Hay comedias que hacen reír y dramas que emocionan. Pero hacer llorar de risa es una cualidad que tienen pocos espectáculos. Lo más curioso es que con Toc Toc esto ocurre antes de que pase el primer minuto de función. Es casi un milagro.
Esta obra es un suceso en la Argentina, desde hace cinco años. Su autor, Laurent Baffie, tuvo que estrenarla primero en México, porque no encontró productores que quisieran asumir el riesgo en la Capital porteña (a pesar de ser esta una de las ciudades más psicoanalizadas del mundo). El estreno mundial se hizo en París, en el 2005. Luego, se llevó a Madrid, en el 2009 (y todavía permanece en cartelera). Después, se montó en México, Buenos Aires, Barcelona, Río de Janeiro, San Pablo y Santiago de Chile.
El argumento es novedoso: no es un conflicto de pareja ni de familia, tampoco una comedieta de enredos. En el texto, se puede notar la influencia de Esperando a Godot, de Beckett o A puerta cerrada, de Sartre. Se habla de un estado de angustia latente y lo que provoca la risa es justamente la angustia del otro. El humor aquí es como un bombón envenenado, envuelto en papel brillante, que el espectador tiene que tragar creyendo que es dulce. El éxito acaso se deba a que media humanidad sufre de TOC.
Sin embargo, la originalidad es limitada. Toc Toc basa su eficacia en el mismo mecanismo que hace funcionar todas las comedias de situación que han tenido lugar en el mundo: la perspectiva cómica. Al diseñar los personajes que han de poblar una sitcom, es fundamental que cada uno posea una forma determinada de enfrentarse al mundo y que esta no cambie apenas nada a lo largo de los episodios. El conocimiento por parte del espectador de estas perspectivas cómicas así como su previsibilidad crean una empatía con la audiencia que puede llegar a hacer eficaces chistes que sobre el papel no lo son.
Los seis personajes de Toc Toc son pacientes que se encuentran en la sala de espera de un psiquiatra que se retrasa sucesivamente. Cada cual tiene un trastorno obsesivo-compulsivo distinto (una perspectiva cómica) y, de la confrontación de unos con otros, nace la trama y se generan los chistes. Tras una primera parte basada en la exposición de los traumas de cada uno, en la que Laurent Baffie juega con el nivel de conocimiento que tiene cada personaje de la tara de los demás, pasamos a un segundo acto en el que los caracteres han de poner en juego su perspectiva cómica (su enfermedad) ante una actividad no directamente relacionada con la trama; y un desenlace basado en el apoyo mutuo. El engranaje teatral funciona estupendamente en los actos primero y tercero, pero se encalla un poco en el segundo.
Dicho de modo breve, Toc Toc es una obra divertida, con una dinámica actoral perfecta, que exige una dirección que esté a la altura del texto, puesto que gran parte de la comicidad y la trama descansan sobre la proxémica singular de cada personaje. Hay chistes más o menos fáciles, muchos insultos, pero las situaciones que se generan son entrañables.