Para hablar de la poesía contemporánea chilena, específicamente, de la poesía de Rodrigo Lira, es necesario remontarse a la situación acontecida en los años de dictadura militar y entender por qué el poeta conforma un caos dentro del marco de la lírica chilena.
Rodrigo Lira, poeta irreverente, caótico, dramático e incomprendido -como ya muchos saben-, nace en 1949, año de mediados de siglo en que se aprueba la ley 9.292 que concede el derecho a voto para la mujer chilena, también daría a luz uno de los grandes poetas no valorados en vida de nuestra literatura; ese “anarco-francotirador”, como lo llamaría Enrique Lihn, ese poeta que siguiendo sus propios instintos y principios generaría una voz poética que será la confabulación entre una mente esquizofrénica abrupta y la irreverencia de la razón irónica política y social. En cierto modo, Lira se vuelve un acusador de la vanguardia y, decidido a todo, se mofa de muchos de sus contemporáneos a partir de versos y frases directas.
Esa directriz del poeta constituye un acecho de la inconsciencia hasta las más puras palabras refinadas y destruidas a través de una semántica propia, y de hecho tan propia, que la palabra se vuelve una ganzúa del mismo verso. De acuerdo a eso, en Ars Poetique, la verificación de una metonimia del lenguaje y de la misma poesía se transforma radicalmente en “la otra orilla” de nuestra literatura, es así como al rehacer el poema “Arte Poética”, de Huidobro, la dirección que sigue Lira es meramente social, decidora y transgresora, con el simple motivo de querer mofarse del creacionismo y de Huidobro, por tanto, plantea de modo concreto y explícito un reflejo de su intimidad y percepción única del mundo y, sobre todo, de Chile, el país de los poetas.
…son los nervios, son los nervios
El vigor verdadero reside en el bolsillo
Es la chequera
El músculo se vende con paquetes por Correos
La ambición no descansa…
Siguiendo con Ars Poetique, es necesario concebir, a grosso modo, algo de los destellos que dispara el poeta en su creación de la creación de una copia bien copiada y lingüísticamente lograda, afirmando su personal idea crítica de los avances y “desprogresos” de un Chile subyugado bajo el poder de las armas y el deíctico militar (oficio que siguió el poeta en su juventud), y el consumismo emergente de la época. Sin embargo, queda claro un enfoque crítico y petulante: La chequera, la ambición, los nervios, campos semánticos símiles en sus versos.
Lira y la fluidez poética
Los poemas y todo se carcome para Rodrigo Lira, hasta la bestial soledad. Es por eso que existe un existencialismo profundo en sus versos, existencialismo que se desahoga en los disparos a la sociedad que Lira canta, no obstante, se encuentra en la crónica roja documentando su vida y sus penas, refugiándose en sus letras, sus autores predilectos, los que inserta en su poesía y que se confunden creando un lenguaje y Novo poiesis. Entonces, surgen preguntas que quizás no tengan respuestas. ¿Quién es Rodrigo Lira en el marco de nuestra Literatura? ¿Qué hace que un poeta, el meta-poeta, nombrado por muchos, se esconda en un diáfano lenguaje poético, desentendido por varios y repudiado al mismo tiempo? Como dije, son preguntas inconclusas y errantes.
Pero a pesar de ese anonimato existencial del poeta y aquella esquizofrenia genética y, a la vez, genuina, Rodrigo Lira, no deja de ser uno de nuestros grandes artesanos de la palabra chilena, puesto que a partir de ella el meta-poeta, el irreverente y caótico se construye y al mismo tiempo desconstruye una propia semiótica que paródicamente estructura el texto creado y que según Eduardo Llanos, aspiraba a ser un productor de textos; un experimentador de la palabra escrita.
Y nos queda claro que ese experimentador de la palabra escrita, logró serlo, aunque no por mucho tiempo, debido a su corta existencia, quitándose la vida justo el día de su cumpleaños, un 26 de diciembre de 1981.
Ahora bien, quiero destacar los siguientes versos de Sermón de los Hombrecitos Magenta, en los que Lira multiplica su versatilidad poética, filtra, tamiza y depura el verso:
No te olvides del lector, Po
Po
Poe
Ta: el lector es el más exigente inteligentísimo
culto preparadísimo…
…Limítate a la acuarela,
En tus comienzos. Abocetea con
Delicadeza. Filtra, tamiza,
Depura. Explora tu veta
Sin brocear tu mina…
El sonido está en la letra. La voz, escritor,
Se te da por añadidura…
…no pulses tu lira por monedas de oro
O bronce (Proverbio Japonés)…
… medita tus versos
Siete veces, y tu verbo
Cuarenta veces siete. Suma dos más dos:
Descuenta el IVA.
Sin duda, en los versos anteriores, Lira refleja una crítica, pero además trata de hacer alarde de sus habilidades compositivas, generando una mezcla de verso y frases ya existentes -forma que es común en él-, ya que, pretende tamizar la palabra con versos depurados y que, significativamente, se mezclan para crear y descongestionar la poesía de la norma y la forma ordinaria. Dicho esto, cabe aclarar que aquella descongestión de la poesía no es mera sustitución de la palabra por otra y del verso por el verso, sino que, atañe, más bien, a una estructura cualitativa del fondo a partir de una gramática desordenada y desquiciada. Ejemplo de ello en Epliglama Oliengtaleh ó, también, en Angustioso Caso de Soltería. Aquí unos versos o “destellos” de ambos para demostrar lo expuesto.
Epliglama plimelo
…el dinelo: ¿Eh la lecong pencha de la viltú?” o
“la pelchevelanchia: ¿tlae we na fortuna?”
(como dishe el I ching a cada lato)…
El otlo Epliglama
She pohtula que la acu puntula cula la engfelmedá.
La lokula, la neuloshi, la sholedá, el shuflimiengto
Y el dolo – ke a ehta al tula del partido leshultan
Leshelah in chopol table-…
Bibliografía:
“Obras Completas de Rodrigo Lira”; Biblioteca Nacional de Chile
“Al rescate del Metapoeta”; Valeria Solís, Diario la Nación 1996.
Por Jorge Matamala Cid
Publicado en El Ciudadano 121, 2012