En términos generales, estamos habituados a medir el costo de cualquier cosa en dinero. Una mercancía, un servicio, a veces incluso un favor. La generosidad espontánea de pronto puede ser una concepción extraña, incomprensible en casos extremos, casi tanto como otra idea igual de extraordinaria: un intercambio exento de dinero.
Eso es lo que hace Stanislava Pinchuk, mejor conocida como Miso, quien trabaja en estudios de tatuaje en Tokio y Melbourne, pero que también sostiene una interesante iniciativa personal: ofrece su habilidad a cambio de algo que otra persona pueda hacer por ella. Puede ser que le cocinen la cena, que le den un libro que estaba buscando, que la asistan por unas horas en el estudio, etcétera.
Los diseños, por su parte, son de tipo minimalista, trazos breves que de alguna manera se corresponden con lo mínimo de esos actos cotidianos que se convierten en el precio de su trabajo, aunque con un sentido mucho menos vacío que el que usualmente tienen las transacciones económicas.