El 29 de enero de 1990, en plena transición a la democracia, 49 presos políticos escaparon de la Cárcel de Alta Seguridad a través de un túnel de 60 metros, construido en secreto durante 18 meses. La operación, ejecutada por militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el Partido Comunista y las Juventudes Comunistas, tomó por sorpresa a las autoridades y generó un fuerte impacto en la política chilena en el momento, a solo semanas de la salida del poder del dictador Augusto Pinochet.
La idea de la fuga surgió en 1988, mientras la izquierda institucional negociaba su participación en la transición pactada con la dictadura. En condiciones extremas y bajo estricta vigilancia, un grupo de presos comenzó a excavar un túnel con herramientas improvisadas: cucharas, cuchillos y alambres. Ante la falta de madera para reforzar la estructura, aplicaron la técnica de bóveda utilizada por la guerrilla vietnamita, evitando así posibles derrumbes. También desarrollaron un sistema de ventilación con motores reciclados y tuberías hechas con envases de bebidas, además de un código secreto para comunicarse sin levantar sospechas.
Uno de los mayores desafíos fue ocultar las 50 toneladas de tierra extraídas. Para ello, los fugados se inspiraron en la película La gran evasión, construyendo un carrito sobre rieles improvisados para transportar la tierra hasta el entretecho de la galería carcelaria. Durante año y medio, en turnos de dos horas, trabajaron sin descanso para concretar el escape.
A las 19:30 horas del 29 de enero, los 24 internos que participaron en la excavación comenzaron a salir del túnel. Cada dos minutos, uno a uno emergieron al exterior, donde los esperaba un bus, simulada como una micro, que los trasladó a casas de seguridad. Para la medianoche, todos estaban a salvo, sin que los gendarmes descubrieran el escape hasta las 03:00 de la madrugada. Días después, otros 25 presos de distintas organizaciones, como el PS y el MIR, lograron unirse a la fuga.
Entre los evadidos estaban Rafael Pascual y Jorge Martín, hijos de exiliados republicanos españoles, que meses después lograron llegar clandestinamente a España, país donde obtuvieron la nacionalidad. A más de 35 años del escape, ambos continúan impedidos de regresar a Chile, ya que siguen siendo requeridos por la justicia. «Mientras los torturadores caminan libres, nosotros seguimos siendo perseguidos», denunció Pascal en una entrevista, según recopiló Resumen.cl
La espectacular fuga dejó en evidencia la fragilidad del sistema carcelario y remeció a la clase política que preparaba el cambio de mando. Aunque las autoridades reaccionaron con un reforzamiento de la seguridad en los penales, la audacia de los fugados quedó en la memoria colectiva. En 1996, el FPMR volvió a sorprender con la Operación Vuelo de Justicia, rescatando en helicóptero a cuatro militantes condenados por el asesinato de Jaime Guzmán.
En 2020, la historia de resistencia y osadía de los presos políticos que la protagonizaron, fue llevada al cine en la película Pacto de fuga, dirigida por el director David Albala, que retrata una de la evasiones más impactantes de la historia carcelaria del país.