Un par de tazas de té. Una que consumo rápidamente. La otra que se consume lentamente, es la de Amaro Labra, y que dura el tiempo preciso para revisar los treinta años de historia de Sol y Lluvia. Historia que parte en un inicio duro y que responde a que tras el Golpe Militar de 1973, “necesitábamos juntarnos los hermanos, después que abrúptamente tuvimos que abandonar la universidad, el trabajo y Charles al poco tiempo salir del país. Contraerse con el grupo familiar fue instantáneo. Además tuvimos que producir una manera de seguir generando ingresos y mi hermano mayor tenía un taller de serigrafía, del que todos habíamos participado, sabíamos como era el oficio y lo tenía en la casa, y lo tomamos”, explica. Evoca un inicio rudimentario y que entre el 74 y el 75 logró armarse un poco mejor, trasladándose a una casa donde hacían funcionar su taller. Allí recuerda Labra “empezamos a tocar. Tocaba guitarra y compongo de los 15 años, y empezó a funcionar eso de que el que canta su mal espanta. Así que entre los descansos del trabajo, tocábamos. Por ahí surgió el bombo, llegó Charles de Argentina, empezó a percutir algo y empezó a darse una fórmula, luego apareció un charango, además empezamos a conspirar haciendo reuniones y armar unas peñas. Y en esas peñas tocábamos nosotros e invitábamos a otra gente”.
-¿Quién iba a esas presentaciones?
-La gente del barrio, teníamos el taller en Sierra Bella, pero luego empezaron a aparecer universitarios, dirigentes sindicales y gente que funcionaba en las parroquias del barrio. Luego empezaron a salir las invitaciones. Alejandro que tocaba rudimentariamente el charango no se sintió preparado para una invitación que nos hicieron de ingeniería de la Universidad de Chile, en Beaucheff. Así que fuimos Charles y yo que nos sentimos más preparados, no en términos musicales, porque lo importante era decir algo, y si había gente a la que se podía estimular ahí íbamos a estar… Johnny se dedicaba a los diseños, porque ya había una gráfica, que era la del grupo… él producía imágenes con textos de Neruda, y con imágenes de Gandhi o Martin Luther King, cosa que era parte de una trilogía que definía el actuar nuestro: sonido, imagen y palabra.
-¿Siempre tocaron temas propios?
-Si, siempre fueron nuestros. Era seguir la composición que traía y que empezó a tener acompañamiento de un bombo que no sé de dónde salió, pero apareció… y en una de esas presentaciones bautizamos al grupo como Antuauca que significa sol rebelde en mapudungu y que nos permitió empezar a consolidar una imagen. Después tuvimos que cambiar ya que siempre se equivocaban al presentarnos, así que buscamos en castellano. Ya estaba la palabra Sol y por ahí antes de subirnos a un escenario surgió el Sol y Lluvia, que es un nombre dialéctico, pues muestra muy bien que sin el sol y la lluvia no existe la vida. También la idea de contracción, de dolor y de lo expansivo. El nombre fue increíble… lo más divertido fue que cuando nos anunciaban siempre pensaban que iba a aparecer un hombre y una mujer, y éramos dos hombres.
Después los años pasan y el conjunto crece, se suma Johnny a cargo del bajo, añadiendo ideas del rock cruzado con Violeta Parra y la Nueva Canción Chilena, y se empiezan a buscar otras sonoridades que complementaran el registro original, sumando ahora si un charango, como consolidación de un sonido entre rockero y andino, y como nosotros somos santiaguinos, el sonido urbano era muy fuerte. Tenemos influencias musicales del norte y del sur de Chile, y del norte de más allá del norte, de todo lo que es el rock y esa cosa… Así pasamos de ser dos a ser cinco y hoy día ya somos nueve.
-¿En qué momento aparece el primer disco?
-El primero, que está perdido, se llama “Canto Libre”. Lo grabamos en la casa de un amigo en una radio que tenía una cassettera doble, y es de antes de los ochenta. No hemos podido encontrar un disco de esos. Como teníamos el taller, nosotros le hacíamos las etiquetas, comprábamos las cajas y lo distribuíamos en las peñas. El primer registro un poco más elaborado es de principio de los ochenta y son un par de horas de estudio, que corresponde al dúo con Charles, que se llama “Canto + vida”. Estaba producido por nosotros, toda la gráfica y las etiquetas las hacíamos nosotros y los distribuíamos a los lugares donde íbamos. Después viene “Desatando esperanzas”. Mario Navarro del Café del Cerro nos llevó a la EMI e hicimos un contrato de distribución y llegó a muchos más lugares. Con ellos alcanzamos a sacar “+ personas”, que para situarlo en la época, estábamos grabando en el mismo estudio y casi al mismo tiempo en que Los Prisioneros estaban grabando “La cultura de la basura” y con el mismo ingeniero, Caco Lyon. Pero lo fundamental para nosotros era tocar en vivo.
-¿Pero eran años en que tocar en vivo era complicado?
-Tuvimos suerte, que atribuyo al asesinato cruel de Víctor Jara. El resultado de eso que permitió multiplicar el legado de Víctor Jara, también fue una especie de protección… no iban a volver a cometer un crimen así, era bien probable que no cometieran el error de tomar a otro cantor y por ese hueco nos colamos nosotros. Estaban demasiado preocupados de reprimir a dirigentes sindicales, dirigentes políticos y el tema de la cultura se les pasó por debajo de la mesa. Pero igual nos pasaron cosas… Tocábamos en un lugar y salíamos para otra ciudad. Hubo lugares en que nosotros tocamos y después se llevaron a todos detenidos, eso pasó muchas veces. Sentimos que ese legado es muy fuerte… y para no desviarnos, estamos todo el tiempo siendo muy críticos, para no salirnos de madre, en términos de que todo ese apoyo popular es porque somos iguales que las demás personas.
-¿En qué pie está el grupo hoy?
-Seguimos mirando muy atentamente lo que pasa, porque siempre hay que estar atento, hay que descansar también, pero no se puede perder el foco de atención, por ejemplo Honduras es un claro reflejo. El ojo tiene que estar vigilante y atento. Pensamos que en Chile se produjo un paso de la dictadura más grosera a una dictadura más sutil, pero que es dura igual, que es la dictadura del dinero. Los cambios ni las transformaciones más importantes para nuestro pueblo se producen, porque están trancadas en esos terrenos. Nosotros seguimos sintiéndonos conspiradores de la esperanza. Cada lugar donde vamos es un foco de agitación, para llenarse de energía, para seguir intentando producir un cambio. Creemos que si se habla del imperio parece como antiguo, pero lo que ocurre es que el imperio ha cambiado de forma nada más, el imperio son las empresas, son los grandes consorcios y siguen habiendo emperadores que tienen cadenas menos visibles, pero que existen y asfixian. Esas fuerzas siguen vigentes hoy, por eso sentimos que las personas tienen que crecer y fortalecerse al mismo nivel de las empresas para que pueda haber un equilibrio que sea bueno para todos, que se pueda distribuir la riqueza., que se pueda tener un estado inteligente y otros temas que siguen siendo temas importantes.
-¿Cuáles son los planes futuros para el grupo?
-Estamos preparando un disco, pero nosotros trabajamos a escala humana, entonces nos hemos demorado tres años entre el disco anterior y este, que pensamos va a salir durante este año, quizás en octubre. Un disco de estudio, pero casi como grabado en vivo, en que hemos ido construyendo las canciones en parte con ideas de esta nueva forma de hablar, de contar, de Sol y Lluvia. Y también estamos haciendo una antología nuestra para ir tomando los temas y reversionarlos nosotros mismos. Esos son los proyectos que nos tienen muy esperanzados. Acabamos de celebrar un nuevo proyecto no aprobado por el Fondart. Lo celebramos porque ya es costumbre para nosotros, no reclamamos, porque seguimos caminando, seguimos construyendo…
Por Jordi Berenguer
Fotos: Evelyn Cazenave
Onda Corta
El Ciudadano