Al escritor se le ocurre que la película necesita un personaje como recurso cómico, al actor se le va la pinza pasándose al apretar la rosca y al público le entran ganas de asesinar al personaje a machetazos incluso sabiendo que es una criatura de ficción. Solo hay algo más difícil que crear a un personaje eternamente inolvidable: crear a uno eternamente insoportable.
Ruby Rhod – El quinto elemento
En El quinto elemento el Ruby Rhod interpretado por Chris Tucker iba por el mundo con pinta de haberse caído de pequeño en una marmita con en el guardarropa completo de Lady Gaga y chillando a lo loco en tonos de verde y superverde. La película siguió siendo bastante maja pero el supuesto alivio cómico de Ruby y sus berridos acabaron convirtiendo para muchos el personaje en el equivalente a arañar un plato con un tenedor una y otra vez. La parte graciosa del asunto es que el papel originalmente había sido escrito con el cantante Prince en mente, pero el artista tras una extraña reunión inicial con el diseñador Jean Paul Gaultier para echar un ojo al vestuario decidió que los bocetos del vesturario del personaje eran demasiado afeminados. Aquello era un momento histórico: Prince diciendo que algo se pasa de afeminado es una de esas incongruencias cósmicas que pueden hacer que se repliegue el universo.
Esta rejilla con pelusas es el modelo abocetado por Gaulier que Prince consideró excesivo para su armario.
Wendy Torrance – El resplandor
Vale, el doblaje de El resplandor dirigido por Carlos Saura se ha acabado convirtiendo en un chiste en sí mismo. Pero si nos acercamos al Hotel Overlook en su versión original nos encontramos que también la desesperación del personaje de Shelley Duvall es contagiosa por exasperante y sus chillidos muy jodidos de sobrellevar sin que sangren un poco por los oídos. Finalmente resulta tan inaguantable todo como para que los espectadores acaben poniéndose en el bando del psicópata y deseando que el hacha alcance el objetivo. La culpa de todo era de Stanley Kubrick quién forzó tanto a Duvall durante el rodaje como para lograr que ella acabase con ataques reales de ansiedad y estrés y perdiendo bastante pelo por el camino.
Leo Getz – Arma mortal 2, 3 y 4
Alguien pensó que poner a Joe Pesci a hacer el bobo era divertido. Es decir, alguien creyó que el Joe Pesci que es capaz de sacarte las tripas a patadas, a puñetazos, o de acuchillarte con un bolígrafo podía ser gracioso haciendo de zoquete. Y ese alguien no tuvo muy claro dónde está el límite entre ser gracioso y ser asquerosamente cargante. ¿Hasta qué punto puede ser insoportable su personaje en las secuelas de Arma letal? Hay una persona que ha recopilado todos los «Ok, ok, ok, ok» que repite el personaje como un loro durante las películas por si eso sirve para hacerse una idea:
Fergie – Juez Dredd
El Juez Dredd es probablemente el último personaje del universo que necesitaba un secundario gracioso. Y Rob Scheneider es probablemente la última persona del planeta que debería de seguir intentando hacerse el gracioso. Probablemente juntar ambos conceptos fue idea del mismo iluminado que decidió que Dredd iba a quitarse el casco a los cinco minutos de película.
Señor Yunioshi – Desayuno con diamantes
Guión de Truman Capote, una bellísima Audrey Hepburn, un George Peppard que aún no era miembro del Equipo A y un aura de clásico incombustible. Todo muy elegante hasta que aparece Mickey Rooney, americano como las hamburguesas de media tonelada, en pantalla interpretando a un japonés llamado Yunioshi mediante el profesional y nada racista método de poner cara de cagar duro, llevar unos dientes de caballo, achinar los ojos y hablar con un acento que ni los miembros del Ku Klux Klan fuerzan tanto en sus chistes raciales. Una de las cosas más vergonzosas de Hollywood en una de las películas más míticas de la industria.
Jar-Jar Binks – Precuelas Star Wars
En el universo de Star Wars incluso existiendo una fila entera de personajes odiosos e insoportables, desde los Ewoks hasta Anakin Skywalker, Jar-Jar Binks sigue siendo la criatura odiada por excelencia. George Lucas buscaba introducir en las precuelas a un personaje simpático y graciosete y finalmente no solo logró labrar antipatías de forma unánime a lo largo del globo, sino incluso la furia homicida de los fans que se encontraron de un día para otro suplicando a Lucas que matara al personaje. La decisión fue más piadosa: Jar-Jar pasaría de puntillas por las siguientes entregas cuando se le asignó un rol alejado de toda acción tras los tomatazos de su aparición inicial. Y así de paso en el mundo real aquel actor podía dejar de hacer el tonto con ese sombrero.