Si bien el amarillo se destaca en la obra del artista, no hay pruebas de que comiese pintura de este color para ser feliz. Por lo contrario, según el museo Van Gogh, el pintor buscaba envenenarse con la pintura, reseñó AFP.
“¿Sabías que Van Gogh comía pintura amarilla porque el amarillo es un color brillante y él pensaba que comer eso lo iba a hacer feliz? Todos pensaban que estaba loco por comer algo tan venenoso y tóxico”, dice una publicación sobre el pintor holandés Vincent Van Gogh (1853-1890).
La publicación compara este supuesto hábito del pintor con el gusto generalizado por el alcohol, el tabaco o las drogas, e incluso con las relaciones de pareja
“La realidad es que estamos todos desesperados buscando una forma de ser felices, aunque no sea bueno para nosotros. Y así vamos por la vida buscando nuestra pintura amarilla”.
El texto ha sido compartido en Facebook, Instagram y Twitter, al menos desde marzo de 2015. También circula una versión en inglés.
Uno de los colores predilectos de Van Gogh era el amarillo. Sobre su uso existen varias versiones, entre ellas una que considera que el pintor tenía una enfermedad visual conocida como “xantopsia”, en la que la percepción de los colores es alterada y los objetos adquieren un tono amarillento, explicó un artículo publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Sin embargo, en el mismo artículo se plantea que en realidad el uso de Van Gogh de este color era deliberado y que no se debía a un impedimento de su percepción visual.
El sitio del museo Van Gogh, en Ámsterdam, indica que el pintor “nunca comió pintura (amarilla) para ser más feliz, al contrario”. Y refiere a una carta que el pintor escribió a su hermano Theo durante su estadía en la institución psiquiátrica Saint Rémy en el sur de Francia:
“Aparentemente agarro cosas sucias y me las como, aunque mis recuerdos de esos malos momentos son vagos”, dice el documento.
El museo Van Gogh también señala que las notas de Théophile Peyron, médico que atendía al pintor, revelan que “quería envenenarse comiendo pintura y tomando aguarrás (o trementina). Probablemente esa es la razón por la que no se le permitía entrar a su estudio mientras sufría de sus ataques”.
Milou Bollen, portavoz del museo, dijo a AFP que el tema es mencionado en una carta de Jo Van Gogh-Bonger, cuñada de Vincent, a su hermana Mien.
“Agosto 9, 1989: Malas noticias de Vincent. El sábado a las 6 en punto recibimos un telegrama del médico: Vincent enfermo, sigue la carta. Estuvimos preocupados todo el domingo, pero afortunadamente llegó una carta alrededor de las 4 de la tarde; está teniendo otra crisis y trató de envenenarse con su pincel y pinturas”.
Bollen explicó que “Van Gogh intentó envenenarse con pintura durante su enfermedad, lo que significa que era suicida. A él no le gustaba comer pintura”.
En 1988, Wilfred Niels Arnold, profesor de bioquímica y biología molecular en la Universidad de Kansas, publicó un estudio sobre el pintor.
En él, dice que Van Gogh consumía terpenos, compuestos naturalmente presentes en varias plantas, que podrían haber causado ataques o alucinaciones y posiblemente derivaron en un “depravado apetito” por cosas no comestibles como pintura.
La absenta, una bebida alcohólica hecha a base de plantas y que era consumida por el pintor, contiene varios terpenos.
El estudio de Niels Arnold afirma que esto explicaría alguno de los comportamientos del pintor durante sus últimos dos años. Pero no menciona que tuviera una predilección por comer pinturas amarillas o de algún color en específico.
En conclusión, no existe evidencia de que Vincent Van Gogh comiera pintura amarilla porque creía que eso lo hacía feliz. Según las cartas de su autoría y expertos, el artista llegó a ingerir pintura, pero no de un color en particular, pero lo hacía por otras razones.