Esta nota podría comenzar con un personaje bastante bolañesco: Roy Cockrum de 58 años, actor, director, se hizo sacerdote hace unos años y tomó voto de pobreza, sin saber que inesperadamente ganaría 153 millones de dólares en la lotería.
Recordando un viaje a Londres y una obra que le pareció particularmente poderosa, Cockrum decidió que si alguna vez tenía dinero lo invertiría en las artes; por ello, poco después de recibir su premio, se dedicó a visitar teatros en Estados Unidos y hablar con directores que pudieran necesitar dinero para producciones ambiciosas. Ahí entran otros dos personajes, el director Robert Falls y el dramaturgo Seth Bockley.
Falls supo por primera vez del novelista chileno Roberto Bolaño en un viaje a Barcelona en 2006. La publicidad de la novela abarrotaba las calles, y los carteles de 2666, con sus exóticas cruces rosas, lo movieron a leer las más de mil páginas del libro. Años después, un sacerdote millonario tocaría a su puerta para conocer sus proyectos más irrealizables.
2666 de fue publicada por primera vez en 2004, poco después de la muerte de Bolaño. Estaba dividida originalmente en cinco secciones que serían, cada una, un libro separado. Sin embargo fue editada en una sola pieza y lanzada al mercado. Probablemente la expresión anterior es la más acertada: a partir de su muerte, el boom Bolaño cundió entre las mesas de novedades, a lo que siguieron traducciones y la romantización de la figura por parte de editoriales y lectores por igual.
La novela en sí es bastante demandante, puesto que va y viene entre multitudes de personajes, retratos oníricos, historias de la Segunda Guerra Mundial y discusiones sobre todo, desde literatura hasta deportes. ¿Son adaptables los recursos de una novela tan ambiciosa al espacio teatral? ¿Esta «traducción»-adaptación promoverá más la lectura y disfrute de la obra de Bolaño o será sólo la puntada de un sacerdote excéntrico que quería donar algunos millones para las artes? ¿Los gringos sabrán ver algo más que las espectaculares cruces rosas en el desierto, exotizando la tragedia de las mujeres muertas en Santa Teresa/Ciudad Juárez? El reto no es menor: en 2008, Alex Rigola montó en Chile 2666, con un planteamiento similar a la del montaje de Chicago: cinco pequeños espectáculos de una hora que conformaran una unidad. Cuando se le preguntó qué hubiera pensado Bolaño de su montaje, Rigola dijo: «creo que se hubiera cagado en mí y en mi familia».
Aunque su estreno está programado para este mismo año, se sabe que tendrá secciones enteras en formato de video, lo que seguramente hará todavía más «espectacular» el montaje. Aquí una entrevista con Falls y Bockley acerca del proyecto, para LitHub.
Fuente: