Un área de creación aún poco explorada en nuestro país es la videodanza. Escapando de ser el mero registro de una coreografía, la novel disciplina apuesta a construir su lenguaje con retazos de cuerpos en movimiento, animación, texturas Un cruce entre la distancia del video con la materialidad de cuerpos en movimiento.
Por mucho tiempo el límite de la obra coreográfica fue lo irrepetible de su acto, su incapacidad de permanecer y reproducirse exactamente, el surgimiento del videodanza ha posibilitado que la danza participe de un lenguaje donde confluyen otras disciplinas como las artes visuales y el Cine permitiéndole ampliar sus posibilidades de creación y difusión.
Brisa Muñoz, realizadora, investigadora y curadora de videodanza Chilena en su artículo Videodanza un No-Lugar dice: “Antes de que surgiera el Videodanza, la obra coreográfica poseía lo que Walter Benjamín llamara “Autenticidad de la obra de arte”, que mantenía la producción coreográfica tradicional como un acto que ocurre en el aquí y el ahora, un acontecimiento irrepetible, no reproductible y de aparición única… La proyección del Cine como disciplina estético-tecnológica ha sido tan expansiva que ha alcanzado todas las área del arte incluidas las artes de la representación en la escena viva, para trasladarlas a su espacio de apropiación visual, permitiendo que el acto coreográfico rompa con un cierto escencialismo y su capacidad aurática del acontecimiento espacio-temporal, dándole oportunidad de releer su práctica disciplinaria.” 1
Enrique Aguerre, videasta, fundador del NUVA (Núcleo Uruguayo de Videoarte) y coordinador del Departamento de Video del Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay, señala en su ensayo ‘Del bailar y del mirar’ que “la danza en video es un registro documental. Entonces el artista verdadero, el creador, no se resignará a ser un fotógrafo de muertos y buscará un nuevo objeto, construirá con imágenes, sonidos y ediciones un universo distinto al anterior”2
Muñoz por su parte dice que el asunto va más allá del “video como registro de una obra coreográfica, el videodanza no es un sumar de estrategias provenientes de la Danza y del Cine, sino un espacio abierto a la exploración de los medios, el cuerpo en movimiento y la imagen digital en función de un lenguaje autónomo”1. Para eso propone situar este momento en la idea de no-lugar, o sea verlo como una producción intersticial, como un campo de acción.
Rodrigo Alonso, curador independiente y especialista en arte contemporáneo y nuevos medios, en su ensayo ‘Video danza: otro bastardo en la familia’2 se pregunta: “¿Qué otra cosa podría ser la videodanza sino un encuentro casual, producto del curioso vínculo entre uno de los medios de expresión más antiguos del hombre y uno de los más contemporáneos, insospechado resultado de la puesta en común de un medio encarnado en la materialidad del cuerpo con un medio descorporeizado, abstracto, casi inhumano?”
Su respuesta exige a los creadores ampliar su ámbito de intervención: “Un cuerpo que exige ser tratado de otra forma, por que el coreógrafo ya no debe diseñar sólo su movimiento: también debe diseñar la mirada que lo recorrerá”. Para Alonso “esta coreografía de la mirada es tal vez lo que mejor define a la videodanza, lo que le da su fuerza estética y lo que justifica su razón de ser dentro del arte contemporáneo”.
Douglas Rosenberg, videasta norteamericano, en sus ensayos comenta que “la pantalla como espacio coreográfico es un lugar de exploración de la danza como sujeto, objeto y metáfora. Un lugar de encuentro para ideas de tiempo, espacio y movimiento. Ni la danza ni los medios para manifestarla están al servicio uno de otro, sino que son compañeros o colaboradores en la creación de una forma híbrida” .
El videodanza en la escena nacional
El surgimiento del videodanza en Chile se ha gestado de manera paulatina, por una parte, dice Brisa MP, alrededor del año 2000 se ve de manera más clara proyectos que surgen de la colaboración entre artistas audiovisuales y coreógrafos para la producción de videos realizados para la escena y para registrar obras coreográficas en proceso (ensayos) donde el registro en video posibilitaba corregir una ejecución, algo así como un tercer ojo que permitía que el bailarín se mire a si mismo posteriormente; o en otros casos el registro como anotación de una coreografía realizada para sala o calle, un testimonio de la obra escénica. Si bien, estas dinámicas pueden ser influyentes, a diferencia del videodanza el registro será siempre un documento pero nunca una obra en si misma. A su vez podríamos denotar la influencia de la video Performance y el video arte Chileno de los años ochenta y noventa, para comprender las propuestas actuales de videodanza que provienen de una parte importante de artistas visuales.
Muñoz cita a “Chacabuco Eslabón de la Memoria”, de Cía. La Vitrina estrenada en 1997, como la primera producción de videodanza nacional. Afirma , “si bien hay distintas obras que han podido ejercer una cierta influencia en la interface danza / video, “Chacabuco” es la primera obra que cumple con la autonomía del formato…es decir, es la primera obra realizada y pensada para la cámara” .
Los primeros años del 2000 hay artistas como por ejemplo Viky Larraín que experimenta la vectorización y digitalización de la imagen del cuerpo a través de la gráfica computacional, lo que titula como “Coreografía virtual” proponiendo pequeños videos para ser exhibidos por Inter.-net realizando su obra “ Tiempo de sueño” (Movimiento 1, 2, 3 y adicción).
Para Muñoz su encuentro con el videodanza fue algo propio de su proceso artístico intentando confluir dos áreas de estudio en las que operaba las artes visuales y el de la danza, “ en un principio para mi primer trabajo el año 2002 Cuerpo Cierto Ejercicio 1, lo trabaje con un talentoso compañero de universidad Claudio Sepúlveda, este y el segundo trabajo el 2004 de videodanza eran bien tradicionales, era “danza para la cámara”, luego uno va reflexionando y autocriticando su propio trabajo, posteriormente el video se trasformó en un medio mucho más rico y me dejó de interesar únicamente la realización de una coreografía para ser filmada ya que los medios (cámara-cuerpo- postproducción digital) me permitían crear diferentes lecturas, estéticas e intentar responder ciertas preguntas, de hecho el proceso de edición de video me pareció fundamental porque era ahí finalmente donde para mi se cumplían las estrategias básicas de la composición coreográfica y me aportaba un sin fin de otras cosas que en el espacio escénico me eran imposibles, de ahí que todos mis trabajos les llamo ejercicios, a modo de experimentar e intentar establecer diálogos con la danza y otros contextos”.
Luego de diferentes producciones de videodanza realizados de manera aislada por algunos artistas, el videodanza surge con mayor fuerza entre el 2005 y el 2007 encontrándonos con diferentes propuestas ya sea de artistas que vienen de las artes visuales, la danza y el cine, desde aquí en adelante que el videodanza ha ido encontrando su lugar en la producción artística nacional.
“Recuerdo que para finales del 2004 realice una convocatoria por si había alguien que quisiera mostrar sus videos en Barcelona, donde yo realizaría una exhibición con mis trabajos bajo el patrocinio del Centro Cívico Barceloneta, pegué el afiche en varias Escuelas de danza, pues solo llegó un trabajo, falta de comunicación y otras situaciones, pero revelaba que en las escuelas de danza esto todavía era poco conocido…” dice Muñoz. Por otra parte continúa “se hace difícil una reconstrucción histórica del videodanza en Chile, porque si bien existen escasos antecedentes, sucede que creaciones que han sido pensadas originalmente como obras escénicas para espacios tradicionales o públicos, hoy se presentan como videodanza por el hecho de tener un registro editado. Es posible que un videodanza se pueda construir a partir de fragmentos de videos de diferentes contextos, o reciclar material audiovisual de obras coreográficas realizadas previamente para construir una nueva obra, pero si consideramos un registro de una obra como videodanza tan solo porque se baila y se encadenan dos imágenes en movimiento, me parece que no se sabe delimitar entre una obra autónoma y un registro, y dar la calidad que el videodanza tiene, tal como una película cinematográfica o una pieza de videoarte.
En términos de formación en Chile no se ha insertado en ningún programa de estudio universitario la práctica del videodanza o la utilización de medios digitales en relación al cuerpo en movimiento, pues la formación en videodanza se remite a escasos cursos intensivos o de corta duración que se han realizado principalmente en Santiago. Por otra parte, salvo contados proyectos de videodanza se han realizado con financiamiento Estatal, la mayoría de los artistas trabaja con equipamiento básico y sin recursos, se han ido abriendo algunos espacios de exhibición y se han realizado algunos proyectos de difusión como la Red de Videodanza de Chile y el DVD compilatorio de videodanza independiente “VD MADE IN CHILE realizado por Brisa Muñoz que surgió con la idea de aunar diferentes artistas y obras que no se habían exhibido …“no, para este proyecto no tuve financiamiento, pero resultó bien en la medida que las obras han sido exhibidas en distintos Festivales de Europa y América Latina. “ afirma la artista..
Más allá de las condiciones económicas en que los artistas nacionales trabajan la realización de videodanza va en aumento y cada año aparecen nuevos creadores con propuestas que interesan y son exhibidas en distintos países y festivales del videodanza alrededor del mundo.
1. Videodanza un no-lugar (http://www.consejodelacultura.cl/impulsos/)
2. Videodanza: otro bastardo en la familia http://www.videodanza.com/textos.htm
3 En su página http://www.dvpg.net/
MÁS INFO:
www.danzaeinterfacechile.com/
www.videodanza.com
http://videodanzachile.blogspot.com/