¿Sabías que Doña Florinda se sentía orgullosa de Don Ramón?

Todo iba bien hasta que El Chavo del 8 llegó al puesto de venta de churros que Don Ramón tenía a cargo para vender la mercancía que hacía Doña Florinda y así buscar ―en sociedad― obtener una entrada de dinero extra

Ronald Ángel

02/10/2018 10:48am

Doña Florinda, esa señora con aires de petulancia y grandeza por sobre sus vecinos, esa que vivía con rollos en la cabeza, que se enternecía al ver al Profesor Jirafales, que era viuda de un marinero, la mamá de Kiko; alguna vez reconoció que se sentía orgullosa de tener como vecino a quien en distintas ocasiones calificó como chusma.

Para Doña Florinda era muy sencillo culpar a Don Ramón de la mayoría de las travesuras que hacía su hijo, incluso cuando su vecino evitaba que a Kiko le sucedieran cosas catastróficas, como que El Chavo ―el niño huérfano que se escondía en un barril de la vecindad― le lanzara un ladrillo a la cabeza.

En casi todos los capítulos de El Chavo del 8, el famoso programa creado por Roberto Gómez Bolaños, conocido como “el supercomediante Chespirito”, Doña Florinda arremete contra la integridad física y moral de Don Ramón, un señor de escasos recursos económicos, desempleado y con una hija ―La Chilindrina―, que se las ingenia para conseguir dinero con distintos tipos de trabajo ―aunque confiesa que no le gusta laborar― y que vive siempre en zozobra, pues debe varios meses de renta y es constantemente amenazado por el Señor Barriga con echarlo a la calle.

Doña Florinda abofeteaba a Don Ramón cada vez que se le antojaba

Cada bofetada de Doña Florinda contra Don Ramón va acompañada por la frase “no te justes con esta chusma”, una indicación que le da a su hijo Kiko y que el niño cumple diciendo: “chusma, chusma, pfff”, cerrando el acto con un empujón en el pecho contra el vecino del departamento 72.

Pero de tantas veces que los encuentros entre Doña Florinda y Don Ramón terminaron de esa manera, o incluso con violencia agravada, pues en ocasiones la vecina del 14 le propinaba unas palizas épicas, hubo una vez que la mamá de Kiko elogió y se sintió orgullosa de tener como vecino al papá de La Chilindrina.

En uno de los capítulos, Don Ramón decide ―como parte de su continua búsqueda de trabajo para solventar sus problemas económicos― proponerle a Doña Florinda hacerse socios de un pequeño negocio de venta de churros.

Doña Florinda acepta. Ella ponía el material para hacer los churros y los cocinaba, y Don Ramón los vendía.

Justo antes de que El Chavo provocara la catástrofe

Todo iba bien hasta que el Chavo del 8 llegó al puesto y Don Ramón decide dejarlo un breve momento para ir a buscar unas cosas dentro de la vecindad. A los pocos minutos, Don Ramón vuelve y no quedaban churros a la venta, muy emocionado, felicita al Chavo, pero la verdad era que el pequeño se había comido todo, pues tenía mucha hambre.

Don Ramón entra en pánico, sabía que Doña Florinda como mínimo lo iba a golpear y sus problemas económicos se iban a agravar. A pesar de eso, Don Ramón decide asumir la pérdida de las ventas y darle la cara a Doña Florinda y le pide al Chavo que se vaya antes de que cambie de opinión.

Doña Florinda sabía quién era el culpable de la pérdida de sus churros

Enseguida llegan la Chilindrina y Kiko y ven que ya no hay churros, ambos felicitan a Don Ramón, y repentinamente llega Doña Florinda, quien le pide el dinero de las ventas que aparentemente había logrado.

Don Ramón no haya cómo decirle la verdad a su socia, y cuando ésta lo presiona, y al no tener una respuesta clara de qué había pasado con la mercancía, él termina diciéndole que se los comió y se agacha esperando la reacción violenta de su vecina.

Pero esta vez, Doña Florinda no lo reprende físicamente, ni siquiera se molesta, de hecho lo felicita y le dice: “Sabe Don Ramón, da gusto tener por vecino a un hombre”.

Estas palabras de Doña Florinda con su vecino fueron porque Don Ramón decidió tapar la travesura del Chavo y asumir todas las consecuencias con Doña Florinda, incluso sin importarle que ésta lo agrediera.