El otro día, me quedé pensando sobre lo que significa ser mexicano, es decir, entender cuál es lugar de pertenencia y qué es lo que nos hace permanecer en un lugar. El por qué muchos deciden emigrar y dejar de lado, al menos de manera geográfica, la tierra donde nacieron.
Me puse a reflexionar sobre lo que en algún momento fueron las estampas mexicanas, el típico charro y la china poblana, en los famosos «mexicanismos», y el por qué de alguna manera sigue vigente la forma «estereotípica» el folclor mexicano como parte de lo que se supone que eso «debería ser un mexicano».
A lo que quiero llegar, sin hacer una crítica sobre apropiación cultural, regionalismos e incluso privilegio de clase es al hecho de que para algunos, el ser mexicano está en la música.
Así es como el día de ayer, regresé a El Mictlán para conocer a Artesano del Son.
Conformado por cuatro integrantes, bajista, jaranero, saxofonista y percusionista: estos chavos de la Ciudad de México, traen una propuesta que podría definir como «envolvente», ya que desde el primer momento que comienzan a tocar uno se siente tan envuelto de ese son jarocho que te dispara a bailar.
Artesano del Son, es consciente de los problemas sociales, sus canciones son un himno que denuncia lo enfermo del sistema. Le cantan a los sueños, a los ideales progresistas, a la defensa de la tierra, a las injusticias que son parte del día a día.
Más música menos policía
Las composiciones de Artesano del Son, son una fusión de diferentes ritmos de varias latitudes del mundo, juega con el funk mientras en su vocalización rapea. Coquetea con la cumbia y le mete algunas estructuras de jazz.
Si hay algo que disfruto ver y escuchar, es a un grupo de músicos divirtiéndose en el escenario, sintiendo la música, siendo conscientes de que la música es una forma de expresar sentimientos, y que mejor que compartiendo y reuniéndose en un lugar que los espera abiertamente para converger en un baile.
La fuerza de la música de la jarana, el juego del bajo que marca el ritmo mientras que las percusiones le dan esa dirección que termina emanando de la boquilla de un sax, son la prueba inminente de que para remediar un mal trago solo necesitar soltar todo al bailar.
Los neopunks
Para esta crónica tomé una oración que no es mía, sino de Artesano del Son, «la cumbia es el nuevo punk», y pienso que en efecto, ahora hacer cumbia tiene un proceso subversivo y anárquico. Donde no hay jerarquías, no hay un órdenes o mandatos que seguir.
Lo único que importa es el vaivén al momento de unir ritmos con alguien más y convertir un espacio en una pista de baile, apropiarse de los espacios que de por sí ya son de uno.
Reencontrarme con personas del pasado, conocer nuevas perspectivas, instrumentos, y neopunks como uno quejandose del fallido sistema, fue lo que Artesano del Son tocando en El Mictlán, me dejó.
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Fotos: Betsie Bandala Benavides
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