Tito Escárate, músico e investigador: “Los músicos deben asumirse como trabajadores”

Su desarrollo creativo da cuenta de los últimos 30 años de la historia de Chile

Tito Escárate, músico e investigador: “Los músicos deben asumirse como trabajadores”

Autor: Cristobal Cornejo

Su desarrollo creativo da cuenta de los últimos 30 años de la historia de Chile. Primero como poeta, luego como compositor y más tarde como investigador de la génesis y desarrollo del rock chileno, Tito Escárate no descansa, y hoy insiste con “Carnaval”, su nuevo disco, en el que la experiencia decanta en canciones.

Un día tomó la vieja guitarra de su madre y aprendió los acordes de “Gracias a la vida”. Esa iluminación, que puede sonar cliché, no es sino el inicio de la historia de alguien que siempre ha optado por el desprejuicio y a la espontaneidad al momento de crear.

Pero esa pulsión tenía sus raíces. En su madre y su abuela, ligadas al arte y al canto popular; en su Tío Platanito y su Tía Olga, payasos del viejo circo chileno; en el impacto que le produjo cuando chico la Unidad Popular: Una etapa en la que mucha gente por primera vez se sintió capaz de hacer algo por su vida, más allá de las lecturas sesgadas que hoy se hagan, explica.

Desde los diez años escribe poemas, pero entiende la poesía como el centro desde donde emergen todos los procesos creativos, tal como fue planteada en términos clásicos; una forma de conocimiento más allá de lo racional.

Luego de transitar por el Parque Forestal en los primeros ’80, estudió filosofía y artes en la Universidad de Chile, donde conoció a muchos de los músicos y amigos con los que ha tocado.

SONIDOS

Como músico, participó entre 1985 y 1992 en Compañero de Viajes. Posteriormente, se refugió en Los Cráneos, hasta 1998. Aunque hay discos oficiales, prefiere decir que con ambas hay decenas de canciones inéditas, grabadas en vivo y en estudio, y cuyos planes son editar en el corto plazo en un material de carácter ‘reivindicatorio’.

Entre 1999 y 2007 participó en La Muralla China, un proyecto que mezclaba poesía y música. Editaron “Flores Mutantes” en 2000 y “Santos Urbanos” en 2005. Igualmente, existe otro disco grabado que espera ver la luz prontamente como un EP.

Hoy, su single “Carnaval” -del disco homónimo a lanzarse estos días- rota por diferentes radios y, aunque es fruto de un trabajo iniciado hace siete años, ha concitado mucho interés, ya que su temática social y festiva calzó perfectamente con el espíritu de esta época.

En todo su trabajo ha tenido la suerte de trabajar con grandes músicos, afirma, y las colaboraciones de ilustres como Pancho Sazo de Congreso, Andrés Godoy o Joe Vasconcelos se complementan con la de los poetas Mauricio Redolés y Claudio Bertoni.

“He asumido el mestizaje como punto de partida, lo que me permite transitar por distintos estilos de manera natural y desprejuiciada”, afirma, explicando la presencia del folklore, el rock de diverso filo, funk, blues, y otras influencias presentes en su música.

Recalca que, a diferencia de lo que ocurría décadas atrás, las nuevas generaciones han tomado con naturalidad la mezcla. “Hoy un punk baila cumbia, lo que antes era impensado”, dice.

Escárate es un compositor maduro, cuyos intereses partieron desde el hard rock más tradicional, aunque siempre deje espacio para giros de raíz latinoamericana o negra, que estimulan lo corporal. Su disco de 2005 resuena estilísticamente clásico para esta época, tanto en forma como en fondo. Hoy, con “Carnaval”, se encuentra casualmente en sintonía con el espíritu de estos tiempos, insiste más en lo festivo, a la vez que sus reflexiones presentan destellos poéticos (lea una crítica en www.elciudadano.cl).

IDEAS

Pero a la par del sonido, Escárate ha escrito dos libros sobre rock chileno, y se apronta a lanzar un ambicioso tercer proyecto editorial.

Confiesa que el impacto que le generó la dictadura, cuya operación de emborronamiento de la memoria nos afecta hasta hoy, fue el principal impulso para investigar.

Primero fue “Frutos del País”, una de las primeras sistematizaciones de la historia del rock nacional, desde la Nueva Ola hasta fines de los ’80. Luego “Canción Telepática”, editado por Lom en 1999 y que será reeditado, casi una veintena de entrevistas a protagonistas de la historia musical chilena.

En éste la historia se aborda desde la voz de músicos que van desde David Mac-iver de Los Mac’s hasta Álvaro Henríquez, pasando por Florcita Motuda, Rodrigo “Pera” Cuadra y Rudy Wiedmaier. El formato pregunta-respuesta es la forma en que las conversaciones entre el entrevistador y los músicos van re-construyendo las motivaciones y los diferentes contextos donde esas músicas fueron creadas.

“En un momento hubo una especie de vacío que vio en Los Prisioneros a los padres del rock chileno, cuando había toda una historia detrás. Ese vacío y desmemoria refería a un rechazo con el Canto Nuevo y la Nueva Canción, pero era necesario hacer una valoración justa del influjo de las músicas anteriores”, explica.

Hoy se encuentra revisando “Boite Tricolor”, que recoge el período ‘50-‘60, y analiza los procesos históricos que generaron la aparición del rock en Chile, “que no nació por generación espontánea, sino como parte de una tradición de referentes –como Violeta Parra– que por caminos distintos, en algún momento confluyeron con la rebeldía genética del rock”, explica.

MILITANCIA

“El músico se creyó el mito del estrellato, ese engaño que la industria le puso para separarlo y omitir su condición de trabajador. Hoy, cuando el trabajo autogestionado, independiente, es mayoritario, el asumirse como trabajador hace más sentido que nunca”, afirma.

Con la llegada de la Concertación, la efervescencia dio paso a la incertidumbre, una vez comprobado que la cultura no era prioridad y se cerraban muchos lugares para tocar.

En 1992 se sumó a Claudio Narea y Andrés Godoy y dieron vida a la Asociación de Trabajadores del Rock, instancia gremial que dos años después daría forma a las Escuelas de Rock, cuya idea era que la experiencia de músicos con trayectoria pudiese transmitirse a las nuevas generaciones e impulsar la asociatividad. De ellas se alejó hace más de diez años y, hoy institucionalizadas, cada cierto tiempo sólo participa como profesor en situaciones puntuales.

“Siempre me he asumido como un artista que está dentro del proceso social y político. El artista hace su obra para otros. Lo que hay en ella es importante para el conjunto de la sociedad. Pero la música también tiene un sentido recreativo, y esa corporalidad, así como la rebeldía del rock siempre han atravesado todo mi trabajo”, concluye.

Por Cristóbal Cornejo

El Ciudadano

Publicado en «Onda Corta: sonidos locales», El Ciudadano nº 124, 1º quincena de mayo

 

 

 

 

 

 

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