“Estaba segura de que si la gente estuviera dispuesta a leer sobre los demás y comprender su cultura, no habría guerras en el mundo.” (Guayaba)
La novela de Nguyen Phan Que Mai, El canto de las montañas, contiene una exquisita narrativa que cuida cada detalle, nada es al azar. La continuidad histórica del relato de sus protagonistas se deja envolver por una trama de misterio al ir y volver permanentemente por diferentes años de la historia, gracias a la gran capacidad discursiva de Dieu Lan y de Huong.
Con una muy buena traducción al español de Carmen Francí y una muy interesante edición de Alianza de Novelas, este libro puede estar perfectamente en las mejores bibliotecas (no sólo librerías) con fines educativos y de reflexión crítica a la historia de uno de los hitos más relevante del siglo XX, la(s) guerra(s) de Vietnam.
La poeta y autora de esta novela, logra transitar fácilmente desde la guerra, la paz, la historia, las tradiciones y la ficción. Una estética literaria que nos permite disfrutar de una verdadera novela poética, entre refranes y poemas que no adornan, sino que completan el sentido profundo del relato.
Símbolos tan potentes como el del pájaro tallado So’n ca, ofrecen a los y las lectoras, la posibilidad de sumergirse en un hilo de interpretaciones que enriquecen a cada personaje y cada acción descrita a lo largo de un suave recorrido entre páginas.
Es poesía, no sólo por contenerla o motivarla, sino porque la escritura misma de la novela tiene por esencia, una poética que sólo puede provenir de la mano de una brillante escritora y poeta como su autora. Cada recuerdo, cada expresión, cada evocación a las tradiciones intergeneracionales de un pueblo y su cultura, así lo permiten.
Es memoria, porque una novela de ficción histórica nos permite no olvidar. Nos invita al nunca más. El dolor de un pueblo es el dolor de la humanidad. El dolor de una guerra es el dolor de todas las guerras. El dolor de una época es el dolor de la eternidad. No es fácil describir sucesos que marcaron (y siguen haciéndolo) a múltiples generaciones y que involucran a diversas naciones. Como “no hay memoria sin arte”, sin duda alguna esta novela es una expresión artística desde el corazón de las humanidades.
Es denuncia desde el momento en que relata una historia desde las diversas historias posibles. Especialmente cuando la autora explicita un llamado de atención a nuestra sociedad, al poder y a las autoridades que lo ostentan por sobre el cuidado de la vida. Escribir sobre el “agente naranja” no tuvo un fin histórico, sino ecológico y humano, en el más profundo sentido de transformación.
El mundo de la vida, la facticidad misma y el detalle de cada descripción presentes en cada capítulo, nos regalan una novela imperdible para leer y disfrutar en cualquier lugar del mundo.
Juan Alejandro Henríquez
Director fundador Colectivo de Artes y Humanidades Filopóiesis
Profesor de Filosofía
Becario ANID Doctorado en Ciencias de la Educación