En una de las pocas confesiones personales que Borges hizo abiertamente en su obra, encontramos este fragmento de sus Textos cautivos:
Debo mi primera noción del infinito a una gran lata de bizcochos que dio misterio y vértigo a mi niñez. En el costado de ese objeto anormal había una escena japonesa; no recuerdo los niños o los guerreros que la formaban, pero sí que en un ángulo de esa imagen la misma lata de bizcochos reaparecía con la misma figura y en ella la misma figura y así (a lo menos, en potencia) infinitamente.
Este recuerdo de infancia nos remite a uno de los recursos más utilizados para potenciar el efecto perturbador de la ficción y la fabulación: montar un juego de espejos tan sutil y tan bien construido que en cierto momento resulta imposible distinguir la realidad de la simulación en la que voluntariamente participamos.
La referencia nos ayuda a entender la esencia de Fifth Wall, una app diseñada para iPad que convierte su pantalla en un escenario listo para la danza, ajustando a estas dimensiones esa sensación de infinitud que rodea al cuerpo humano cuando se expresa en movimientos artísticos.
Como si se trata de un juguete, un muñeco que obedece a la voluntad de quien lo tiene en sus manos, Fifth Wall pone a un bailarín, el coréografo Jonah Bokaer, a disposición del usuario, en un ejercicio lúdico que también “explora cómo los paradigmas tecnológicos dan forma al diseño y la coreografía”, según explica Abbott Miller, quien diseñó la aplicación a instancias de la firma Pentagram.
Así, parece lógico que si en Japón son populares las novelas que se envían como mensajes de texto o, en el caso de la música, no han sido pocas ni menores las transformaciones generadas a partir de la tecnología, la danza no podía escapar a esta presencia ya innegable de gadgets y dispositivos afines en casi cualquier ámbito de la realidad cotidiana.
2wice – Fifth Wall App de Pentagram en Vimeo.
Preview de Fifth Wall, una aplicación para iPad de la 2wice Arts Foundation
Diseño de Abbott Miller/Pentagram
Dirección de video de Ben Louis Nicholas
Coreografía de Jonah Bokaer