51 años del Golpe Militar de la burguesía y el imperialismo: y fue ayer

No hay vía chilena al Socialismo, del momento que el 11 de septiembre trágica y monumentalmente rubrica la imposibilidad de la transformación pacífica de la sociedad hacia el Socialismo.

51 años del Golpe Militar de la burguesía y el imperialismo: y fue ayer

Autor: Gustavo Burgos

Ferozmente evocativo, el 11 de septiembre parece una fecha escrita sobre piedra. Las marchas militares en las radios, los Hawker Hunter bombardeando La Moneda y la voz de Allende colándose por la estática, los gritos y las balas. Abiertas las infernales puertas del fascismo pinochetista, una generación completa de lo mejor de la clase trabajadora, cuadros, organizaciones de base, cordones industriales y corrientes políticas revolucionarias, un capital político de la clase que se venía acumulando desde los tiempos de Recabarren, fue sacrificado en ofrenda en el altar de la democracia burguesa.

La fecha marca a fuego la inviabilidad del reformismo, superando el debate entre reformistas y revolucionarios, señalando con meridiana claridad que el único camino al socialismo es la acción directa de ruptura institucional y de organización de la clase para expropiar a la burguesía. Llamamos a tal acto de revolución social, de derrota política, económica y militar de la burguesía, el gobierno de la clase trabajadora, el Socialismo.

No hay vía chilena al Socialismo, del momento que el 11 de septiembre trágica y monumentalmente rubrica la imposibilidad de la transformación pacífica de la sociedad hacia el Socialismo.

El hundimiento del reformismo, recientemente refrendado con el fracaso de dos convenciones constitucionales, indica a quien quiera verlo que las instituciones democrático-burguesas, que de democráticas solo tienen las elecciones periódicas, encubren únicamente miseria, explotación, corrupción y represión a toda forma de resistencia popular. No hay democracia posible mientras gobierne el gran capital, lo que explica que vivamos hoy día bajo la inclemente dictadura de la burguesía, ese 1% que se apodera de más del 50% del PBI.

El programa “antifascista” con que el actual gobierno de Boric llega a La Moneda es otra expresión, ahora en tono de comedia, de la misma impotencia del reformismo. Para “evitar que llegara Kast”, Boric ha desplegado la mayor ofensiva en contra de los trabajadores de que se tenga memoria desde 1990.

El combate a toda forma de resistencia popular (que llaman “estabilización”) y el saqueo de las riquezas nacionales en beneficio del capital financiero y las corporaciones imperialistas se observan con nitidez en el TPP11, el Acuerdo con la Unión Europea, la subvención a las Isapres, a las AFP y el regalo del litio a Ponce Lerou. Para materializar tal programa resultó necesario una concordante política de impunidad para los violadores a los DDHH, para Piñera, el general Yáñez y a todo aquél que dirija sus armas en contra del pueblo.

Sí al día de hoy el pueblo no está en las calles no se debe sino al desconcierto político generado por un gobierno que los trabajadores creían propio. La falta de expresión política del descontento popular, que repetimos se traduce en desorganización y desconcierto, es el único pilar en el que se sustenta un régimen que al día de hoy se cae a pedazos, lacerado por la corrupción de los más altos poderes del Estado.

La salida a esta crisis social profunda y crónica, solo podrá encontrarse de la mano de la organización y movilización popular, en la búsqueda del gobierno de la mayoría explotada, emancipada políticamente de toda tutela de la institucionalidad patronal.

¡Vivan los trabajadores, viva el pueblo, viva la revolución y el Socialismo!

Por Gustavo Burgos

Columna publicada originalmente el 11 de septiembre de 2024 en El Porteño.


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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