Su hogar era una inmensa biblioteca. Allí se formó una gran escritora

“Como mujer, no tengo país. Como mujer, mi país es el mundo entero.” -Virginia Woolf.

Su hogar era una inmensa biblioteca. Allí se formó una gran escritora

Autor: Flor Coca

1882 es el año en que nació en Londres, Inglaterra. Su padre era escritor e historiador y su casa tenía una enorme biblioteca en la que ella, desde pequeña, pasaba muchas horas leyendo, junto con una de sus hermanas. Ella recibió la educación en su casa por institutrices, ya que solo a los hombres se les concedía el derecho de asistir a las escuelas. Las mujeres, eran educadas en casa. Adeline Virginia Stephen, Virginia Woolf, sufría desde niña de depresiones. Cuando tiene 13 años muere su madre y su estabilidad emocional sufrió un desequilibrio importante. Es una de sus primeras crisis, que se repetirían con los años.

Su adolescencia y juventud, estuvieron llenas de recuerdos agradables de las vacaciones que la familia pasaba en la casa de la playa, desde la que se veía el faro de Grodevy, que fue una imagen que ella capturó para siempre y que aparece en su libro Al Faro. Se supo que en algún momento de su vida adolescente en que las dos hermanas inseparables, Virginia y Vanesa, sufrieron de abusos sexuales por parte de sus medios hermanos George y Gerald Duckworth. Aunque ello se dijo de forma velada, fue una realidad que desde luego tuvo repercusiones en la vida de la escritora.

Años después, cerca de los 30 años, ella perteneció al llamado grupo de Bloomsbury que toma su nombre del barrio en el que vivían Virginia y su querida hermana. En el participaban intelectuales y artistas de la talla de Keynes, Bertrand Russell y Wittgestein. En ese grupo conoce a quien sería su esposo, el escritor y economista Leonard Woolf, con quien se casa en 1912. No solo compartieron un gran afecto, sino también proyectos intelectuales como el que crean en 1917, una editorial, llamada  Hogart Press, que se convirtió en el centro de atención porque en ella escribieron la propia Virginia Woolf, Sigmund Freud y T.S. Elliot, entre otros grandes escritores e intelectuales.

Virginia Woolf estaba convencida de que, para poder escribir en un mundo dominado por hombres, era preciso ser independiente económicamente, de ahí su frase: “Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción” y es en el ensayo titulado Una habitación propia, escrito en 1929, destaca que la pobreza podría haber cortado las carreras como escritoras de mujeres que no tenían recursos y no tenían acceso a la educación. Es decir, no había un entorno adecuado para desarrollar su talento, por ello ha sido considerada como una de las primeras feministas que alzaron la voz en favor de la igualdad de las mujeres en el mundo.

Ella, desde joven no estaba de acuerdo con la moral victoriana que imperaba en Inglaterra en ellos años finales del siglo XIX y el naciente siglo XX. Ella siempre, desde pequeña estaba convencida de que cada persona debe tener la libertad de actuar, trabajar y desarrollarse tomando decisiones personales en su vida. Es así que cuando conoce a otra escritora de gran fama en Inglaterra y se acercan, decide tener una relación amorosa con ella a pesar de que las dos estaban casadas. Nos referimos a Vita Sackville – West. Ella la conoce en una reunión y juntas recorren el camino físico y epistolar, durante años. Las cartas y la relación son narradas y recreadas por Pilar Bellver en su libro: A Virginia le gusta Vita y dice con respecto a los dos matrimonios: «No había celos entre los Woolf y los Nicholson, pues habían llegado, independientemente, a la misma definición de confianza». Y es que entre ellos no hubo escenas desagradables nunca por la relación entre las dos mujeres. Se escribieron muchas cartas de amor y años después, a pesar de todo, siguieron siendo amigas cuando el amor y la pasión, ya no existían, pero si un profundo cariño.

Sin duda, Virginia Woolf, ha sido considerada como una de las mejores escritoras del siglo XX, ya que revolucionó la forma de escribir y de plantearse las relaciones entre hombres y mujeres.

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Una de su novelas más conocidas y aclamadas es la Sra. Dolloway. En ella, hay muchas alusiones sobre el papel de la mujer y las limitaciones que sufre social y económicamente en esa época. Otro de los personajes, Septimus, el héroe que regresa de la guerra y que deja ver los traumas que sufre en ella y desea borrar lanzándose de una ventana. Es, como en muchos casos de otros grandes escritores una parte de su vida, de su angustia y depresión y de su desesperación por una enfermedad de la que poco se conocía y que, según su biografía, era un trastorno bipolar. En este personaje, se ve reflejada la escritora a la que angustiaba vivir en medio del sufrimiento y las voces que escuchaba y no existían.

Las olas

Allí estaban las nubes grises y flotantes y el árbol clavado, el árbol implacable con su corteza de plata cincelada.

El borbollón de mi vida era infructuoso. Yo no podía pasar al otro lado.

Él disipa las nubes de polvo que se agitan en mi espíritu trémulo, ignominiosamente agitado, y el recuerdo de las danzas alrededor del Árbol de Pascua de los regalos envueltos en papel.

Se diría que el mundo entero estuviese hecho de flotantes líneas curvas: los árboles en la tierra y en el cielo las nubes.

En más de una ocasión, Virginia intentó quitarse la vida y no lo logró. Su escritura genial, no pudo quitarle el sufrimiento cotidiano.

Y es en 1941, cuando tenía 59 años que toma la decisión final. Deja una carta póstuma a su esposo Leonard, llena su abrigo de las piedras que serán el lastre que le impedirá ser salvada y se interna en las profundidades del río Ouse. El agua la atrapa y guarda su cuerpo.

Otoño de 2021

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