es domingo y las cosas pasan más lento y las canciones se despedazan mientras te escribo. Si volar es algo, pensar en tus ojos es lo más parecido. 

He repasado mucho el jueves, en esa noche en que discutimos y me dijiste que no sabía comer pizza porque me comía los bordes y me acordé de cuando pensabas que eso era lindo. 

Como hace seiscientos años atrás. 

Pienso en cómo me miraste cuando me compré la polera roja en H&M, achicando los ojos como queriendo ocultar tus pupilas porque brillaban de amor y pienso también en cómo me miraste cuando te conté que no me entraba más, exponiendo todo lo que está dentro de ti, abriendo tanto cada párpado que pude ver los siete kilos que se sumaron justo en mi vientre, el que dejaste de tocar.

Solo y herido así me dejas
Sabiendo que mañana… 

La única sensación que me queda es la del jueves, cuando detuviste mi cuerpo que se abalanzaba sobre ti en mi estado más animal, corrompida por el vodka y la rabia y los celos que me dan cada que te reviso el historial. 

No podrás ser feliz con ningún otro
Pues conmigo conociste el amor
Sí el amor, sí el amor

Yo he estado más serena de lo que pensaba, mi corazón se siente tranquilo y aunque está agitado he logrado verme desde afuera. Sin ti. En mi casa estás en todo y no extrañarte es casi irreal. 

Pd: Me acabo de comer el primer pedazo de sandía del año y como deseo, pedí olvidarme de ti cantando a Leo Dan.

Con cariño,
Melancólica AM.

*Envíanos tu carta con pseudónimos a [email protected]*


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