Desde que hemos incorporado a nuestras vidas las teclas cntrl+X y cntrl+V, eso de cortar y pegar lo tenemos bastante incorporado. Pasamos imágenes de una carpeta a otra, movemos párrafos enteros, quitamos de la foto al que paseaba con su perro por detrás de nosotros en ese justo momento…. Dos sencillos comandos para quitar y poner, para provocar el cambio hasta conseguir que nos guste eso que tenemos entre manos. Sin embargo, hay quienes más allá del contexto informático, se sirven de estas acciones para crear, con tijeras y pegamento, destruyendo (como dijo Hesse, «Quien quiera nacer, debe destruir unmundo») con el corte para generar algo totalmente nuevo en la unión. Ellos, como Sammy Slabbinck, hacen collages.
Sammy puede presumir de haber encontrado su propio estilo, un pop de lo más vintage que se deriva de su amor a este y de su afición por coleccionar todo tipo de publicaciones de época, atraído por los gráficos e imágenes de las décadas 50 y 60. Sin ignorar las leyes de la composición, buscando el equilibrio y dejándose llevar por la corazonada, este artista visual corta, yuxtapone conceptos, confronta realidades, solapa contextos, juega con las proporciones y redistribuye la realidad a golpe de pegamento, hasta alcanzar un surrealismo de lo más natural.
El mérito de combinar fotografías de época con estilos compositivos contemporáneos, así como de yuxtaponer los ideales modernos con los estados tradicionales de la mente, quedan disfrazados por el humor y el colorismo que envuelven sus estampas, pero dispuestos a revelarse ante los ojos de quienes saben interpretar la más sutil de las críticas.