Tres voces cantan el Sur Andino

El pasado 11 de junio el Instituto Cervantes de París acogió a Nicolás Agulló (Argentina), Angel Parra (Chile) y Miguel Ballumbrosio (Perú), quienes a través de un diálogo que recorrió tres géneros musicales hicieron viajar a la audiencia por un territorio sin fronteras

Tres voces cantan el Sur Andino

Autor: Mauricio Becerra

El pasado 11 de junio el Instituto Cervantes de París acogió a Nicolás Agulló (Argentina), Angel Parra (Chile) y Miguel Ballumbrosio (Perú), quienes a través de un diálogo que recorrió tres géneros musicales hicieron viajar a la audiencia por un territorio sin fronteras.

Latinoamérica relata gran parte de su historia, de sus saberes y coordenadas a través de la música. Podríamos pensar que ella  corresponde a una cierta manera cotidiana de historicidad. De aquí que retrazando las trayectorias musicales de los pueblos  podamos acceder a su ethos más profundo, sus acontecimientos mayores  y sus vivencias genuinas. Ingresando en la historia, el desarrollo conceptual  y las  maneras de tocar un género musical en épocas y lugares distintos, tres consagrados artistas invitaron a la audiencia a transitar las voces, los ritmos y paisajes humanos de sus latitudes.

La actividad contó con el apoyo conjunto de las Embajadas de Argentina, Chile y Perú y del Instituto Cervantes en Francia. La idea fue concebida por el Colectivo cultural Cordilleras, con la colaboración especial del realizador audiovisual Léo Canifrú.

El formato del concierto consistió en un espacio donde  cada artista, junto con tocar,  se libró a una explicación íntima del origen de lo que interpretaría y  de las vivencias personales que lo han llevado hasta ahí. La elección de un repertorio también constituye una obra, como  para un pintor la decisión sobre un color.

De esta manera, la exposición y la interpretación de cada género musical se encontraban reunidas  dentro de un solo lenguaje, lo que hizo de éste un concierto a escala humana.

EL GUITARRÓN DE ÁNGEL PARRA

La velada fue inaugurada por el cantor, escritor  y compositor Angel Parra (Valparaíso) quien, acompañado por su guitarrón, y  en esa su manera tan propia de compartir la música, presentó las décimas. Parra explicó los principales puntos de referencia que signan este género hasta alojarse en las tradiciones del Chile central. Comenzando tempranamente en el siglo XVI como una herramienta evangelizadora, pasando por la formalización de su morfología gracias al aporte de Vicente Espinel, hasta su posterior apropiación y desarrollo al seno de festividades, ritos  y entierros campesinos.

Con el metal profundo de una voz poblada de historia, sin fatiga ni prisa, Parra habitaba toda la sala. Compartiendo memorias atesoradas, narró su acercamiento a las décimas en una infancia habitada cotidianamente por la música. Evocó el trabajo de rescate realizado por Violeta Parra desde la fuente misma de los cantores campesinos y sus modos de interpretar.

Un acorde dibuja al centro de la sala el nombre de esta creadora mayor. “Violeta se fue a los cielos” canta Ángel y un silencio silvestre  sentencia: “coronada de ternura”. Guitarrón empinado hacia el cielo, el cantor se despidió de un público que le aplaudió largamente con afecto y respeto, no sin antes dedicarle un cálido gesto a Alain Touraine, dirigiéndose a su asiento para saludarle con ese artefacto enmaderado  y sus 26 cuerdas, pronunciando un Chile compartido.

Enseguida fue invitado al escenario el músico argentino Nicolás Agulló (Concepción, Tucumán), portador de una interesante trayectoria en la que confluyen una  formación como director de orquesta (bajo la dirección del maestro Zsolt Nagy, en el Conservatorio de París) y  su manera sobresaliente de interpretar la música popular. En su  trabajo se refleja una elección estética e identitaria, poder interpretar a Yupanqui con el mismo rigor y convicción que despliega para dirigir una sinfonía de Schubert.

Agulló explicó  con maestría y sencillez la arqueología de la chacarera”, describiendo los ritmos, traspasos culturales y bases instrumentales que en ella convergen para decir aquello que se quiere expresar desde este género. Inscribiéndola en la historia larga de la música, y recurriendo a figuras reconocibles por todos, deconstruyó su estructura musical: marcando con sus dedos un compás de seis octavas que se superpone a otro de tres cuartas. Aludió a la influencia de la música renacentista española, a las raíces afroargentinas y a lo andino. De hecho, el chacarero en quichua es quien trabaja en la chakra, el maizal.

Luego llegó el momento de conocer el “atajo de negritos”  y quien mejor para presentarlo que el percusionista, bailarín y fabricante de instrumentos, Miguel Ballumbrosio. (Chincha, Ica). Hijo de Amador Ballumbrosio, cuya aporte a la difusión de su cultura le ha valido la investidura cariñosa de embajador de la cultura afroperuana, y de Adelina, quien trajo al mundo quince hijos, todos músicos o bailarines.

Miguel exhibe en su curriculum el haber acompañado a destacados músicos, al compás de su cajón, siempre generoso. Destella una alegría que a nadie deja indiferente y un dominio profundo del conjunto de  danzas y ritmos, de gran riqueza y colorido, que constituyen las festividades de El Carmen. Toma entonces la palabra para explicar los orígenes del atajo, lo hace con la pedagogía generosa de quien habla de su propia biografía cultural. Y la palabra tiene pies y zapatos que quieren sacarle brillo a las tablas, al calor de un violín frotado por unas manos curtidas. Ballumbrosio  recorre todo el escenario, ilustra los movimientos que configuran cada una de las 26 danzas del atajo de negritos. ¿Reconocen qué significa este paso?, pregunta a un público encantado con semejante bailarín. Este movimiento retrata el trabajo en el campo, y sigue bailando como si la vida toda fuera hoy.

La velada se despidió con un momento de plácida complicidad entre los tres artistas. Ofrecen como última presentación un verdadero regalo de hermandad: sobre el tema instrumental “Cuatro tiempos negros jóvenes” del compositor peruano Felix Casaverde, floreció un fragmento de las décimas de Violeta, en la lectura llena de paisajes pronunciada por Ángel. Parra en la voz, Agulló en la guitarra  tucumana y Ballumbrosio al cajón, compañeros de ruta, fueron aclamados, aplauso y corazón, por un público que no quería dejarlos partir…

Constanza Symmes Coll

Video disponible en el link , gentileza del realizador audiovisual Léo Canifrú.

VEA LOS VIDEOS: ANGEL PARRA. “VIOLETA SE FUE A LOS CIELOS”.

NICOLÁS AGULLÓ “LA IMPROLIJA”

MIGUEL BALLUMBROSIO. “ATAJO DE NEGRITOS”

EN LA FOTO: Miguel Ballumbrosio, Angel Parra y Nicolás Agulló. Fotografía de José Henríquez

 

 

 

 

 

 


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